Manual de selvicultura de
Frondosas Caducifolias
Índice
ÍNDICE

 

5. SELVICULTURA DE FRONDOSAS

5.1 MÉTODO DE BENEFICIO

Se refiere al origen de los árboles que conforman el bosque. La capacidad de rebrote de las frondosas posibilita su tratamiento en Monte Alto, donde los pies que conforman la masa proceden de plántulas de semilla (brinzales) y Monte Bajo, donde los pies proceden de brotes de cepa (chirpiales) o brotes de raíz (renuevos).

Cuando los árboles proceden de semilla mantienen su vigor durante períodos de tiempo más prolongados, pudiendo alcanzar dimensiones muy importantes. El rebrote supone un importantísimo vigor y crecimiento inicial, ya que todo el sistema radical de la cepa está implantado en el terreno, lo que constituye una ventaja importante para la selvicultura de estas especies. Sin embargo, a la larga el vigor de esos rebrotes se reducirá en comparación con árboles que proceden de semilla.

En muchas ocasiones, y especialmente en Galicia, los métodos de beneficio que se han indicado no están presentes de forma estricta, al no haberse seguido un criterio estable de aprovechamiento. Aparecen así mezclados pies de distinto origen y en diversas condiciones de conservación, muchos de ellos sometidos a podas intensas para la obtención de leñas y con mezclas pie a pie con pinos o eucaliptos. Todo ello dificulta la aplicación de esquemas de selvicultura desarrollados en otros países.

Las formaciones de arbolado trasmochado, es decir, con el fuste principal cortado a 2,5 metros de altura, son frecuentes, sobre todo, en los los robles y castaños.

En estos casos el porte de los árboles está totalmente alterado y la poda periódica de todas las ramas gruesas para obtener leñas suele provocar pudriciones en el tronco, con lo que a la larga estos árboles no pueden producir madera de calidad.

La mayoría de los montes de frondosas existentes en Galicia proceden de regeneración natural, bien sea en zonas ocupadas de forma más o menos continua por estas especies o en áreas de cultivo agrícola que han quedado abandonadas.

Resulta especialmente importante conservar esas áreas aplicando una selvicultura adecuada, en lugar de proceder a la tala y plantación de especies frugales de rápido crecimiento, y ello por motivos ecológicos y paisajísticos sobre todo.

En casi todas las ocasiones las únicas cortas realizadas han buscado la simple recolección de madera de cierta calidad. Esta entresaca por huroneo provoca la degradación del monte al dejar en pie los peores árboles. En algunas especies como fresno o cerezo los mejores ejemplares han sido cortados sistemáticamente, con lo que actualmente es muy difícil seleccionar buenos ejemplares en monte para su uso en programas de mejora genética.

El estado actual de los montes de frondosas, con ausencia de pies maderables y abundancia de árboles muy ramosos, retorcidos y de limitado crecimiento, puede provocar el desánimo en el propietario a la hora de plantearse actuaciones de mejora. Pero debe tenerse en cuenta, sin embargo, que las frondosas son muy sensibles al tratamiento, respondiendo positivamente a las actuaciones de mejora y muy negativamente a las que determinan una degradación, siendo esto último lo que se ha producido en la generalidad de los casos.

La adecuada selvicultura da lugar a montes de frondosas capitalizados, con elevadas existencias de madera de gran calidad, tan abundantes en los países vecinos del norte. Si se tiene en cuenta que esos bosques están constituidos por árboles nativos, con frecuente mezcla de especies, se comprenderá que se combinan en ese caso todas las funciones principales del monte (producción, protección y recreo), siendo los mejores ejemplos de adecuada gestión forestal.

La reciente proliferación de regenerados naturales de frondosas, especialmente roble, en terrenos agrícolas abandonados, ofrece buenas posibilidades de realizar una selvicultura adecuada. Ha quedado de manifiesto la dificultad de consecución de repoblados artificiales de frondosas, por lo que parece importante aprovechar lo que la naturaleza ha adelantado. Debe tenerse presente la línea de ayudas a mejoras selvícolas en montes de frondosas que mantiene la Administración Autonómica Gallega, que, si bien supone ventajas importantes, no se ha acogido con el interés que podría esperarse.

La primera impresión del viajero al contemplar esos bosques es dudar de que sean las mismas especies nativas de los bosques gallegos.

 

 

5.2 OBJETIVOS DE LA SELVICULTURA DE FRONDOSAS

Todo este conjunto de problemas no pasan desapercibidos para el propietario particular que observa con atención sus bosques y que por ello está dispuesto a cuidarlos aplicando las técnicas oportunas. Al mismo tiempo, el selvicultor se desalienta ante los múltiples problemas que plantea esta especie y las dificultades que encuentra para solucionarlos.

Se exponen a continuación unas generalidades sobre la selvicultura de frondosas que debe practicarse para producir madera de calidad. Se marca ese objetivo ya que la madera constituye el producto directo principal y más rentable que puede obtenerse de este tipo de bosques, lo que repercute directamente en el propietario y supone un interés del mismo en su conservación y mejora.

Casi todas las especies que se tratarán pueden producir madera de alta calidad, aunque muchas de ellas solo lo hacen en estaciones óptimas. La demanda de buena madera ha aumentado con el paso del tiempo, siendo las previsiones de su mercado futuro muy optimistas.

Para producir este tipo de madera se requiere que los árboles adopten un porte forestal, lo que supone las siguientes condiciones: altura del árbol elevada, con un fuste único y recto, copa reducida al tercio o a la mitad de la altura, ausencia de ramas en el tronco principal, diámetro importante del tronco y forma cilíndrica del mismo.

Es necesario advertir de la diferencia que existe entre árboles de este tipo y aquellos que, por estar orientados a la producción de fruto, presentan copas desarrolladas y tronco corto y ramificado.

De este modo, el criterio que se debe aplicar para considerar un árbol como de buena calidad no será tanto su capacidad de crecimiento y su tamaño como sus características de forma, ya que en frondosas (y especialmente en roble) es difícil encontrar pies de fuste único y recto.

Las actuaciones que deben realizarse en el monte para conseguir este tipo de árboles no difieren mucho de lo que podría ser una evolución natural del mismo, aunque se procura acelerar los procesos naturales para obtener madera a menor plazo. Este tipo de selvicultura se adapta por tanto bastante bien a una función recreativa y de conservación, aunque es evidente que siempre se dará prioridad a los árboles de mayor valor comercial, que son los que crecerán hasta llegar a las últimas cortas.

Las masas naturales producen madera sin intervención del hombre, pero con bajo rendimiento, con muchos árboles de mala calidad y pocos buenos. Por tanto es fundamental que el selvicultor intervenga en la masa para regular esa fuerte competencia, a favor de los segundos.

La mayoría de las especies frondosas presentan una débil dominancia apical, lo que quiere decir que a menudo no presentan una guía principal que se convierte en el tronco único del árbol; tienen por tanto tendencia a bifurcarse o a ramificarse abundantemente. Es importante por ello que los árboles crezcan en compañía de otros, que por el efecto de competencia lateral favorecerán la formación de troncos únicos y rectos.

Por tanto, en especies frondosas es importante mantener elevadas densidades iniciales en los primeros años, lo que ayuda a alcanzar adecuadas formas forestales. Así se consigue también una mayor base para seleccionar los mejores árboles. En montes procedentes de regeneración natural lo normal será la existencia de elevada espesura, pero en repoblaciones artificiales se acude, por motivos económicos, a menores densidades.

Los primeros años de vida son aquellos en los que el fuste se desarrolla en altura, siendo el objetivo principal la consecución de un número suficiente de árboles con forma forestal aceptable. A medida que crecen en altura y diámetro, las ramas inferiores, al ser sombreadas, mueren y caen, consiguiéndose la poda natural, que es buena en casi todas estas especies.

Efecto de la espesura: diferencias morfológicas entre árboles desarrollas en densidad, arriba, (porte forestal adecuado) y árbol aislado en crecimiento libre, abajo, (porte forestal defectuoso).

No es conveniente en ningún caso cortar ramas muy gruesas, ya que, al cicatrizar lentamente las heridas, entran con frecuencia pudriciones que hacen inservible la madera. Estas pudriciones se producen con más frecuencia en árboles viejos, por lo que la edad de corta no debe ser larga.

Si se manejan densidades no muy altas habrá que conseguir artificialmente la eliminación de ramas y la consecución de fustes rectos mediante podas y tallas de formación respectivamente.

El manejo de densidades iniciales altas permite una adecuada selección mediante cortas intermedias llamadas clareos y claras. El efecto de selección que se consigue en la selvicultura de la mayoría de las especies frondosas es importante: se parte de muchos árboles y se seleccionan sólo unos pocos que por su adecuada forma interesa que alcancen las cortas finales.

La práctica de los clareos y claras deriva de la mayor necesidad de espacio que los árboles tienen conforme aumenta su edad. En la eliminación de árboles de frondosas en cortas intermedias es preciso considerar que los de mayor altura o dominantes a veces no son los mejores, sino que presentan mala forma y gran ramosidad, por lo que deben dejarse los pies mejor conformados.

En las frondosas será fundamental efectuar una selección positiva, marcando los pies que por sus buenas características de forma interesará favorecer especialmente, ya que se supone que llegarán a las cortas finales. Esa operación se llama selección de pies de porvenir, tratándose de una fase de especial importancia y que condicionará todas las actuaciones futuras, ya que los árboles seleccionados se mantendrán prácticamente libres de competencia mediante claras a su favor.

Además del efecto de selección ya mencionado, las claras tienen un efecto de acumulación del crecimiento del monte en los árboles que se dejan en pie, es decir, un incremento del diámetro y del volumen. Cuanto mayor es el diámetro del tronco del árbol mejores serán sus posibilidades de utilización en la industria de aserrado o chapa, que es donde se paga la madera a mayor precio. Sin embargo, en frondosas es difícil obtener diámetros grandes si no se realiza una selvicultura adecuada, fundamentada en la ejecución racional de claras.

Ninguna actuación en montes de frondosas debe dar lugar a la puesta en luz repentina del tronco de los árboles, ya que estos se cubren con facilidad, en casi todas las especies, de brotes chupones, que deprecian considerablemente la madera. Es por ello que las claras no deben ser muy fuertes, ni tampoco las podas. Por otro lado, los cambios bruscos de densidad provocan incrementos fuertes del crecimiento en diámetro, con lo que los anillos de crecimiento de la madera pasan de repente a estar muy separados, lo que no es conveniente para su transformación industrial.

Tras todas las operaciones culturales que posteriormente se analizarán llega el momento de las cortas finales. En selvicultura estas cortas se llaman de regeneración, ya que dan lugar a la obtención de un nuevo arbolado. Podrá optarse en este caso por regenerar mediante plantación o conseguir regeneración natural por rebrote o por semilla, fácil de conseguir en medios atlánticos, con climas suaves y fructificaciones frecuentes.

 

5.3 NORMATIVA DE REFERENCIA EN LAS FRONDOSAS

Con carácter general, para la tala de arbolado de estas especies en terrenos de propiedad privada se necesita disponer previamente de licencia de corta, a excepción de los aprovechamientos para uso doméstico del titular. Aquella se obtiene de la Administración Forestal, en aplicación de la Ley 7/2012, de Montes de Galicia.

Aunque quedan excluidos los alisos, también están sujetos a regulación, por localizarse preferentemente en los márgenes de los cauces fluviales. Así, la corta de cualquier tipo de vegetación de los márgenes, 100 m a cada lado del cauce, precisa de la autorización preceptiva de las Confederaciones Hidrográficas para las cuencas del Miño y Duero y de la Xunta de Galicia para el resto de los ríos y arroyos, según dispone la Ley de Aguas. Para una anchura de 5 m a cada lado de los terrenos cubiertos por las máximas avenidas ordinarias, se precisa de una segunda autorización de los Servicios de Medio Ambiente Natural, en aplicación de la Ley de Pesca Fluvial de Galicia.

Así mismo no se pueden hacer plantaciones de eucaliptos en terrenos ocupados por frondosas autóctonas (todas las que incluye este manual salvo el roble americano y el chopo). Para las repoblaciones en rasos de más de 50 ha continuas, entre otras restricciones debe destinarse al menos el 10% de la superficie para instalar preferentemente frondosas autóctonas.

Las subvenciones se concretan anualmente en las órdenes de ayuda a las medidas forestales en la agricultura de la Consellería de Medio Ambiente, destinadas a la repoblación forestal en tierras no agrícolas y con frondosas caducifolias, ayudas en vigor hasta 2013.

Una segunda línea de subvención se contiene en las órdenes anuales de ayuda a las acciones de desarrollo y ordenación de los bosques, orientada a actuaciones en terrenos de monte. Los tratamientos culturales de las masas existentes alcanzan un porcentaje máximo subvencionable del 75% del presupuesto aprobado.

 

5.4 PRINCIPALES TRATAMIENTOS CULTURALES DE LA MASA

Son cuidados de gran trascendencia para el desarrollo de una masa de valor pero paradójicamente no se realizan casi nunca, sobre todo porque suponen un desembolso económico, o se ejecutan mal. Es preciso mentalizarse de la necesidad de estas operaciones de mejora si se quiere que en el futuro el monte de frondosas tenga un valor comercial.

5.4.1 Clareos

Son cortas de mejora que se aplican a la masa cuando está en los primeros estados de desarrollo, llamados estado de repoblado y de monte bravo. Se suele intervenir cuando la altura de los árboles más altos está entre 4 y 6 m. No se obtienen productos comerciales, salvo las leñas, ya que los árboles cortados tienen menos de 10 cm de diámetro a la altura del pecho.

En regenerados naturales por semilla o brotes de raíz, se produce una rápida competencia entre los pies, siendo necesario un clareo de selección, eliminando los pies manifiestamente malos, de mala forma, muy ramosos y que a menudo dominan a árboles con mejor forma y de más porvenir, por lo que se les llama árboles lobo. Si la densidad de estos regenerados naturales es muy alta, cuando los pies tienen de 0,5 a 2 m de altura se pueden abrir fajas desbrozadas mecánicamente de 3 a 3,5 m de ancho, dejando fajas arboladas de 12 m, donde se efectuarán los clareos manuales selectivos hasta conseguir la densidad adecuada.

En los clareos debe procurarse que las intervenciones no sean excesivamente intensas, o sea, con extracciones de un elevado número de pies de una sola vez, y que los individuos dejados no sean muy esbeltos, ya que serían bastante sensibles a los descopes y roturas por viento o nieve.

Operaciones de clareo y poda demasiado fuertes en un abedular joven, con excesivo espaciamiento y reducción de la copa. Operaciones de clareo y poda demasiado fuertes en un abedular joven, con excesivo espaciamiento y reducción de la copa.

Los clareos sirven también para regular la composición específica del monte, ya que se cortarán los arbustos y matorrales que ejercen una fuerte competencia y no tienen un futuro valor comercial. La corta no supone la eliminación, porque la mayoría de estas especies rebrotan, pero conviene que queden sometidas a la dominancia de aquellas que nos interesan: robles, cerezos, fresnos, castaños o alisos.

5.4.2 Tallas de formación y podas

La talla de formación es una operación selectiva en la copa de la planta que busca formar un fuste continuo, derecho y vertical. Consiste en suprimir o recortar horquillas, dobles o triples guías y también eliminar ramas que empiezan a engrosar mucho, o las que salen muy verticales y pueden llegar a competir con la guía terminal.

Estos defectos pueden ser debidos a heladas tardías que debilitan la yema terminal y provocan horquillas, como en fresno y roble americano, y a ataques de insectos o de la fauna silvestre. Las plantas genéticamente mal adaptadas también desarrollan con frecuencia defectos de forma.

En ocasiones las operaciones de talla consisten únicamente en recortar o despuntar las ramas para evitar que desarrollen excesivamente, dejando varias yemas para que continúen alimentando al árbol; esta operación da buenos resultados en el roble americano, haya o castaño, pero no en nogal. Cuanto antes se realicen las tallas más económica y efectiva resultará la operación.

A partir de una planta de frondosas de mala forma (O) se indica la forma inadecuada de tallar (A) y la correcta (B) A partir de una planta de frondosas de mala forma (O) se indica la forma inadecuada de tallar (A) y la correcta (B)

Las tallas son operaciones costosas, pero absolutamente necesarias cuando se planta a poca densidad. No debe pretenderse tallar de forma pormenorizada todos los árboles del monte, sino más bien aquellos de mejor calidad. Es frecuente en frondosas observar árboles podados muy precozmente y que en cambio no son tallados o lo son demasiado tarde.

Las tallas de formación se realizarán repetidamente (cada dos o tres años) hasta conseguir formar un fuste recto en los primeros cuatro a seis metros del árbol. La herramienta más adecuada para realizarlas es la tijera montada sobre pértiga telescópica y accionada por cuerda.

Ejemplar de roble americano donde es precisa la realización de una talla de formación. Ejemplar de roble americano donde es precisa la realización de una talla de formación.

La poda es la supresión sistemática de ramas para conseguir una parte del tronco libre de nudos. Esta operación no siempre es necesaria ya que si los árboles están en espesura se produce fácilmente de forma natural. Debe ser una operación que no será intensa pero sí progresiva y frecuente puesto que la supresión de ramas vivas puede causar disminución del crecimiento.

Esta plantación de roble americano ha sido objeto de poda, cuando lo necesario hubiera sido realizar tallas de formación Esta plantación de roble americano ha sido objeto de poda, cuando lo necesario hubiera sido realizar tallas de formación

La poda busca obtener un tronco libre de nudos hasta 6 - 8 m de altura como máximo, ya que las podas a alturas superiores son frecuentemente antieconómicas.

Las intensidades de poda más fuertes consideradas admisibles oscilan entre 1/3 y 1/2 de la altura total del árbol, ya que una poda excesivamente intensa merma mucho el crecimiento y produce un desequilibrio entre la parte aérea y radical que muchas frondosas tratan de restablecer emitiendo numerosos brotes chupones.

Es muy importante realizar un corte correcto, que será limpio y próximo al tronco, sin dejar muñones que posteriormente serían englobados y darían nudos muertos que depreciarían enormemente la madera. Pero se respetará el rodete basal de inserción para no hacer una sección de corte excesivamente grande y para facilitar la cicatrización. (Es un error muy frecuente el realizar el corte muy a ras del tronco, dañando la corteza de este y haciendo una sección grande que tardará más tiempo en recubrirse y estará más expuesta a heladas y pudriciones.)

La poda realizada en A resulta correcta. En B se ha cortado excesivamente a ras de tronco, eliminando la base de la rama. En C se ha dejado excesivo muñón.

La mejor época suele ser justo antes del comienzo de la actividad vegetativa, a principios de primavera, ya que la cicatrización es más rápida. Sin embargo, algunas especies como el nogal o el abedul presentan en estas fechas una presión alta de savia, por lo que se podarán a finales de verano.

Para las podas es adecuado el empleo de tijeras manuales de mango largo, con sistema de corte tipo deslizante tradicional o tipo cizalla. Las tijeras con sistema de desmultiplicación y mangos de 70 cm permiten cortar ramas de hasta 4,5 cm, con excelente calidad de ejecución.

5.4.3 Claras

Las claras son operaciones intermedias de corta de árboles que presentan ya un valor comercial pero que no interesa mantener hasta las cortas finales. Liberan el espacio que los árboles de porvenir necesitan a medida que se desarrollan en altura y resultan indispensables para tener buenos crecimientos, al concentrar en los mejores árboles la producción de madera. Las claras son operaciones convenientes para mejorar montes de frondosas con porvenir comercial.

Con ellas se consigue:

    - Obtener madera antes de la corta final y por tanto rentas intermedias.

    - Seleccionar, suprimiendo los malos árboles en favor de los mejores.

    - Hacer engrosar antes el tronco de los pies que quedan, al distanciarlos.

    - Madera homogénea, por el crecimiento regular y sostenido.

    - Adelantar el momento de la corta final.

A pesar de todas estas ventajas, las claras son frecuentemente olvidadas, y cuando se practican no se hacen con la periodicidad e intensidad deseadas.

El propietario forestal no realiza claras por desconocimiento, falta de mercado o bajo precio de la madera delgada, dificultad de ejecutar las claras sin estropear los árboles restantes, etc., pero sobre todo, por la falta de convicción sobre la finalidad de estos tratamientos.

  • Primera clara
  • El momento de realizar la primera clara es una decisión importante, ya que una demora de la misma puede condenar el futuro de la masa. En general, es preferible intervenir demasiado pronto que demasiado tarde. Cuando las primeras claras son tardías, los "árboles lobo" ocupan el espacio y someten a los de mejor forma a una fuerte competencia, sombreándolos durante bastante tiempo, con lo que pierden la capacidad de reaccionar al liberarles de esa dominación (han perdido su vigor, tienen una reducida capacidad de crecimiento y, a menudo, se curvan o rompen por efecto de la nieve o el viento). Sólo las especies con temperamento de sombra, como el haya, reaccionan convenientemente en ese caso.

    Aplicación de claras en la carballeira de San Fitorio (Labio, Lugo).

    Para fijar este momento de comienzo habrá que observar las copas y en particular, la altura del árbol a la que aparecen ramas vivas. Si la copa viva se ha reducido al tercio superior del árbol deberá intervenirse en claras de forma urgente, ya que existirá una notable reducción del crecimiento en grosor.

    La primera clara se aplicará eliminando los pies torcidos, deformes, dañados y árboles lobo, es decir, los pies que dominan pero que no son aceptables como pies de futuro.

  • Elección de los árboles de porvenir
  • Es muy frecuente en la selvicultura de frondosas realizar una selección de pies de porvenir, que son aquellos que tienen mejor forma e interés de cara al futuro, por lo que se reservarán para las cortas finales. Estos pies se elegirán inicialmente por criterios de vigor, serán árboles del estrato dominante, con copa equilibrada, fuste recto, sin defectos, taras o enfermedades.

    Estos criterios serán los más importantes, aunque además se tratará de buscar una distribución lo más regular posible. El número de árboles de porvenir a elegir dependerá de la especie y del objetivo de producción, y variará entre 50 y 300 pies/ha. A efectos de la selección se primará la calidad de los pies frente al espaciamiento final que se propone, esto es, dos árboles buenos y vigorosos, aunque se encuentren a una distancia menor que el espaciamiento final, serán preferibles a otros dos mediocres situados a dicho espaciamiento.

    Los árboles de porvenir se elegirán cuando exista ya una clara posibilidad de diferenciar en el monte los individuos según las posiciones de sus copas (dominantes, codominantes, intermedios y dominados) y una cierta seguridad de que los elegidos seguirán manteniendo su vigor y calidad de forma. La elección puede hacerse entre los 20 y 40 años, según las especies. Una vez elegidos los árboles de porvenir, éstos son marcados y posteriormente se harán las claras en su favor.

    Normalmente se suele hacer una predesignación de candidatos a árboles de porvenir para facilitar la selección definitiva de la población final y se suelen escoger, en una primera designación, el doble de los finales.

    En el caso de las llamadas "frondosas preciosas" (fresno, cerezo, nogal, roble americano y arce), donde la población definitiva oscila entre 50 y 90 pies/ha, se suelen designar como candidatos a pies para la corta final un número cuatro veces superior (200 a 360 pies/ha). Para ejecutar esto correctamente se suele recurrir a replantear parcelas rectangulares que se marcan en sus extremos para no equivocarse, que recojan unos 10 árboles en dos filas. Los árboles de porvenir o los candidatos se señalan con pintura y se cuidará que no se incluyan por error en parcelas vecinas.

    Masa densa de carballo en la que no se han realizado claras (Hombreiro, Lugo).

     

  • Claras posteriores
  • Una vez elegidos los pies de porvenir, las claras siguientes se harán a favor de ellos (claras de selección positiva) y se eliminarán, tras una buena observación, los pies que más compiten con los que se han designado como de porvenir. Serán claras por lo alto, porque las realizadas por lo bajo tienen poco efecto sobre la reducción de la competencia, y además, los pies cuyas copas conforman el estrato inferior de la masa constituyen un acompañamiento muy útil, puesto que protegen y mantienen en sombra los troncos de los árboles de porvenir.

    La necesidad de claras vendrá dada por el crecimiento en altura de los árboles de porvenir (árboles del estrato dominante). Cuanto más rápido crezcan en altura mayor será la frecuencia de las claras. Desde el punto de vista selvícola, las operaciones de clara ideales deberían ser frecuentes y moderadas, aunque el aspecto económico obliga, en ocasiones, a realizarlas espaciadas y fuertes.

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