Manual de selvicultura de
Frondosas Caducifolias
Índice
ÍNDICE

 

4. REPOBLACIÓN CON FRONDOSAS

La mayoría de las repoblaciones de frondosas efectuadas en el norte peninsular se realizan mediante plantación siguiendo las tres fases tradicionales de desbroce, preparación del terreno y plantación.

 

4.1 DESBROCE

Los terrenos no arbolados ni agrícolas aptos para la repoblación con frondosas presentarán, en general, matorrales densos y altos de escobas y/o tojos, con presencia a veces de helechos, zarzas y más ocasionalmente de brezo.

El desbroce es necesario para reducir la competencia que esta vegetación ejerce por agua, nutrientes y luz con las plantas a introducir, y también para disponer de un espacio adecuado para la posterior preparación del terreno.

La competencia es muy grande en tojales y brezales, debiendo desbrozarse intensamente, y menor en los retamares (xesteiras)”, helechales y zarzales; en estos últimos casos es mejor no realizar un desbroce intenso, siendo apropiado hacerlo puntual o por fajas, con una anchura, como mínimo, similar a la altura del matorral.

Un acompañamiento lateral de retamas o escobas (xestas) resulta adecuado para las frondosas al crear un ambiente forestal con mayor humedad y protección. En el caso de existir helecho alto debe eliminarse por roza manual o aplicando herbicidas como asulam (materia activa) para que no rebrote durante varios años, ya que al secarse los frondes pueden aplastar la planta.

En el caso de terrenos agrícolas abandonados, con vegetación herbácea y pendiente suave (inferior al 10%), se suele hacer un desbroce y preparación del terreno combinados mediante alzado y gradeo o fresado, ejecutados con tractor agrícola o alternativamente, con vegetación leñosa escasa, mediante pase de grada pesada de discos, precedido generalmente por un subsolado. Estas preparaciones tienen el inconveniente de que necesitan la apertura posterior del hoyo. Se recomienda la aplicación previa de glifosato (materia activa) para prevenir la fuerte invasión de gramíneas después de la plantación, a cuya competencia las frondosas son especialmente sensibles.

El desbroce de matorral se realizará, donde la mecanización sea posible (pendientes menores del 35%), con desbrozadoras de cadenas acopladas a la toma de fuerza de un tractor de ruedas u orugas. Si existen restos de cortas o de incendios se podrán emplear desbrozadoras de martillos por ser más robustas que las anteriores. Estos desbroces se ejecutarán a hecho o por fajas según los casos.

Cuando no sea posible mecanizar el desbroce se realizará a mano con hoces o motodesbrozadoras portátiles, procediendo por fajas, o de manera puntual alrededor del sitio de plantación.

 

 

4.2 PREPARACIÓN DEL TERRENO

La preparación del suelo es necesaria para facilitar el arraigo y primera etapa de desarrollo, siendo una operación de especial importancia en estas especies.

Si es posible se realizará de forma mecanizada, por ser más rentable para el propietario. En pendientes menores del 35% se puede proceder por curvas de nivel, por las fajas previamente desbrozadas, realizando un subsolado lineal lo más profundo posible con un tractor de cadenas de los empleados en obras públicas (con más de 140 CV de potencia). El tractor llevará rippers o rejones, preferiblemente con orejeras soldadas en el tercio superior de los mismos, para que el surco de subsolado quede ya abierto para su adecuación posterior.

El subsolado es una forma de preparación adecuada porque rompe el suelo en profundidad y facilita la instalación de las raíces pivotantes de los robles. Si la pendiente lo permite es mejor cruzar el subsolado.

Rejón modificado con alas en el tercio superior para apertura de surcos de subsolado abiertos Rejón modificado con alas en el tercio superior para apertura de surcos de subsolado abiertos

En terrenos agrícolas pueden abrirse hoyos con barrena helicoidal acoplada a la toma de fuerza del tractor, aunque este método presenta el inconveniente de que las paredes pueden desmoronarse en terrenos sueltos, o apelmazarse, en los arcillosos, debiendo efectuarse la plantación inmediatamente después de su apertura.

En montes de imposible mecanización sólo podrá actuarse manualmente, abriendo hoyos con azada. Es importante profundizar en los mismos al menos hasta los 40 cm, y conseguir dimensiones de 40 x 40 cm en la base. La tierra se almacena a un lado, que coincidirá con la parte inferior de la ladera en terrenos en pendiente.

Rejón modificado con alas en el tercio superior para apertura de surcos de subsolado abiertos Parcela desbrozada por fajas en la que se realiza una preparación del terreno por subsolado lineal

Las cavas superficiales sin extracción de tierra (raspas) sólo son útiles para plantas pequeñas a raíz desnuda de abedul, aliso y otras frondosas de raíz no pivotante, o para plantas en contenedor, pero no para otras especies, por no garantizar la profundización y correcta distribución del sistema radical. La ejecución manual resulta en cualquier caso un trabajo insuficiente para las exigencias de la mayoría de las frondosas, pero pueden hacerse raspas de 60 cm de profundidad con un excavador de hoyos o motoahoyadora manejada por dos hombres, quedando su uso condicionado a que no exista pedregosidad y al destepe previo con azada de las raíces superficiales.

Actualmente, para pendientes de hasta el 60%, se puede emplear con éxito el ahoyado mecánico con rejón modificado o ahoyado mecánico con bulldozer. Un tractor de cadenas avanza en línea de máxima pendiente con uno o dos rejones a los cuales se les acoplan unas alas en el tercio superior y una cuchara en la bota, lo que permite la apertura de hoyos de gran calidad con unos volúmenes de 125 litros.

En terrenos blandos o encharcados, si se pretende mecanizar, la preparación del terreno se puede efectuar empleando el ahoyado con retroexcavadora de cazo estrecho de 40 cm, al ser difícil en este caso el uso de los pesados tractores de cadenas.

 

 

4.3 PLANTACIÓN

4.3.1 Densidades de plantación

Las densidades de plantación vendrán condicionadas por razones selvícolas (principalmente temperamento y necesidad de formar fustes rectos) y económicas (objetivo de la repoblación y costo).

Se puede hablar de cuatro rangos de densidades: bajas (menos de 800 pies/ha), medias (de 800 a 1200 pies/ha), altas (de 1200 a 2500 pies/ha) y muy altas (más de 2500 pies/ha).

Las densidades bajas a las que en muchas ocasiones se han realizado las plantaciones de frondosas, buscando principalmente la reducción de costes, no parecen adecuadas si se pretende producir madera de calidad, ya que exigen utilizar planta de muy buena condición genética, una preparación del suelo y posterior plantación esmeradas, un rápido crecimiento en altura o la utilización de planta de gran tamaño y la presencia de vegetación de acompañamiento, natural o artificial, además de protección contra la fauna cinegética y cuidados de tallas de formación.

La plantación a baja densidad exige un seguimiento minucioso y la práctica de una selvicultura intensiva, y cuando el gestor no los puede llevar a cabo, es preferible plantar con mayores densidades. Solamente en especies como los nogales o los chopos, debido a sus necesidades de luz, y al uso generalizado de clones en el caso segundo, es preferible la plantación a densidades bajas.

Las densidades que hemos calificado como medias y altas son las adecuadas para la mayoría de las especies frondosas si pretendemos obtener madera de calidad.

Estas especies tienen tendencia a ramificar bastante y por tanto el repoblar con cierta densidad obliga a los individuos a desarrollarse en altura, buscando luz y consiguiendo de esta forma fustes más rectos.

Las densidades muy altas se consideran únicamente en casos especiales, como las repoblaciones de haya o de otras especies de temperamento de sombra.

Todos estos condicionantes hacen que para algunas especies se presenten distintas alternativas de densidad de plantación que se tratarán más delante de forma individualizada

4.3.2 Plantaciones puras o mixtas

Cuando el objetivo preferente de la repoblación es el productor se consideran las plantaciones puras, de una sola especie, como las más adecuadas por su mayor facilidad de gestión. No obstante, en el caso de las frondosas, la consecución de altas densidades de plantación reduciendo el coste de la planta o pretendiendo acortar los plazos para la percepción de rentas con especies de turno largo, puede aconsejar efectuar repoblaciones mixtas, bien sea pie a pie o por bosquetes.

Así, cuando la calidad y condiciones del suelo sean diversas, se intercalarán las plantas, en grupos de extensión reducida, como bosquetes o rodales, distribuidos según las exigencias de las distintas especies. Esta precaución debe tomarse también en especies que, como cerezo silvestre o fresno, son especialmente sensibles a las plagas y enfermedades.

Todas las frondosas consideradas aquí, salvo chopos y nogales, agradecen una elevada densidad de plantas, por lo menos en las primeras edades, lo que contribuye a crear un ambiente forestal que les asegura una protección lateral e induce formas más rectas, más cilíndricas y menos ramosas de tronco. Esta densidad puede conseguirse en masas puras de frondosas o en mezclas con coníferas u otras frondosas más frugales que tengan mayor crecimiento inicial, con lo que el efecto de protección queda asegurado.

En Navarra el haya se planta con frecuencia mezclada con el alerce y el pino de Oregón, y el carballo con pino laricio de Córcega y pino radiata. En Galicia se puede plantar el haya al abrigo de una frondosa de temperamento robusto como el abedul.

No debe olvidarse que las mezclas pie a pie deben hacerse estudiando previamente el distinto crecimiento de las especies para considerar el marco más adecuado y proponer las operaciones de clareo posteriores.

4.3.3 Procedimientos de plantación

La plantación mecanizada es prácticamente imposible para estas especies en el Noroeste de España, por lo que deberá realizarse manualmente. Siendo una operación delicada, no debe buscarse un incremento de los rendimientos basado en una deficiente ejecución de la misma.

La plantación se ejecutará en período de parada vegetativa (en general de noviembre a marzo inclusive, aunque depende de las condiciones particulares de cada zona) y con humedad suficiente en el suelo, desechando los días de heladas, fuertes vientos y períodos de suelo encharcado. Las heladas son bastante peligrosas ya que se puede dañar la parte aérea de la planta y el suelo se encuentra apelmazado, impidiendo un buen contacto de la tierra con el sistema radical.

Las frondosas presentan crecimiento invernal de la raíz, por lo que, si es posible, la plantación se hará preferentemente en otoño, tras la caída de la hoja, para que así llegue la planta al verano con un buen sistema radical que favorecerá su arraigo y crecimiento inicial.

Con planta a raíz desnuda se procede a veces al embarrado del sistema radical, introduciendo el mismo en una mezcla de tierra superficial, agua y deyecciones frescas de vaca, en el que permanece hasta que se procede a la plantación, lo que parece mejorar notablemente los resultados al impedir la desecación de las raíces.

En el caso de que la preparación del terreno se disponga en hoyos abiertos, la plantación a raíz desnuda se realizará con azada de boca estrecha, colocando la planta vertical con la mano libre, con las raíces bien extendidas y bien distribuidas; con la herramienta se va introduciendo la tierra en el hoyo, cuidando de no incluir piedras. La tierra se compactará alrededor de la planta en dos fases, con ayuda opcional de un mango y terminando la operación mediante pisoteo. Entre ambas mediará un tirón suave de la planta hacia arriba que asegure que el sistema radical no queda torcido. El cuello de la raíz quedará ligeramente enterrado, salvo en el nogal, aporcando ligeramente la tierra con las botas.

En los restantes casos se abrirá una cata de profundidad variable, siempre superior en 10 cm a la longitud del sistema radical, usando la azada, pincho o plantamón. El proceso a seguir es análogo al caso anterior. No debe olvidarse que la parte aérea de la planta debe quedar vertical.

La plantación a hoyo abierto es la de mejor calidad y debe practicarse obligatoriamente para todas las especies de raíz pivotante y también para la planta de tamaño grande.

Para plantas en contenedor se procede de forma parecida, siendo suficiente una profundidad de cata que permita albergar el cepellón completo con el cuello de la raíz ligeramente enterrado. No debe comprimirse en este caso la tierra alrededor de la planta.

4.3.4 Fertilización

Los suelos gallegos, por lo general, son pobres en fósforo, potasio, calcio y magnesio, y ricos en nitrógeno y materia orgánica. Al ser la mayoría de las especies frondosas exigentes en cuanto a fertilidad, y al existir deficiencias de nutrientes en los suelos, especialmente en terrenos de monte, la repoblación responderá favorablemente al abonado.

Lo ideal es disponer de análisis del suelo y análisis foliares de la plantación para precisar las deficiencias reales. Para una determinación específica de las necesidades de fertilización debe consultarse a personal especializado. Sin embargo, pueden darse algunas recomendaciones de productos y dosis a emplear: Es importante en los suelos gallegos abstenerse de usar abonos ricos en nitrógeno, siendo deseable una proporción de fósforo y potasio 2 ó 3 veces superior. Se deben desechar para la fertilización forestal abonos como un triple 15 (15-15-15)

La utilización de abonos de liberación gradual es, normalmente, la más conveniente, ya que con ellos se consigue un mejor aprovechamiento. Es además estrictamente necesaria para acogerse a las subvenciones a medidas forestales en la agricultura (según la normativa vigente), en cuanto que previenen la contaminación de acuíferos.

El método de aplicación del fertilizante será puntual y en profundidad, cuidando, sobre todo para abonos de fácil solubilidad como los complejos y muchos otros agrícolas tradicionales, que no contacten con las raíces, puesto que produce quemaduras. Se aplicarán en primavera antes de la actividad vegetativa, bien en el momento de la plantación o después de la misma.

Los fertilizantes, en forma de pastillas se localizan en un número de dos o tres por planta a unos 3 cm de profundidad y separadas unos 10 cm del tallo. Los complejos pueden aplicarse tras la plantación, abriendo surcos alrededor de las plantas que se rellenan de abono y se vuelven a tapar de tierra. Los granulados de liberación gradual pueden quedar en contacto con las raíces, por lo que suelen incorporarse en el momento mismo de la plantación.

El efecto principal del abonado es que aumenta la rapidez de instalación, superándose antes la etapa juvenil, en la que las plantas son más sensibles a la competencia y a las inclemencias meteorológicas.

4.3.5 Distribución de plantas sobre el terreno y replanteo

En cuanto a la distribución de plantas, en terrenos llanos se suele realizar "en cuadrados" o "en rectángulos", cruzándose en ambos casos las filas perpendicularmente.

En terrenos en pendiente los puntos de plantación se dispondrán en curvas de nivel, siendo el marco (distancias entre dos filas consecutivas y dentro de la misma fila) en malla rectangular desfasada (triángulos isósceles) o al tresbolillo (triángulos equiláteros). En el caso de realizar una preparación del terreno por ahoyado mecánico con bulldozer y dos rejones, con un marco al tresbolillo por parejas, las líneas de plantación seguirán la máxima pendiente.

En algunos casos se aconsejan distribuciones en espina de pescado, con una pista central de la que parten en diagonal todas las calles, lo que facilita mucho el acceso al interior del arbolado.

En terrenos con mucha pendiente solo podrá mecanizarse el trabajo con tractores que se desplazan en línea de máxima pendiente, por lo que las calles deben quedar en este sentido para poder mecanizar.

El replanteo consiste en señalizar sobre el terreno los puntos donde se realizará la plantación, ejecutándose normalmente con cuerdas en las que se marca la distancia necesaria. En terrenos preparados por subsolado lineal quedan ya marcadas las líneas de plantación, que estarán separadas una distancia que variará según el número de rejones empleados y la longitud de la barra que los porta. La distancia a lo largo de las filas se adapta para obtener la densidad pretendida.

 

4.4 CUIDADOS POSTERIORES DE LA REPOBLACIÓN

4.4.1 Protección de las plantas

Si en las proximidades del perímetro de la repoblación abundan especies cinegéticas como el conejo, liebre, corzo o ciervo, o si hay ganado doméstico que pueda pastar o pisotear las plantas, es preciso instalar protecciones, al ser las frondosas especies muy apetecidas por todos estos animales.

Puede optarse por instalar cercas alambradas lineales con postes de madera tratada de unos 2 ó 2,5 metros de alto, enterrados 60 centímetros y separados 4 ó 5 metros, con 4 ó 5 hilos de alambre de espino o con malla cinegética o ganadera. También se pueden disponer protectores individuales, que pueden ser tubos cinegéticos o con efecto invernadero, entutorados y enterrados parcialmente. Las alturas de estos protectores individuales dependen de los animales que pueden dar lugar a daños, pero la abundancia actual de corzo en los montes de todo el Noroeste aconseja no bajar de 1,20 metros.

El elevado coste de los protectores individuales hace que se planteen sólo en repoblaciones de pequeña superficie y con grandes espaciamientos. Los tubos con efecto invernadero pueden incrementar el crecimiento en altura de las plantas, aunque éstas pueden quedar algo ahiladas y sufrir daños por viento o abrasión al sobresalir de los tubos. Por otro lado señalan la posición de la planta a la hora de ejecutar operaciones de mantenimiento posteriores, y las protegen en caso de aplicar herbicidas. Parece fundamental usar tutores robustos y bien enterrados, y tubos de suficiente diámetro según las dimensiones de las hojas de la planta.

Parcela de roble americano conprotectores de planta de efecto invernadero en Ribeira de Piquín(Lugo). Se aprecian algunos caídos por efecto de fuertes nevadas y uso de insuficiente tutorada Parcela de roble americano conprotectores de planta de efecto invernadero en Ribeira de Piquín(Lugo). Se aprecian algunos caídos por efecto de fuertes nevadas y uso de insuficiente tutorado

Puede conseguirse una cierta protección de las plantas con métodos tradicionales, como por ejemplo atar alrededor del tallo haces de retamas, que, además de dificultar el mordisqueo, proporcionan una cierta sombra que evita quemaduras por efecto del sol (daños frecuentes en algunas especies como el castaño).

4.4.2 Desbroces posteriores

Las plantas de frondosas recién plantadas sufren una crisis de transplante y los efectos de la competencia por la rápida proliferación de la vegetación herbácea y/o leñosa hacen necesarios los desbroces.

Si la vegetación acompañante es arbórea, puede mantenerse sin riesgo importante de competencia, dando a la vez una protección lateral que será favorable a nuestras plantas. El helecho es otro acompañante positivo, que mantiene el frescor del suelo en verano y aporta sombra, con consumos ligeros de agua y nutrientes. Será necesario sin embargo cuidar de que no aplaste las plantas repobladas si se encama sobre ellas.

Las zarzas forman macollas que a veces impiden el desarrollo de las plantas, por lo que debe controlarse su altura los primeros años mediante rozas. Una vez que las frondosas tienen tamaño suficiente son una vegetación acompañante muy positiva.

Los desbroces posteriores deben liberar las filas de plantas en caso de matorral que causa mucxha competencia (A). En el caso de zarzas o helechos convendrá que estos protejan la base de las plantas, siempre que la altura de estas sea ya importante (B).
Los desbroces posteriores deben liberar las filas de plantas en caso de matorral que causa mucxha competencia (A). En el caso de zarzas o helechos convendrá que estos protejan la base de las plantas, siempre que la altura de estas sea ya importante (B).

Existe vegetación leñosa indicadora, generalmente, de buenos suelos y que no supone competencia muy intensa, como son las escobas o retamas. En estos casos se debe liberar una banda de cierta anchura a lo largo de las filas de plantación, pudiendo dejar entre líneas de plantación otra banda con escobas que aportarán protección lateral contra el viento y la insolación. En zonas más secas con abundancia de retama blanca (xesta branca) de poca talla, es preferible desbrozar a hecho por crear estas escobas una mayor competencia.

En el caso de matorrales que causen fuerte competencia, como brezales y tojales, se hará un desbroce por fajas entre líneas de plantación, antes del verano y preferiblemente en el momento de máxima floración de la especie de matorral más abundante, lo que evitará la diseminación de semillas y dificultará el rebrote.

Plantación de castaño con aplicación localizada de herbicida en Vilalba (Lugo). Plantación de castaño con aplicación localizada de herbicida en Vilalba (Lugo).

Además, el rebrote forzado en verano será más susceptible a la desecación. También pueden aplicarse herbicidas. Sobre las líneas de plantación se actuará manualmente con motodesbrozadoras, hoces o herramientas similares.

En terrenos agrícolas abandonados la vegetación herbácea ejercerá una competencia intensa sobre las frondosas, especialmente por el agua. Estas responden muy bien al uso de herbicidas en aplicación puntual alrededor de la planta, tratamiento que puede llegar a duplicar su crecimiento en altura durante los primeros años.

La aplicación será eficaz para el control del matorral o la hierba no muy altos, actuando en primavera, cuando la maleza a eliminar esté en actividad vegetativa. Se extenderá puntualmente en un radio de un metro alrededor de la planta, o linealmente en fajas de plantación, y casi siempre dirigida, es decir, protegiendo a la planta con conos enmangados o bolsas de plástico.

Se debe tener en cuenta que las frondosas son bastante sensibles a los herbicidas. No se aplicarán en días de viento o lluvia, o cuando se espere ésta en las 24 ó 48 horas posteriores al tratamiento, para evitar que el herbicida pueda acabar afectando a áreas próximas o a las corrientes de agua, y que el tratamiento pierda eficacia.

Algunos productos son selectivos para las frondosas, pudiendo por tanto aplicarse directamente sin protección de las mismas. Es conveniente, sin embargo, que estén en parada vegetativa y con las yemas no hinchadas por efecto de la brotación, lo que obliga a aplicaciones de primavera temprana.

Algunos productos de baja toxicidad pueden emplearse con fines curativos después de la plantación.

* Una dosis del 1% significa 10 centímetros cúbicos (cc.) de producto por litro de caldo, equivalente a 160 cc. para una mochia de 16 litros.

El glifosato en robles y hayas de más de 3 años puede aplicarse de forma no dirigida en parada vegetativa.

4.4.3 Reposición de marras y recepado

La reposición de marras consiste en la sustitución de plantas muertas o en mal estado por otras nuevas. La reposición suele realizarse en los dos años siguientes a la plantación y, en especies de buen crecimiento, se deben emplear plantas mayores a las utilizadas en la plantación original para que se unifique la lucha por la competencia.

Cuando las plantas tienen mala forma no corregible mediante tallas se puede proceder a su recepado en el segundo o tercer año, en especies que broten de cepa y con buen crecimiento. Se realiza en marzo o abril y se cortarán unos 4 ó 5 cm por encima del cuello de la raíz, seleccionándose el brote más vigoroso en mayo - junio, cuando tenga unos 30 cm. Esta práctica es inútil en pies que no manifiesten el suficiente vigor.

Esquema de realización de recepe a partir de planta original con mala forma no recuperable (A), se corta a ras de suelo y de los rebrotes obtenidos (B), se selecciona el más recto y vigoroso (C).
Esquema de realización de recepe a partir de planta original con mala forma no recuperable (A), se corta a ras de suelo y de los rebrotes obtenidos (B), se selecciona el más recto y vigoroso (C).
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