Manual de selvicultura de
Frondosas Caducifolias
Índice
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6. SELVICULTURA DE LAS PRINCIPALES ESPECIES DE FRONDOSAS FORESTALES PARA EL NORTE DE ESPAÑA

En esta parte del manual se presentan de forma resumida aspectos básicos de la selvicultura de algunas de las frondosas forestales consideradas como más interesantes para el propietario forestal del Noroeste de España. Se han omitido o reducido especies poco representadas en esa área y otras de las que existe muy poca experiencia o información práctica.

 

 

6.1 Betula alba ssp. celtiberica: Abedul. Bidueiro

Los abedules aparecen especialmente en el Norte de la Península Ibérica, con algunas representaciones hacia la zona centro. El abedul del cuadrante noroccidental se ha considerado en ocasiones como especie distinguible de otros abedules, y a él nos referiremos en este manual. En Galicia está presente en la práctica totalidad del territorio, siendo más frecuente en las provincias de A Coruña y Lugo y más escaso en la de Pontevedra.

El abedul resiste condiciones climáticas duras, como fríos invernales intensos, vientos y nevadas. Es muy resistente a heladas y alcanza en Galicia cotas no superadas por ninguna otra frondosa, llegando a los 1700 m. No soporta las condiciones climáticas mediterráneas, requiriendo elevada humedad ambiental durante casi todo el año. Así, en la Galicia meridional, con veranos más secos, aparece de forma natural únicamente en las proximidades de los cursos de agua o en zonas con suelo relativamente húmedo todo el año.

Es una especie muy rústica y poco exigente en cuanto a la calidad de los suelos, resiste los muy ácidos y pobres siempre que no sean excesivamente filtrantes, y soporta el encharcamiento estacional. Es en este sentido una excepción entre las especies frondosas, resultando muy interesante esta especie para ser utilizada como nodriza, que mejora las condiciones del suelo para la instalación posterior de otras más exigentes.

El temperamento del abedul es de luz, por lo que no le va bien, desde la primera edad, la cubierta arbórea. Se considera una especie de temperamento robusto y colonizadora. En los montes gallegos en los que vegeta bien se aprecia a menudo como coloniza los brezales y en general los matorrales de degradación avanzada, en terrenos devastados por frecuentes incendios.

La regeneración del abedul es muy buena a partir de semilla, fructificando en abundantes cosechas anuales a partir de los 10 años. Requiere sin embargo terrenos despejados para el desarrollo de las plántulas, condiciones que se dan en terrenos labrados o quemados. Brota bien de cepa aunque no de raíz.

El abedul alcanza normalmente los 15 - 20 m de altura, presentando copa redondeada y clara que produce poca sombra. Es especie poco longeva que no sobrepasa normalmente los 130 años. Las raíces son poco profundas y extendidas.

El crecimiento es de tipo medio, relativamente rápido hasta los 30 años aproximadamente, ralentizándose posteriormente hasta estancarse en torno a los 50 años de edad. Los rendimientos son del orden de 4 a 8 m3/ ha/ año.

La madera es de coloración blanca a blanca-amarillenta, pero toma un color rosa-anaranjado en los árboles maduros y enrojece con posterioridad al aserrado.

Puede presentar manchas de color castaño oscuro y curso de la veta irregular.

Tiene un cierto brillo y grano fino y homogéneo. Su densidad aserrada y secada al aire es del orden de los 673 kg/m3. El secado es relativamente bueno, sin grandes deformaciones, contracciones o grietas. Toma bien los tintes y es fácil de trabajar. No resiste la intemperie y es muy vulnerable al ataque de hongos e insectos, por lo que no debe ser empleada en exteriores salvo que sea tratada con productos químicos protectores. Tiene buenas características mecánicas.

Puede considerarse en general como de calidad intermedia.

La dificultad para encontrar fustes derechos y de grandes dimensiones limita considerablemente los usos actuales de la madera de abedul. Se emplea para pequeñas piezas de madera, tornería y talla, muebles, bastidores, artículos deportivos y suelos de madera (parquets, entarimados). Puede emplearse para obtención de chapa, para lo que conviene tanto la madera limpia como aquella con defectos tales como lupias y verrugas. Da una leña y carbón de gran calidad.

Selvicultura:

Especie poco empleada en repoblación, los montes de abedul existentes provienen en su mayor parte de regeneración por semilla después de incendio, abandono de terrenos agrícolas o de regeneración por rebrote tras corta.

Abedul de porte excelente en el monte vecinal en mano común de Teixeiro(Lugo)

A menudo el abedul se desprecia por ser una especie que aparece por regeneración natural en los montes, casi siempre con elevadas densidades de plántulas que al crecer sin los mínimos cuidados conducen a masas impenetrables, con árboles de reducido o nulo valor comercial.

Parcela de repoblación en monte conveniado de Betula albade 16 años, (Castrocaldelas, Ourense). Sería preciso realizar un primer clareo

Sin embargo, la mayor relevancia selvícola del abedul es precisamente su capacidad de crecer en condiciones de suelo bastante negativas, donde tiene además un efecto de especie mejoradora que puede dar paso al empleo de otras más exigentes, con un crecimiento interesante si se le aplican actuaciones selvícolas adecuadas.

Siempre será conveniente su uso en mezcla en repoblaciones de coníferas, donde incluso en unas proporciones reducidas, como un 10% de los pies, proporciona una nota de color sin llegar a dar una gran competencia. En repoblaciones de coníferas es interesante también su uso en plantaciones en bandas para crear cortafuegos verdes. Asimismo, como se comentó, puede desempeñar la función de especie protectora secundaria, en mezcla con frondosas exigentes.

Un marco de plantación apropiado es 3 x 3 m (1100 pies/ha), debiendo emplearse planta de dos savias, a raíz desnuda, de unos 60 a 70 cm de altura. En regenerados naturales es adecuada una densidad inicial de unos 1100 pies/ha, pudiendo llegar a 1600 pies/ha, aunque lo normal sin embargo es la existencia de densidades altísimas que requieren intervenciones muy intensas y precoces. Si no se hace así las masas se autoaclaran poco a poco, pero los individuos carecen de la talla y el vigor suficientes, debido a las duras condiciones de competencia.

Este es uno de los principales problemas en los montes de la especie y dificulta la posibilidad de alcanzar diámetros de corta interesantes.

Las intervenciones de clareo deben ser por tanto tempranas e intensas, para reducir la densidad a valores del orden de 1300 pies/ha en una o, a lo sumo, dos intervenciones de corta. Estas deben ser semisistemáticas, abriendo calles para facilitar las operaciones de saca. Los productos obtenidos solo valen para leñas, pero la actuación es totalmente indispensable.

El abedul suele presentar bifurcaciones y mala poda natural, por lo que es necesario tallarlo y podarlo. Las tallas de formación se harán entre los dos y los seis años y se efectuará una poda baja cuando la altura total sea de 6 m, con poda alta adicional que se centrará en los mejores 500 a 600 pies/ ha. Estas operaciones se deben hacer a partir de mayo, ya que en la parada vegetativa invernal presenta una fuerte presión de savia que se derramaría por las heridas de poda.

El abedul es muy exigente en espacio vital, por lo que son necesarias claras vigorosas para que los árboles crezcan convenientemente en diámetro. Cuando la densidad se ha reducido a valores próximos a 1100 o 1300 pies/ha, la primera clara se realiza entre los 10 y 15 años, eliminando hasta la tercera parte de los árboles, cortando los individuos menos vigorosos y los peor conformados.

Es conveniente una selección temprana de los árboles de porvenir, operación que puede realizarse sobre los 20 años, coincidiendo con la segunda clara. La selección de los mejores 300 pies/ha no es sencilla por la tendencia del abedul gallego a bifurcarse y tener ramas gruesas, por lo que siempre surgirán problemas al elegir los pies de mejor forma y su distribución uniforme sobre el terreno (la distancia media entre árboles debe ser de unos 6 m), ya que a menudo árboles de buen porte están muy próximos entre sí. Será recomendable en este caso dar prioridad a los criterios de forma.

Plantación de abedul en el que se efectuó una clara y poda baja (Viveiro, Lugo).

La selección de pies de porvenir permite realizar esa segunda clara en su provecho, eliminando específicamente los pies más próximos a los de porvenir y que pueden someterles a mayor competencia. Será conveniente que el desarrollo de sus copas sea prácticamente libre a partir de estos momentos.

La tercera y última clara puede realizarse hacia los 25 años, y se dejarán en pie los árboles que llegarán a la corta final, en número de 300 por ha.

La edad de corta está entre 35 y 40 años para una máxima producción de madera, pero la obtención de diámetros de 30 a 35 cm se consigue con edades de 40 - 45 años. No es conveniente prolongar mucho más la edad de corta por la frecuencia de las pudriciones de árboles en pie.

 

 

6.2 Alnus glutinosa Aliso. Amieiro, Ameneiro

El aliso está presente en la práctica totalidad del territorio español, si bien se hace más escaso en las comarcas áridas del sudeste. En Galicia aparece en las cuatro provincias, en bosques de ribera, vaguadas húmedas y humedales, donde forma alineaciones o pequeños bosquetes, a menudo en mezcla con otras frondosas.

Es especie bastante plástica en cuanto a condiciones climáticas, siempre que tenga disponibilidad permanente de agua en el suelo. Se desarrolla bien en climas de tipo templado-cálido o templado-frío, tolerando fríos invernales de cierta intensidad, pero no heladas tardías primaverales. Aparece en Galicia desde el nivel del mar hasta los 1200 m de altitud.

Es indiferente a la naturaleza del sustrato, aunque con preferencia sobre los de naturaleza silícea, soportando los arcillosos y pesados y, por supuesto, el encharcamiento estacional. Es especie mejoradora del suelo al fijar el nitrógeno atmosférico mediante las asociaciones de sus raíces con bacterias, por lo que es capaz de enriquecer suelos pobres, y en plantaciones mixtas, se ha comprobado que incrementa considerablemente el crecimiento de las otras especies.

Debe tenerse presente que el aliso requiere un contacto casi permanente de sus raíces con el agua para sobrevivir, lo que excluye para la repoblación las áreas algo alejadas del borde del cauce o de los humedales, y en general todas aquellas en que la capa freática descienda mucho en verano. La presencia natural del aliso se reduce en general a bandas estrechas que son indicativas de esas condiciones.

Es una especie de luz y de temperamento robusto, que crece vigorosamente en su edad juvenil si está libre de competencia.

Es especie pionera y consolidadora, con muy buena capacidad de regeneración tanto de semilla como por rebrote de cepa, aunque no brota de raíz. Fructifica a partir de los 20 - 30 años, por lo general anualmente, dispersándose las semillas por el viento o el agua.

Puede alcanzar alturas de hasta 25 m, con copa regular, densa y redondeada en los pies maduros. Crece con el fuste muy recto y presenta muy buena dominancia apical, dando por tanto troncos rectos y cilíndricos, siendo la poda natural excelente. El sistema radical es somero y bien desarrollado.

El crecimiento es de medio a rápido, con rendimientos del orden de los 9 a 11 m3 / ha/ año. Es especie poco longeva que alcanza 100 - 120 años.

Tiene el aliso una madera homogénea y de color blanquecino, que se vuelve rojiza al poco de cortarla. No resiste la intemperie, pero es enormemente durable si está siempre sumergida. Es de dureza y grano variable, fibra recta y homogénea.

Es bastante ligera, con densidad seca al aire de 580 kg/m3. Es fácil de trabajar, se seca bien y pronto y admite los tratamientos superficiales, lo que la hace adecuada para imitar maderas de más calidad (ébano, caoba, nogal o cerezo).

Se emplea para la obtención de chapa por desenrollo o rebanado (chapa a la plana), así como en aserrado, con segunda transformación para muebles, aunque no abundan los árboles de elevado diámetro, lo que provoca importaciones de madera centroeuropea y de Estados Unidos. La leña es mediocre. Se emplea mucho en trabajos de artesanía: talla, tornería, juguetería, instrumentos musicales, reglas de dibujo, mangos de herramientas, etc.

Selvicultura:

El aliso es una interesante especie, productiva y protectora de las riberas de los ríos, por lo que siempre interesará favorecerlo mediante plantaciones o tratamientos en las ripisilvas en las que aparece. Vegeta perfectamente en las estaciones de suelo muy húmedo y ácido, que no convienen en absoluto a los chopos u otras especies que son sensibles a la asfixia radicular por falta de aireación del suelo, y en las que la única alternativa de plantación es el abedul.

Se puede plantar a densidades desde 1100 pies/ha (3 x 3 m) a 1600 pies/ha (2,5 x 2,5 m), dando los mejores resultados en la rectitud de los árboles y mayor base para seleccionar pies en las vigorosísimas claras que serán necesarias.

Parcela de repoblación de aliso de excelente resultado en un monte consorciado (Barbadas, Ourense).Se aprecia una poda algo excesiva.

La planta será difícil de encontrar en los viveros comerciales dado su escasísimo nivel de uso en Galicia, siendo recomendable en cualquier caso la de una o dos savias y altura próxima a un metro, preferiblemente de buenas procedencias locales. Muchos propietarios forestales usan plantas de regeneración natural arrancadas en las proximidades de pies de calidad, lo que es válido en esta especie por su elevada tasa de supervivencia y vigor inicial y solventa los problemas mencionados. Habrá de esmerarse la protección en todo momento del sistema radical de la planta al ser muy sensible a la desecación.

Debe tenerse presente que los drenajes u otras intervenciones que supongan una reducción del nivel de la capa freática provocan efectos muy negativos para la supervivencia posterior de los los alisos plantados. Otros factores contribuyen, así mismo, a la degradación de las alisedas: la fragilidad de estas masas debido a su habitual fragmentación, la canalización de los cauces fluviales, la construcción de embalses, el ajardinamiento de riberas o la extracción de áridos. A estos factores hay que añadir más recientemente un debilitamiento severo de la especie, que se observa desde los años 90, acentuándose en los últimos años con una elevada mortalidad del aliso en Galicia y en otras regiones de España. Se trata de una mortalidad específica, que no afecta a otras especies que pueden compartir con el aliso el mismo nicho ecológico, como el sauce, el arce, el abedul o el fresno. Aunque el origen de la mortalidad se atribuye a un hongo del género Phytophthora las determinaciones efectuadas sobre muestras de pies enfermos en Galicia solo han permitido detectar hongos del género Armillaria.

Las alisedas requieren intervenciones muy precoces e intensas si se quiere que los pies crezcan con suficiente vigor, evitando que los mejores árboles puedan sufrir competencia, ya que ello retrasaría la producción de madera de buena dimensión. Además, si las intervenciones son tardías los pies tienen excesivo desarrollo en altura en comparación a su diámetro, por lo que los que se dejan en pie tienden a curvarse y cubrirse de chupones.

La primera clara puede realizarse hacia los 10 años, afectando casi a la mitad de los árboles y la segunda a los 20 años, una vez elegidos los pies de porvenir que serán unos 250 pies/ha.

Convendrá efectuar tallas de formación y poda, especialmente en las plantaciones, pero también en los rodales naturales que se pretenden mejorar.

Conviene aplicar en los pies de porvenir podas altas, alcanzando los 6 m de fuste podado.

Los tratamientos de mejora en alisedas naturales pueden incluir claras para reducir la densidad de árboles y seleccionar los de mayor interés económico, podas de individuos bien conformados y con interés futuro, selección de brotes en montes bajos (se dejará un único brote por cepa) y corta selectiva de arbustos de menor interés que compitan fuertemente con los alisos.

Si la aliseda se trata con cierto retraso habrá que seleccionar unos 250 pies/ha y una serie de brotes de acompañamiento para conseguir que los de porvenir no se curven ni cubran de chupones, y a partir de ahí se actuará progresivamente en su beneficio.

Su facilidad de rebrote por cepa permite el tratamiento en monte bajo, que ha sido el más frecuente usando turnos muy reducidos (incluso de 5 - 15 años para la obtención de leñas, de unos 35 - 40 para obtención de maderas). En monte alto los turnos son de 40 - 60 años. En las cortas finales pueden alcanzarse, de haberse realizado convenientemente las claras, 250 pies/ha con diámetro medio de unos 45 cm.

Dado su relevante papel protector las cortas han de ser parciales, sin que queden claros importantes a lo largo de las riberas de los ríos. Están reguladas por normativa como se trata en el apartado correspondiente. Debido a sus requerimientos elevados de luz pueden hacerse cortas a hecho en dos tiempos, eliminando la mitad de los pies en cada corta y espaciando estas unos 8 años. En el momento de realizar la segunda corta el rebrote de la primera asegurará el sombreado del curso y la protección de la ribera.

Siendo el nivel de cortas importante en Galicia, el propietario debe asegurarse de que la madera de buen diámetro se valora convenientemente, no siendo admisible en este caso aplicar precios similares a los de la rolla de pino como muchas veces ocurre.

 

6.3 Fraxinus excelsior Fresno eurosiberiano. Freixo

El fresno común, Fraxinus excelsior, es de distribución amplia por toda Europa y es la especie más frecuente en el Norte de España. En las áreas más mediterráneas de Galicia aparece Fraxinus angustifolia, que es especie de menor interés productivo.

El fresno no forma grandes masas, siendo lo normal que aparezca de forma aislada en bosques mixtos de frondosas de ribera. En las riberas de Asturias sobre sustrato calizo son frecuentes los bosquetes con predominio de fresno.

El fresno común requiere climas atlánticos de verano húmedo, precisando aporte hídrico abundante y continuado en el tiempo, lo que puede venir dado por una posición en vaguada. No soporta períodos de suelo seco. No es especialmente sensible al frío pero sí a las heladas tardías.

Crece sobre suelos de naturaleza variada, pero mejor en aquellos con pH próximo a la neutralidad y sobre sustrato calizo. Es muy exigente en profundidad y fertilidad del suelo. No soporta suelos excesivamente drenados o aquellos con presencia constante de agua freática en superficie. En general ocupa posiciones topográficas de vaguada o partes bajas de ladera en umbría, pudiendo ocupar laderas más expuestas si existen aportes suficientes de agua freática.

Parece ser una especie de media luz, que soporta una cierta cubierta en los primeros años, pero que necesita ser liberada rápidamente para crecer con vigor.

Se reproduce muy abundantemente por semilla, aunque los regenerados desaparecen bajo la hierba si no reciben los cuidados necesarios. Fructifica a partir de los 25 años dando cosecha anualmente. Rebrota vigorosamente de cepa, pero no de raíz.

Alcanza hasta 30 - 35 m de altura, con copa ovalada y poco densa y tronco recto y cilíndrico. Tiene buena dominancia apical, si bien presenta frecuentes horquillas derivadas de daños en la yema principal (frecuentemente por heladas tardías). El sistema radical es profundo y bien desarrollado. Es especie medianamente longeva, de 150 a 200 años.

El crecimiento es de medio a rápido y bastante sostenido, con rendimientos del orden de 7 - 10 m3/ha año.

La madera puede considerarse como preciosa. Es de color claro, con albura de tonalidad crema y duramen (cerna) más rosado en los ejemplares maduros. Recién cortada toma un tono rosa pálido. Su aspecto es similar al de la madera de castaño, pero es algo más clara y brillante. Se distingue del fresno americano porque éste tiene un duramen más diferenciado. El grano es de tipo medio y la fibra recta. Es semidura, de peso variable y muy elástica y resistente. Admite el curvado. Se seca rápidamente y es relativamente estable (no se hincha ni se contrae apreciablemente con las variaciones de humedad). Su densidad, secada al aire, es de 810 kg/m3. Se sierra y trabaja a máquina fácilmente, admitiendo bien los tratamientos superficiales. Bien alisada es brillante y presenta grandes acanaladuras debido a los poros, con la veta a menudo ondulada. Resiste a los hongos, pero no a los insectos ni a la intemperie (es dañada por los cambios de humedad) y tiende a perder color con el tiempo.

Madera de excelente calidad, se emplea en artículos deportivos, mangos de herramientas, escaleras, carruajes, embarcaciones y, en general, en usos donde se han de soportar golpes y sacudidas. Tiene aplicación importante en chapados de recubrimiento, suelos de madera, muebles y tornería, aunque la inexistencia de pies de buena dimensión y la consecuente necesidad de importaciones limita esos usos. Apreciada como combustible y para la elaboración de carbón vegetal.

Selvicultura:

Dada la rapidez de su crecimiento y la calidad de su madera siempre interesará potenciar a esta especie, favoreciéndola en los montes mixtos en que aparece, introduciéndola en plantaciones de enriquecimiento o en pequeñas plantaciones puras. Es casi imposible encontrar grandes superficies de condiciones adecuadas para plantar esta especie.

Un reciente programa de mejora genética, que afecta a esta especie así como a cerezo y arce, permite ser optimista de cara a contar en el futuro con plantas seleccionadas, si bien hoy en día hay que conformarse con que la semilla se haya recogido de árboles de cierta calidad.

El fresno, aunque exigente en humedad y calidad de suelos, es una de las frondosas que, junto al cerezo, presenta mejor porte forestal

Las plantaciones puras se deben realizar a densidades de 625 a 1100 pies/ha (4 x 4, 3 x 3 m). Es una especie frecuente en plantaciones de enriquecimiento de montes arbolados degradados o con poco valor comercial, junto con nogal, cerezo, arce o aliso, si bien requiere terrenos de alta calidad. Es suficiente en este caso plantar unos 200 pies/ha de fresno u otras especies de enriquecimiento. Las plantas son muy apetecidas por la fauna silvestre.

Será necesario realizar tallas de formación desde el segundo año, con intervenciones anuales o bianuales, tallando especialmente los mejores árboles.

Aunque la poda natural es muy buena se hace necesario podar cuando la densidad de plantación es baja. La poda puede ser bastante precoz y fuerte por la poca tendencia que tiene la especie a cubrirse de chupones y afectará a 200 - 300 pies/ha.

pies/ha. Al ser exigente en luz y de crecimiento rápido hace que sea muy sensible a la competencia intraespecífica y por tanto se debe de aclarar vigorosamente ya desde el monte bravo, eliminando árboles lobo, ahorquillados y especialmente los afectados por el chancro, con el objetivo de que la enfermedad no se propague.

Sobre los 30 años se realizará una clara con selección de árboles de porvenir, que estarán espaciados unos 12 metros (densidad de tan solo 70 pies/ha), lo que es indicativo de las grandes necesidades de luz que precisan los pies maduros.

Esos árboles serán favorecidos de modo que sus copas crezcan casi sin competencia. Tras esa clara la densidad puede ser de unos 300 pies/ha, incluidos los de porvenir.

El turno de corta se fija en 60 años, edad a la que deben alcanzarse diámetros de unos 55 cm si se han realizado claras vigorosas. No conviene prolongar mucho más el turno porque los fresnos se ven afectados por la pudrición denominada corazón negro.

Las cortas habrán de hacerse parcialmente en áreas de ribera, o como mucho cortas a hecho en bosquetes de reducida superficie. Será interesante aprovechar la regeneración natural que se deriva de las cortas, evitando así los costes de una nueva plantación.

 

6.4 Acer pseudoplatanus Arce sicomoro. Pradairo

En España el arce es un árbol abundante en los bosques de los Pirineos y cornisa Cantábrica. En Galicia es frecuente en la parte norte y este, pero no llega a formar masas puras, apareciendo en mezcla con otras especies, frecuentemente el haya , el roble o el fresno.

Es especie de climas frescos, exigente en precipitaciones y humedad ambiental. No soporta atmósferas muy secas. Es muy resistente al frío y a las heladas, alcanzando en Galicia altitudes de 1300 m.

Requiere suelos profundos y frescos, exigiendo bastante fertilidad y humedad edáfica. Tolera los suelos pedregosos. Es indiferente a la naturaleza geológica del sustrato, resistiendo la presencia de caliza activa. No tolera los suelos de pH extremadamente ácido, por debajo de 4,5.

Es especie con temperamento de media sombra, que agradece una cierta cubierta en los primeros años para su instalación.

La regeneración por semilla es muy buena si existe cubierta protectora, dando regenerados densos en zonas de valle. Comienza a fructificar a los 25 - 30 años, y lo hace anualmente en abundancia. El rebrote de cepa es mediocre, con escasa vitalidad.

Alcanza de 25 a 30 m de altura, con copa amplia, densa y ovalada. Presenta raíces bastante someras. La longevidad es de 150 a 200 años.

El crecimiento es rápido en los primeros años, decreciendo en la madurez. Rendimiento de 5 - 7 m3/ha/ año.

La madera es blanca, lustrosa, fácil de trabajar, ligera, homogénea , duradera y moderadamente estable ante los cambios de humedad. Es bastante dura y de buena resistencia mecánica. Puede considerarse como de alta calidad.

Los usos son carpintería en general, siendo apreciada en ebanistería y tornería. Da una chapa de excelente calidad, para lo que se requiere desde luego importantes diámetros.

Selvicultura:

El arce tiene un gran interés como árbol ornamental, para uso en barreras cortavientos, por tratarse de una especie natural en los bosques atlánticos y también por su importante crecimiento y por la calidad de su madera.

Es una especie forestal que se debe potenciar en las masas mixtas en las que aparece (formando como mucho bosquetes de reducida extensión) e incluso emplearse en plantaciones de enriquecimiento, usando plantón grande. Es más adaptable que la mayoría de las especies frondosas (salvo el abedul) y, en todo caso, más frugal que los robles del país y el haya, por lo que su empleo en repoblación es muy aconsejable.

Repoblación de arce de tres años con planta de dos savias (Vilariño de Conxo, Ourense). La protección lateral del arbolado facilitó el éxito de la plantación.

Desafortunadamente no se cuenta actualmente con progresos importantes en la mejora genética de esta especie en el Norte de España, aunque algunos viveros recogen semilla local de árboles con buen porte forestal, hecho que debe considerarse a la hora de adquirir las plantas.

Resiste de forma excelente los vientos fuertes, incluso en zonas costeras que sufren los vientos del Atlántico. Es por tanto muy adecuada para cortavientos, en los que debe emplearse preferentemente mezclada con coníferas.

Debido a su temperamento, se debe mantener con una densidad relativamente alta al principio de su desarrollo, para favorecer la poda natural, que en general no es buena. Agradece mucho el abrigo lateral. En plantaciones puras pueden considerarse densidades de unos 1600 a 2500 pies/ha, con plantas de una o dos savias a raíz desnuda de 60 a 120 cm de altura. Las plantas tienen un extraordinario vigor inicial, creciendo en altura de forma intensa.

Las tallas de formación son recomendables al ser frecuentes los brotes vigorosos y casi verticales y afectarán a unos 300 pies/ha (pies de porvenir). Su autopoda es lenta y por tanto requiere podas hasta una altura de 6 m, lo que tan solo se hará en los mejores pies.

Las claras posteriores son primero moderadas y luego más fuertes, aunque debe considerarse su gran tendencia a cubrirse de chupones cuando su tronco se aclara bruscamente.

El turno de corta se sitúa entre los 60 y 80 años, siendo por tanto reducido en comparación con otras especies frondosas, por lo que conviene respetar y promover los pies de arce que aparecen en robledales o hayedos. La regeneración natural es muy fácil de obtener tras las cortas de aclareo sucesivo que normalmente se aplican en los montes donde está presente.

 

 

6.5 Prunus avium Cerezo. Cerdeira

Nos referimos al cerezo silvestre o productor de madera y no al cerezo cultivado para producción de fruto. El cerezo silvestre se distribuye en España sobre todo por la mitad norte peninsular, siendo árbol frecuente en Galicia, especialmente en la mitad oriental de la región.

Su interés forestal radica en el valor paisajístico, derivado sobre todo de su floración y de la coloración otoñal de las hojas, de su valor natural por servir de alimento para la fauna silvestre y por la posibilidad de producir madera de excelente calidad.

Aparece casi siempre como especie acompañante en robledales o hayedos, en los que se debe favorecer. En claros o montes degradados de frondosas se puede introducir como plantación de enriquecimiento.

Es árbol que precisa climas húmedos, con precipitaciones bien repartidas a lo largo del año, no tolerando una excesiva sequedad ambiental ni fuerte insolación. Soporta fríos invernales intensos, pero es sensible a heladas tardías, lo que limita la altitud máxima en la que puede vegetar a 1100 - 1200 m, que alcanza si se sitúa en valles abrigados.

Es muy sensible a la sequía estival y puede sufrir daños en la corteza por exposición a fuertes insolaciones. Es especialmente sensible a plagas y enfermedades, como chancros, pudriciones de corazón del tronco, virus o pulgones.

Es especie bastante exigente en suelos, requiriéndolos profundos y frescos. Vive sobre suelos silíceos o calizos, pero deben ser sustratos bastante fértiles en general y no tolera los excesivamente ácidos ni encharcados.

Su buen crecimiento en suelos moderadamente ácidos es una ventaja importante, en las condiciones gallegas, respecto de otras especies de madera preciosa como el fresno o el nogal, amantes de suelos neutros. Es sin embargo especie exigente que necesita adecuada fertilidad para producir madera de calidad.

Su temperamento puede considerarse como de media luz, ya que soporta cierta cobertura en la primera edad, lo que incluso le beneficia en climas secos, aunque precisa ser liberado a los pocos años para crecer vigorosamente.

La regeneración del cerezo silvestre es buena por semilla, con frecuencia con la colaboración de aves frugívoras, que diseminan los frutos, fructificando a partir de los 10 años y dando cosechas anuales. Además brota bien de cepa y frecuentemente de raíz, siendo esto último lo que explica su aparición en los montes como golpes de algunos árboles próximos entre sí.

El árbol adulto alcanza los 20 - 25 m de altura, con copa amplia, poco densa e irregular. Presenta buena dominancia apical, siendo a menudo el tronco derecho y cilíndrico. La raíz principal es poco profunda y las laterales son extendidas. Es árbol poco longevo, alcanzando del orden de 100 a 120 años por lo general. El crecimiento es de medio a rápido, con rendimientos de 8 a 11 m3/ha/ año.

La madera es excepcional, de albura amarillenta y duramen (cerna) rojizo, ocasionalmente con manchas verdosas, oscureciéndose con el tiempo hasta tomar un color rojizo. Es algo pesada (640 kg/m3 una vez secada al aire), resistente y relativamente dura. Su grano es fino y la fibra es recta. Se sierra fácilmente y da un excelente acabado. Se puede curvar, encolar, clavar y atornillar sin dificultad. Se seca rápido aunque presenta fuertes contracciones y tiende a torcerse. Tratándola con agua rica en calcio se torna de color rojo vivo. No resiste la intemperie, los cambios de humedad ni los ataques de hongos o insectos.

En referencia a sus usos puede considerarse como muy valiosa, decorativa y apreciada en ebanistería de lujo, construcciones interiores, tornería, maquetería, talla, etc. Se emplea también para la obtención de chapa, destinada a la fabricación de muebles y revestimientos murales.

El cerezo presenta excelentes fustes, a lo que contribuye en este caso el acompañamiento lateral.

Selvicultura:

La densidad de plantación debe ser al menos 1100 pies/ha (3 x 3 m) y si se trata de una mezcla con otras especies como roble, castaño, fresno o arce es aconsejable una densidad de 400 a 500 pies/ha de cerezo. En plantaciones de terrenos rasos puede usarse planta de una o dos savias, de unos 50 a 70 cm, que deben protegerse ya que son muy apetecidas por la fauna silvestre.

No deben realizarse plantaciones monoespecíficas extensas por ser una especie vulnerable a muchas enfermedades. No conocemos ninguna plantación que no haya sido atacada por pulgón los primeros años. Es posible mezclarlo con coníferas (dado su rápido crecimiento inicial) o con otras frondosas, debiendo preferirse las que tengan una similar pauta de desarrollo.

Plantación mixta de cerezo de monte con pino radiata con mezcla íntima pie a pie en A Falmega (A Coruña).

A menudo el cerezo se planta en montes de otras especies con escaso valor comercial. En esas repoblaciones de enriquecimiento se usa planta de dos o tres años de 60 a 120 cm.

El principal inconveniente es la ausencia en España de material seleccionado, lo que puede animar a los propietarios forestales a probar los excelentes clones franceses productores de madera (aunque la experiencia de uso en el norte de España es casi inexistente). Algunos viveros gallegos ofrecen esas plantas.

Desde hace relativamente pocos años se practica un tipo de selvicultura intensiva dirigida a obtener madera de frondosas nobles con altos rendimientos, derivados de la plantación de clones seleccionados (cerezo y nogal principalmente), junto con un tratamiento cultural intensivo (fertilización, riego, cerramientos, podas, etc.). Mediante estas técnicas se pretende aprovechar terrenos agrícolas más o menos marginales y ofrecer al mercado maderas que por su valor y características constituyen una alternativa a las maderas tropicales, cada vez más escasas y cara

El porte forestal del cerezo es excelente, mucho mejor que el de otras frondosas, tiene ramificación verticilada y buena dominancia apical. Sin embargo son necesarias también tallas de formación cada dos o tres años para suprimir ramas que enderezan o que muestran excesivo desarrollo.

Presenta una mala poda natural, puesto que conserva las ramas muertas durante bastante tiempo, lo que origina nudos muertos y deprecia considerablemente la madera. Su poda se iniciará cuando los árboles tengan 6 m de altura podando 2 m.

El cerezo soporta sin ningún riesgo podas algo más fuertes que el resto de las especies y puede podarse hasta el 50% de su altura.

Debe tenerse presente que las ramas bajas de los cerezos muy vigorosos ganan diámetro con gran rapidez, alcanzando en pocos años valores demasiado elevados, lo que hace recomendable podarlas a tiempo o incluso mantener un sotobosque de otras especies que proporcionen algo de sombra al tronco.

En los bosquetes plantados puros se deben realizar clareos para eliminar árboles lobo que ejercen gran competencia sobre los mejores pies. A los 20 - 30 años, cuando los árboles alcanzan unos 10 m de altura, se realizará una selección de 100 - 150 pies/ha como de porvenir.

Es una especie de crecimiento rápido que precisa claras fuertes e intensas, a las que responde perfectamente, aumentando el tamaño de las copas y creciendo en diámetro. A partir de los 40 años la respuesta a las claras es lenta.

En montes mixtos, donde el cerezo aparece de forma natural como especie acompañante (generalmente robledales o hayedos), siempre será importante económicamente favorecer en las claras a los pies de cerezo, que se cortan antes que la especie principal, dando madera excelente.

La rotación de las claras será de 5 a 6 años y perseguirán un fuste limpio de unos 8 - 10 m con copa equilibrada y desarrollada, para lo que se requieren claras vigorosas. Los turnos son de 40 a 60 años, ya que con edades mayores es frecuentemente atacado por pudriciones.

 

6.6 Juglans regia Nogal. Nogueira

El nogal común es un árbol cultivado tradicionalmente en toda España por su valiosa madera y sus frutos. Se considera originario del S.E. de Europa y Asia. En Galicia, donde sube hasta los 900 m de altitud, e incluso esporádicamente y en exposiciones favorables, hasta cerca de 1000 m, se han localizado 8 áreas en las que es relativamente frecuente, siendo las más representativas dos del interior, en valles cálidos: una en el término municipal de As Nogais y zonas bajas de Becerreá, Baralla y Cervantes, en Lugo, y otra en Verín, Ourense.

Prefiere climas de tipo oceánico, con un mínimo de precipitación anual de 700 mm para un óptimo desarrollo. Puede soportar sequedad ambiental acusada si dispone de suficiente humedad en el suelo. Una excesiva humedad ambiental favorece la aparición de enfermedades. La estación ideal sería una atmósfera seca pero con suficiente disponibilidad de agua en el suelo.

Soporta fríos intensos en invierno, pero es sensible a las heladas tardías (primaverales), lo que en Galicia limita su área potencial a los 900 m de altitud aproximadamente, dado que también requiere un período vegetativo mínimamente prolongado y caluroso. La sensibilidad a heladas tardías limita también su plantación en fondos de valles.

La acción de las heladas tardías no solo afecta negativamente a la producción de frutos sino que también provoca la destrucción de las yemas en los pies jóvenes y puede producir grietas en los maduros.

Las exposiciones de solana son en general favorables para esta especie, pero deben evitarse cuando impidan asegurar alguna humedad del suelo en verano y cuando puedan originar "golpes de calor" que producen quemaduras y necrosis en el tronco.

Deben evitarse también las localizaciones sometidas a fuertes vientos, a los que el nogal muestra sensibilidad.

Requiere una buena calidad del suelo, exigiendo terrenos profundos, al menos de 60 cm, fértiles, sueltos y neutros o ligeramente ácidos, pero con una cierta riqueza en cal. Prefiere también los suelos con una cierta humedad todo el año, si bien tolera sequías ocasionales. No soporta los excesivamente húmedos o turbosos, aunque se les practiquen drenajes en la preparación, siendo necesario que la capa freática aparezca como mínimo a 1 m de profundidad.

La bibliografía considera que para la Península Ibérica el nogal es una especie de media sombra, de temperamento algo delicado, que requiere protección lateral al menos durante los primeros años. Para las condiciones francesas se le tiene como especie de plena luz, lo que parece estar más en consonancia con las áreas españolas de clima más atlántico. En todo caso, el nogal se hace muy exigente en espacio vital en años posteriores, por lo que suele plantarse en espaciamientos amplios. Debe considerarse también que es muy fototrópico, con tendencia a inclinar las ramas hacia la luz.

El nogal puede alcanzar los 25 - 30 m de altura y grandes diámetros de fuste. Tiene copa amplia, redondeada y densa, con tronco recto y cilíndrico. El sistema radical es pivotante y potente, desarrollando además raíces secundarias superficiales.

Existe una falsa creencia generalizada que atribuye un crecimiento lento al nogal, cuando los datos franceses lo consideran de crecimiento medio y sostenido, asignándole un diámetro de 55 cm a los 70 años que lo sitúan en un rango superior al de varias coníferas. Si bien los rendimientos en volumen de madera por hectárea son moderados, se debe tener presente la gran calidad de la misma.

Aunque suele cultivarse con el objetivo principal de la producción anual de fruto, su madera es de gran calidad, la mejor entre todas las especies arbóreas peninsulares, y alcanza precios excepcionales en el mercado. Existe una notable escasez de madera de nogal agudizada por la ralentización de las plantaciones frutales y por no haberse acometido las de carácter estrictamente forestal. A este déficit maderero debe añadirse la selección genética negativa que produce la corta de los mejores pies.

La madera tiene albura de color gris claro y duramen pardo oscuro, bien diferenciado. Por cocción toma un color violáceo muy decorativo y aumenta su dureza. Tiene vetas casi negras y recién cortada tiene un olor ácido característico. La fibra es recta y el grano fino. Admite el curvado, pero se sierra con dificultad. Es semidura, homogénea, pesada y muy elástica. Secada al aire tiene una densidad de 700 kg/m3. Es muy estable y algo resistente a la intemperie y a los ataques de hongos, pero no a los de insectos.

En cuanto a los usos, se seca lentamente, pero su estabilidad, facilidad para el mecanizado, valor decorativo de su veta y excelente acabado hacen que sea muy apreciada en ebanistería, donde se usa para chapado de muebles y revestimientos, como pavimento y como madera maciza para ebanistería de lujo, tornería y culatas de armas de fuego. En la actualidad su destino principal es la obtención de chapa.

Selvicultura:

La plantación forestal de nogal común ofrece unas perspectivas de rentabilidad inmejorables.

El alto valor de su madera garantiza al propietario la venta individualizada de los arboles plantados en parcelas de superficie reducida, como las fincas agrícolas gallegas abandonadas, e incluso de los pies alineados o aislados en linderos y setos.

Para la plantación de nogal para madera se puede disponer de planta obtenida de nueces de procedencia local, preferentemente de la misma zona en la que se localiza la parcela a plantar, y nunca de otras de cotas sensiblemente inferiores.

En el C.I.F. de Lourizán se ha iniciado un programa de mejora genética que posibilitará en un futuro la obtención de planta adaptada al frío y que disponga de otras características, como la garantía de la calidad de la madera y la resistencia a determinadas enfermedades.

El tipo de planta a utilizar será a raíz desnuda, de una a tres savias de edad, repicadas de raíz y bien robustas, con tamaño en consonancia con su edad, de 15 a 120 cm.

El desbroce del matorral y preparación del suelo han de ser completos, por tratarse de una especie muy exigente. El laboreo será el habitual en terrenos agrícolas abandonados. Siempre se dispondrá de hoyos abiertos, con una profundidad de 50 cm o, al menos, 10 cm mayor que la longitud de la raíz principal.

De ser necesaria una enmienda para reducir la acidez se incorporará al suelo cal magnesiana mediante gradeo. El abono, que debe ser de liberación lenta, se aplicará en el propio hoyo en el momento de plantar.

Al instalar la planta habrá que cuidar que el cuello de la raíz quede al nivel del suelo ya que si se entierra unos centímetros se producirán fallos o el crecimiento inicial será muy malo.

En cuanto a la densidad de plantación hay que considerar, por un lado, la importante necesidad de luz de esta especie y el riesgo de contagio de la pudrición de raíces desde los tocones de los pies aclarados, que aconsejan la utilización de un marco amplio. Por otro lado, la falta de idoneidad del material vegetal disponible en el mercado y un previsible efecto beneficioso sobre los troncos de una mayor densidad aconsejarían la elección de marcos más reducidos.

En consecuencia, la amplitud del marco de plantación será como máximo de 12 x 12 m, si se dispone de planta de buena calidad o si se fija un objetivo de producción mixta madera-fruto. También puede considerarse, en este caso, una plantación mixta, en filas alternas, con una segunda frondosa adaptada al sitio, de carácter secundario, o el establecimiento de cultivos intercalares de huerta o prado.

Como espaciamiento mínimo puede establecerse el de 4 x 4 m. Puede constatarse también que el C.I.F. de Lourizán, en sus ensayos de sistemas de cultivo para el nogal común con finalidad de producción de madera, está considerando marcos que oscilan entre 5 x 5 y 10 x 10 m.

Existe alguna experiencia en Galicia y en el resto de España en relación al empleo de híbridos de nogal con técnicas de selvicultura intensiva. La juventud de las plantaciones no permite por el momento valorar la calidad de la madera producida.

Parcela de nogal americano de dos años con planta de una savia (Vilar de Barrio, Ourense). Se aprecia exceso de competencia herbácea.

En todo caso, los pies de nogal necesitan tras su plantación de cuidados culturales intensivos.

Así, durante los primeros años, es muy conveniente mantener el suelo limpio alrededor de las plantas, preferentemente por medios mecánicos. El laboreo poco profundo del suelo les es muy beneficioso, pero introduce un riesgo importante de lesionar o destruir raíces secundarias, que tienden a ser superficiales si no se ejecuta desde el principio y con asiduidad.

Las tallas de formación son obligadas en los nogales debido a su tendencia natural a ramificarse en exceso y formar horquillas. Las tallas se iniciarán en el segundo año y se realizarán anualmente. Las tallas y podas no son fáciles en el nogal y la consecución de tres metros de fuste recto y libre de ramas puede considerarse suficiente en árboles aislados. En medio forestal se puede podar hasta 4 - 6 m.

A las plantas que crecen mal, con forma muy defectuosa no corregible, se las puede ayudar mediante un recepe, que debe hacerse en los primeros años y antes del comienzo del movimiento de la savia, eligiendo el mejor brote en el verano siguiente.

Tallas y podas habrán de ser de pequeña intensidad para evitar la aparición de brotes chupones y que el tronco se incline al carecer de rigidez y cargarse demasiado la copa, no debiendo exceder la altura de poda de la tercera parte de la total del árbol. También deberán ser frecuentes para reducir las secciones de corte, en las que se pueden originar pudriciones a las que es muy sensible esta especie. Para ello debe procurarse no podar ramas de más de 3 - 4 cm de diámetro, aplicando una pasta protectora. La época adecuada es el verano para evitar el derrame de savia.

Poda absolutamente excesiva en plantación de nogal americano de cinco años(Vilar de Barrio, Ourense).

El objetivo final teórico de esta selvicultura intensiva puede ser la obtención de 60 a 100 árboles por ha con diámetro de unos 55 cm a turno de 70 años, con una troza inferior de 4 m libre de nudos, pudriciones y grietas. En la corta se suele aprovechar también la cepa e incluso las ramas más gruesas.

La competencia de la vegetación herbácea es muy intrensa en el caso del nogal, por lo que las aplicaciones herbicidas son obligadas.

El nogal negro o americano (Juglans nigra) es una especie interesante para repoblación, al considerarse algo más frugal que el nogal del país, a pesar de que su uso es todavía muy reducido en España. Requiere elevadas precipitaciones y humedad ambiental aunque es algo más rústico, soporta mejor la acidez y es menos sensible a las enfermedades de las raíces que el nogal del país. Parece adaptarse mejor al crecimiento en espesura. Los crecimientos son iguales o algo superiores, aunque la madera no es comparable, especialmente por las deformaciones que sufre ante cambios de humedad.

En Galicia se están realizando repoblaciones en tierras agrarias, con una demanda de planta superior a la disponibilidad de semilla identificada comercial que proporcionan algunos rodales de reducida extensión.

Los híbridos entre el nogal europeo y el americano se consideran muy interesantes, dado que disponen de un vigor superior al de los genitores y permiten superar sus limitaciones en exigencias de calidad de suelo y sensibilidad a heladas tardías, así como soportan mejor la competencia lateral.

Su obtención requiere el desarrollo de un programa de mejora genética que tan solo está en su fase inicial. El uso de la planta francesa que se oferta carece de las experiencias precisas para su utilización masiva.

 

 

6.7 Quercus robur y Quercus petraea Roble, Roble albar. Carballo, Carba

Los robles del país son especies con gran tendencia a la hibridación, entre ella y con otras del mismo género, lo que dificulta el establecimiento de unos límites claros en sus áreas de distribución. En Galicia la especie más frecuente es el carballo (Quercus robur), mientras que el carballo albar (Quercus petraea) es escaso, aunque tiene mayor presencia en áreas montañosas de Asturias y León. Los robles precisan en general climas de tendencia atlántica con un mínimo de humedad (precipitaciones anuales de al menos 600 mm), no tolerando sequías estivales fuertes (requieren al menos 150 mm de precipitaciones estivales)

Soportan bajas temperaturas en invierno, e incluso heladas tardías de cierta intensidad. Aparecen hasta los 1500 - 1700 m de altitud, siendo Quercus petraea una especie más abundante en áreas de montaña, mientras que Quercus robur abunda sobre todo en los valles.

Se desarrollan sobre sustratos tanto silíceos como calizos. Ambos precisan suelos de cierta fertilidad para un buen desarrollo. Quercus robur tolera suelos más pesados y arcillosos, incluso con un cierto encharcamiento estacional, con lo que entra a formar parte en Galicia de los bosques de ribera. Quercus petraea tolera mejor la sequedad estival del suelo, se desarrolla mejor sobre suelos más sueltos y arenosos (incluso pedregosos), y no tolera los muy pesados o encharcadizos.

Los robles son especies de luz o media luz, ya que las plantas pequeñas no soportan una cobertura arbórea más allá de uno o dos años. Al principio agradecen un acompañamiento lateral, pero conforme pasan los años se hacen más exigentes en espacio vital y precisan desarrollarse a plena luz. En general se considera a Q. petraea algo más tolerante a la sombra que Q. robur.

La regeneración es buena por semilla. Comienzan a fructificar a los 35 - 40 años, comportándose como especies veceras. Rebrotan extraordinariamente bien de cepa, lo que posibilita el tratamiento en monte bajo para producción de leñas.

No brotan o brotan mal de raíz.

Son árboles corpulentos, de hasta 30 y 35 m de altura y grandes diámetros de fuste, con copa amplia y globosa, no muy densa. Lógicamente el porte de árboles que se han sometido a podas intensas o que han sufrido el efecto de los incendios no se corresponde con esas posibilidades. En espesura desarrollan un tronco esbelto, cilíndrico y limpio de ramas. El sistema radical es potente y profundo, con raíz principal pivotante y secundarias fuertes y extendidas. Son árboles muy longevos, del orden de 500 a 600 años, si bien pueden llegar a superar los 1000 años.

El crecimiento es lento, sobre todo en los primeros años, haciéndose posteriormente algo más rápido y sostenido. Los rendimientos son del orden de los 4 a 6 m3/ha/ año.

La madera es de calidad muy variable en función de los tratamientos recibidos por el árbol. La albura es de color blanco amarillento, mientras que el duramen (cerna) es de color cuero, que amarillea con el tiempo. Presenta grano fino o semifino. Cepillada presenta un brillo céreo, acanaladuras de poros muy visibles en el corte tangencial y mallas o espejuelos brillantes en el radial. Es fácil de pulimentar y trabajar, pero se sierra, clava y atornilla con dificultad. Es madera dura, semipesada y elástica. Resiste a la humedad, al desgaste y a los esfuerzos mecánicos.

Es poco estable y se seca lentamente, por lo que precisa de un secado al aire o artificial muy cuidadoso para evitar deformaciones y/o grietas. El duramen es muy resistente a la intemperie, hongos de pudrición y al ataque de los insectos (salvo las termitas), mientras que la albura es sensible, por lo que debe desecharse en la elaboración posterior o bien debe ser tratada con protectores.

Los usos de la madera son muy variados: las mejores calidades se destinan a ebanistería, carpintería de interiores, revestimientos decorativos, tornería, talla y tonelería (por ser la madera más adecuada para contener licores y vinos de calidad, dada su aptitud para el curvado, su comportamiento en la difusión de sustancias y la baja permeabilidad del duramen). Las calidades medias se emplean para suelos de madera y las peores para traviesas de ferrocarril e instalaciones rurales (verjas, vallas, postes). También se usa como madera de construcción en rehabilitación de viviendas antiguas y en construcciones de nueva planta que pretenden aspecto rústico.

Se ha usado tradicionalmente en grandes edificaciones y en construcción naval, por su resistencia, dureza y duración, tanto dentro como fuera del agua, junto con la rectitud y elevadas dimensiones que pueden llegar a alcanzar las trozas.

También se ha utilizado en construcciones fijas en contacto con el agua (pilotes) y en maquinaria, carretería y arsenales militares. Proporciona leña y carbón vegetal de muy buena calidad.

Selvicultura:

Los robles del país son especies muy poco plantadas debido a la lentitud de su crecimiento. En los últimos años, son principalmente los Servicios Provinciales de Medio Ambiente de la Xunta de Galicia los que han abordado algunas repoblaciones, todas de carácter protector. No es previsible que esa situación se modifique a corto plazo, por lo que se hará hincapié, en relación con estas especies, en los tratamientos adecuados en montes donde los robles aparecen por regeneración natural.

Rodal de buena calidad de carballo en la montaña lucense.

Los montes de roble existentes son muy diversos en su origen y composición. Los formados por árboles trasmochos son frecuentes en Galicia pero solo tienen como principal beneficio económico la obtención de leñas, ya que buena parte de los árboles tienen el tronco podrido, debido a las brutales podas que se realizan periódicamente.

Otros montes tienen numerosos árboles procedentes de rebrote, pudiendo calificárseles como montes bajos. Al no seleccionar los mejores chirpiales los árboles existentes tienen a menudo escaso valor comercial.

Abundan cada vez más los regenerados naturales en terrenos agrícolas abandonados. Esos montes tienen muy buenas posibilidades de mejora mediante adecuados tratamientos, al tener pies jóvenes, vigorosos y poco deteriorados por tratamientos desafortunados.

Obtener robles con buen porte forestal es difícil y requiere una selvicultura específica que nunca se ha aplicado en el Noroeste de España. Los árboles que de forma natural poseían esas características relacionadas con la producción de madera de calidad se han cortado intensamente, lo que ha supuesto una degradación genética importante.

En regenerados y montes bravos son imprescindibles las limpias y desbroces de vegetación leñosa y herbácea, debiéndose favorecer, en lo posible, a especies accesorias de interés, como el cerezo, fresno o arce. Esas operaciones permiten abandonar rápidamente el estado de "matorral de roble", en el que la fuerte competencia afecta mucho al crecimiento, siendo además muy sensible al incendio.

Las densidades iniciales en los robledales deben ser elevadas, ya que la forma de los árboles tiende a ser defectuosa. Será preciso hacer clareos desde los 15 años en adelante. Al iniciar los clareos la densidad a menudo es superior a los 10000 pies/ha, llegándose al final de los clareos a los 2000 - 2500 pies/ha.

Para evaluar la forma de los robles es importante estudiar la tendencia al ahorquillamiento, que puede predecirse por la disposición de las yemas en el extremo del ramillo terminal. Si existe una única yema terminal y las demás están a distancia considerable, no hay excesiva tendencia a ahorquillarse. Por el contrario, si las yemas laterales están próximas a la terminal y parecen apuntar hacia ella, la tendencia será importante.

En cuanto a la poda natural, se considera buena para ambas especies, siempre que exista una densidad suficiente que prevenga una excesiva ramosidad y grosor de las ramas. Esto hace que no sea frecuente la poda de los robles.

Las claras se inician a los 30 años y se realizarán a intervalos de 7 a 10 años hasta el momento de comenzar las cortas de regeneración. La primera clara puede conllevar la preselección de los candidatos a pies de porvenir, en un número de 200 - 300 pies/ha, para luego realizar una selección definitiva a los 50 - 60 años. El espaciamiento adecuado entre los pies de porvenir definitivos oscilará entre 10 y 12 m (de 70 a 100 pies/ha).

Es conveniente en todas las actuaciones de corta respetar el posible subpiso de especies de sombra que a menudo existe de forma natural, ya que al dar sombra a los troncos elimina las ramas bajas y favorecen la formación de fustes de roble de buena calidad. Una especie típica formadora de subpiso es el haya, pero en las áreas donde no está presente podemos servirnos de otras de menor porte como el acebo, arraclán (sanguiño) y arce.

Las claras no serán fuertes, debido a la acusada tendencia de los robles a formar brotes chupones, que son estimulados por las puestas en luz del tronco. Las claras serán, en consecuencia, moderadas y se actuará sobre todo en los árboles dominantes y codominantes. Como norma general en la selvicultura de los robles, éstos han de tener la copa a la luz y el tronco a la sombra.

En el intervalo de 50 a 80 años, las claras pueden ser algo más fuertes para dar mayor luz y favorecer el crecimiento en diámetro de los pies de porvenir. La corta puede realizarse hacia los 100 años, si se han realizado adecuadamente las claras, ya que de lo contrario los diámetros serán reducidos y habrá que esperar hasta los 120 o más años.

En plantaciones se recomiendan densidades entre los 2000 y 2500 pies/ha, correspondientes a unos espaciamientos de 2 x 2, 2,5 x 2 ó 3,5 x 1,5 m.

Partiendo de estas densidades van a ser necesarias las tallas de formación posteriores, para prevenir la aparición de horquillas en el tronco, realizándose éstas cada 2 ó 3 años. Serán necesarios desbroces posteriores que garanticen el arraigo de las plantas jóvenes y su acceso a la luz. La presencia lateral y moderada de vegetación acompañante de leguminosas, tipo retamas (xestas) o tojos (toxos), será interesante para contribuir a la buena forma de los fustes.

El roble rebrota muy bien de cepa y es posible su aprovechamiento en monte bajo para la producción de leñas, con turnos del orden de los 30 años para leñas gruesas, si bien éste es un método de beneficio que se tiende a abandonar, por el escaso interés económico de los productos obtenidos.

Si nos encontramos con un monte bajo abandonado de buen aspecto, se puede proceder al resalveo, que consiste en seleccionar árboles de porvenir y realizar claras, manteniendo chirpiales de acompañamiento para reducir la aparición de chupones y la incidencia del viento sobre los resalvos o individuos seleccionados. Se reservarán igualmente otros brotes bajos para dar sombra y abrigo lateral. El número total de chirpiales a reservar será de 400 a 600 pies/ha y los brotes se procurará que no sean endebles o con tendencia a curvarse con la nieve o con el aumento de peso de la copa. Al cabo de unos años de actuaciones convenientes de clara no se nota que el monte procede de rebrote de cepa y se sigue una selvicultura similar a la expuesta anteriormente.

En el caso de que el arbolado del monte bajo tenga escasa calidad, se procederá a su corta y se introducirá una nueva plantación, o bien se aprovecharán los rebrotes combinándolos con una plantación de enriquecimiento.

La regeneración del roble es fácil de conseguir en áreas de clima atlántico. Las numerosas cortas de aclareo sucesivo uniforme que son necesarias en países centroeuropeos pueden reducirse a dos en nuestro caso, extrayendo el 60% de los pies en la primera y el resto en la segunda, que se ejecutará pasados unos 5 años, con arbolitos de regeneración ya conseguidos. Debe tenerse cuidado de que las plantas de regeneración no estén dominadas durante demasiados años, ya que bajo cubierta quedan sin vigor. Si la regeneración natural no se consigue se puede llegar a la densidad adecuada mediante la repoblación artificial.

 

 

6.8 Quercus rubra Roble americano. Carballo americano

El roble americano es una especie procedente de la costa atlántica de Norteamérica, donde habita en un área extensísima que abarca desde Canadá a Lousiana. En el norte de España y Galicia es una especie cada vez más empleada en repoblaciones forestales, aunque las repoblaciones de mayor edad y extensión se sitúan en el País Vasco, Navarra y Cantabria.

Las exigencias climáticas son similares a las de los robles indígenas, adaptándose en general a climas atlánticos suaves. Es sensible a heladas tardías y no soporta los veranos extremadamente secos o calurosos, aunque tolera la sequía estival mucho mejor que los robles del país. En Galicia se ha plantado hasta altitudes de 1000 a 1300 m.

Se desarrolla sobre suelos de naturaleza silícea o calizos, siempre que estén descarbonatados por la abundancia de lluvias al menos hasta los 30 - 40 cm de profundidad. Se considera menos exigente en nutrientes que los robles autóctonos. Los suelos óptimos para su desarrollo son los profundos, con más de 70 cm disponibles para el desarrollo de las raíces, frescos y bien drenados (texturas franco-arenosas), si bien tolera suelos arenosos muy drenados. Los suelos hidromorfos o compactos no le convienen, ya que es sensible a la falta de oxigenación de las raíces. Soporta los suelos ácidos mejor que los robles del país pero, desde luego, no tanto como el abedul.

Considerada de media sombra, tolera una cierta cubierta en los primeros años, pero requiere progresivamente más luz al aumentar su edad, haciéndose marcadamente fototrópica, lo que origina ramas gruesas orientadas hacia los huecos en la cubierta de copas.

La regeneración es muy abundante y fácil de obtener por semilla, aunque como los demás robles no fructifica hasta edades algo avanzadas (unos 30 años). Rebrota bien y vigorosamente de cepa, habiéndolo hecho en Galicia después de incendios. No brota de raíz.

Es un árbol muy corpulento, de hasta 30 - 35 m de altura, alcanzando además diámetros muy importantes. La copa es amplia y las ramas rectas, con tendencia a presentar fustes de mala conformación cuando no se han practicado los cuidados selvícolas necesarios. El sistema radical es fuerte y profundizante. Menos longevo que los robles autóctonos, alcanza edades de 200 a 250 años.

El crecimiento es más rápido que en los robles autóctonos y sostenido desde edades tempranas (si se ha empleado planta con buen desarrollo radical en la plantación).

Madera de buena calidad, aunque de propiedades muy variables, presenta en general grano basto y fibra recta. ES algo más pesada que la de los robles europeos y de tonos más rosados. La madera secada al aire tiene una densidad de 700 kg/m3.

Presenta buenas características mecánicas, por lo que en su área de origen se ha empleado mucho como madera de mina.

Se raja bien, pero se sierra y se trabaja mal, presentando problemas de secado. Es medianamente estable frente a la humedad y menos duradera que la de los robles del país. Se utiliza bastante en interiores, para revestimientos, entarimados y muebles, para lo cual se importa madera aserrada procedente de Norteamérica.

Selvicultura:

El roble americano es una de las especies de mayor interés forestal, entre las tratadas en este manual. En estaciones buenas para la especie se registran crecimientos de hasta el doble de los que ofrecen los robles autóctonos, siendo mucho más frugal que ellos. Esto, unido a su vigor y crecimiento inicial en altura, justifica su creciente uso en repoblación. Tiene además un interés paisajístico y ornamental relevante por la coloración rojiza otoñal de sus hojas.

Plantación de roble americano a marco de 4 x 4m. en la que se practicaron podas pero no las necesarias tallas de formación.

Presenta buenas posibilidades de uso en muchos terrenos de textura arenosa y relativamente ácidos en los que da producciones interesantes donde pocas frondosas llegan a prosperar adecuadamente.

Por sus posibilidades productivas y requerimientos estacionales se le considera el equivalente, entre las frondosas, al pino de Oregón.

Aunque normalmente se repuebla por plantación, cabe la posibilidad en esta especie de acometer siembras, especialmente en terrenos agrícolas abandonados, aunque la escasa disponibilidad de semilla en España lo hace inviable.

La elección de la densidad de plantación constituye en esta especie un dilema importante. A menudo las empresas de trabajos forestales plantean densidades bajas, de 600 a 800 pies/ha, debido al elevado coste de la planta de vivero y a las limitaciones para la subvención de los trabajos. Dadas las dificultades actuales para utilizar planta seleccionada esto lleva casi siempre al fracaso, al no disponer luego de suficiente número de pies para seleccionar algunos de buena forma. En todo caso, si se opta por densidades bajas, resulta fundamental usar plantas de gran calidad, con posteriores tallas de formación muy frecuentes. Las densidades elevadas, del orden de 1500 a 2000 pies/ha, parecen adecuadas para contar con una mayor base de selección, aunque debe tenerse en cuenta que la necesidad de un correcto embalaje y una muy cuidadosa plantación incrementa mucho el coste de plantación en este caso.

Una posibilidad interesante en esta especie consiste en las repoblaciones mixtas con coníferas, con lo que éstas aportarán un acompañamiento lateral que favorecerá la forma de los robles.

Las plantas serán de una o dos savias, a raíz desnuda, repicadas y con sistema radical fasciculado. Es un error frecuente el uso de plantón de excesiva altura (2 metros) y con sistema radical muy reducido. La planta es bastante sensible a un manejo inadecuado, y especialmente a la plantación en suelo excesivamente encharcado.

Es muy sensible a la competencia, sobre todo a la herbácea, siendo recomendables los desbroces posteriores a la plantación. La planta es muy apetecida por la fauna silvestre, por lo que requiere siempre algún modo de protección.

En las edades jóvenes se ve favorecida por una ligera cobertura, pero pronto sus exigencias en luz serán similares a las de los robles autóctonos. La conservación de los setos o arbolado que bordea la parcela a repoblar resulta muy importante para el buen resultado de la plantación, al crearse un ambiente forestal que limita los daños por viento o golpes de sol.

Es una especie sensible a las heladas tardías, que le provocan ahorquillamiento, defecto que también puede derivar de las características propias de los robles, que suelen presentar varias yemas en el extremo del crecimiento. Estas yemas suelen dar lugar a horquillas o ramas gruesas con tendencia vertical. La dominancia apical es, por lo general, poco intensa.

Las tallas de formación serán moderadas y progresivas, debido a la falta de rigidez del tallo de los árboles jóvenes, que hace que pueda curvarse por el peso de las hojas. Normalmente el crecimiento del año recupera fácilmente la rectitud, pero no la parte baja del tallo. Por otra parte, al igual que el resto de los robles, el americano reacciona ante una reducción de la altura de la copa viva mediante la emisión de brotes chupones, siendo necesario al menos mantener un 50% de la altura total con hoja.

Las tallas de formación pueden comenzarse cuando las plantas muestren signos de un vigoroso crecimiento inicial, en general el segundo o tercer año, cortándose horquillas apicales y ramas gruesas en la parte baja del tallo. Se tallarán un total de 400 - 600 pies/ha, hasta una altura de 5 - 6 m. Las tallas deben ser frecuentes, para evitar la necesidad de cortar ramas gruesas, y se pueden iniciar a los 4 años. La falta de rigidez de los tallos limita el uso de sierras o motosierras montadas sobre pértigas telescópicas.

Las podas solo afectarán a los pies ya tallados y de mejor vigor (candidatos para árboles de porvenir).

Se suele realizar una poda hasta los tres metros en 200 pies/ha cuando los árboles tienen 6 - 7 m de altura y una poda alta hasta 5 metros sobre 80 - 100 pies/ha, que serán los de porvenir, cuando éstos alcancen los 10 - 12 m.

El rápido crecimiento inicial provoca pronto una competencia intensa entre las plantas, por lo que se deber realizar clareos frecuentes y vigorosos, conservando los mejores pies y eliminando los de mala forma y árboles lobo, que son muy frecuentes. Tras los clareos se llegará a una densidad de 600 a 1100 pies/ha a los 10 - 15 años.

La forma del roble americano es con frecuencia mediocre, y los ejemplares mal conformados deben rechazarse con mayor severidad según sea mayor la densidad de plantación.

Se debe realizar una selvicultura intensa con claras frecuentes y precoces, que serán mixtas o por lo alto, afectando a menudo a pies dominantes. A los 20 - 25 años puede hacerse una preselección de los pies de porvenir, coincidiendo con su poda alta. La selección se basará fundamentalmente en las buenas características de forma.

El número total de claras, tras un clareo previo, puede ser de 5, eliminándose en cada una alrededor de un tercio de los árboles.

El esfuerzo de selección acabará a los 50 años, realizando la corta final a los 60 - 80 años. Los árboles de porvenir cuentan por tanto con unos 20 años para incrementar su diámetro, que debe rondar los 60 cm en la corta final. En la siguiente tabla se muestra una evolución indicativa de la densidad en el tiempo.

Con densidades excesivamente elevadas, el importante fototropismo de esta especie puede llevar a defectos en la verticalidad de los troncos, que se inclinan hacia la luz en huecos de la cubierta dejados por otras copas.

Si se quiere intervenir sobre un rodal que precisa de claras y presenta exceso de densidad habrá que hacerlo de forma cuidadosa, sin plantear claras fortísimas que reduzcan el número de árboles a los planteados en la tabla anterior en una única corta. Deben realizarse por tanto varias claras eliminando un máximo del 40% de los árboles en cada una, separándolas al menos tres años entre sí.

Rodal de roble americano de excelente calidad en el término municipal de Becerreá (Lugo).

El roble americano es sensible a enfermedades como el chancro y la tinta, por lo que se restringirá su uso en áreas afectadas por estas patologías.

 

6.9 Quercus pyrenaica: Rebollo, Melojo. Cerqueiro, Cerquiño, Rebolo

Presente en la práctica totalidad de la geografía española,en Galicia es más abundante en las provincias de Lugo y Ourense, donde forma masas de cierta extensión. En el resto de la región aparece de forma dispersa.

Está presente en climas de tendencia mediterránea y/o continental. Resiste cierta sequía estival, precisando un total de 600 mm de precipitación anual para su desarrollo. Se adapta a climas muy continentales, alcanzando en Galicia los 1300 - 1500 m de altitud.

Especie calcífuga, se desarrolla casi siempre sobre suelos de naturaleza silícea (areniscas, granitos, pizarras). No tolera suelos encharcados ni muy pesados, prefiriendo texturas de tipo arenoso.

Especie considerada como de media luz y de temperamento robusto, actúa como colonizadora de terrenos quemados o desprovistos de cubierta vegetal.

Brota bien de semilla, bien de cepa y emite brotes de raíz muy abundantes, que originan regenerado de chirpiales de altísimas densidades. Fructifica de manera similar a los robles del país, con fríos intensos e incluso heladas tardías, debido a que brota ya bien entrada la primavera y a que tiene un corto ciclo vegetativo.

Es árbol de talla media (hasta 20 - 25 m de altura), inferior a la de los robles anteriores. Normalmente presenta portes tortuosos, que pueden corregirse si se mantiene una densidad adecuada a lo largo de su desarrollo y las masas no son castigadas por incendios y otros daños. Su sistema radical es potente y pivotante, lo que le proporciona una gran resistencia mecánica a vientos, emitiendo además gran cantidad de raíces superficiales enmarañadas, capaces de producir numerosos brotes como respuesta a la corta o el fuego.

Menos longeva que otros robles autóctonos, puede vivir hasta los 500 - 600 años de edad. Su crecimiento es lento, con rendimientos del orden de 1 - 2 m3/ha/año.

La madera es de similares características mecánicas a la de los otros robles autóctonos, pero considerada de calidad algo peor por ser más inestable y propensa a sufrir deformaciones y grietas durante el secado, que es bastante lento. Difícilmente se alcanzan buenas dimensiones de madera sin pudriciones. La albura es poco durable y el duramen resiste el ataque de hongos de pudrición e insectos, a excepción de las termitas.

Los usos son similares a los citados para la madera de los otros robles autóctonos, se emplea en duelas de barril y para apeas y traviesas de ferrocarril. Los fustes suelen ser cortos, irregulares y nudosos (aunque con buenas prácticas selvícolas pueden tomar buenas formas y dimensiones), por lo que es difícil obtener piezas de escuadrías y calidad apta para la construcción, siendo una madera poco apreciada en este ámbito. La leña y carbón vegetal son de buena calidad, siendo éstos sus empleos principales tradicionales.

Selvicultura:

Las variaciones estacionales de los lugares donde aparece la especie, así como las características socioeconómicas, reflejadas en los tratamientos sobre las masas y la estructura de la propiedad, hacen que las manifestaciones del rebollar sean muy diversas, desde montes altos de espesura completa y gruesos fustes a formaciones de porte subarbustivo, con numerosos y raquíticos brotes de raíz. La gama de espesuras es también muy alta.

En Galicia es frecuente que el rebollo aparezca en mezcla con el roble carballo, en zonas con clima atlántico de influencia continental o mediterránea. En ese caso el tratamiento general corresponderá al expuesto para los robles. Los rebollos podrán respetarse siempre que su porte forestal sea adecuado, lo que sucede a menudo en este tipo de montes.

Los rebollares puros, frecuentes en áreas de montaña del sur de Lugo y de Ourense, tienen pocas posibilidades de cara a la producción de madera. Otros aprovechamientos y valores, como el protector, paisajístico, cinegético o pastoral, pueden ser en este caso los principales.

Es precisamente de la actividad de pastoreo extensivo de la que derivan la mayoría de los incendios que periódicamente asolan los rebollares. Debe indicarse al respecto que existen otras técnicas para asegurar la transitabilidad y la producción de pasto, sin necesidad de acudir al fuego que degrada el monte por erosión y elimina el arbolado. En un rebollar tratado convenientemente siempre será posible un aprovechamiento silvopastoral.

En montes de rebrotes pueden mantenerse las cortas en monte bajo si interesa la producción de leñas. En caso de degradación importante o de interés principal silvopascícola pueden realizarse cortas selectivas de clareo en los rebrotes para favorecer la existencia de pasto (aprovechamiento ganadero o cinegético) o efectuar plantaciones de enriquecimiento con especies de mayor interés comercial. En este último caso se suelen utilizar coníferas (pino pinaster y silvestre), aunque la sustitución sistemática y en grandes masas no nos parece conveniente, pudiendo usar además frondosas en las mejores estaciones.

El castaño es la especie que más se ha empleado tradicionalmente en el medio rural gallego para plantar en áreas de reboleiras, creándose así los típicos soutos de producción de fruto de las montañas orientales. Puede usarse también el roble americano y, en zonas especialmente buenas, cerezos o nogales.

Monte bajo de rebollo que precisa resalveo. (Sierra de Béjar, Salamanca)

Los tratamientos de rebollo en monte bajo para leñas fijan un turno de 20 a 25 años, pudiéndose dejar una reserva de unos 200 pies/ha para apearlos a los 40 años. La reserva escalonada de pies, cada vez que se efectúa una corta de monte bajo, da lugar a montes medios, que por no estar prácticamente representados en el Noroeste de España serán obviados en este trabajo.

Ambos métodos de monte bajo y monte medio pueden tener cierto interés en algunas zonas, pero están en desuso por el bajo consumo de leñas, que parece reactivarse en los últimos años por la vuelta de las "chimeneas francesas".

La evolución natural del rebollar (propagación por brotes de raíz) y la evolución posterior al incendio nos conduce en la mayoría de los casos a masas de gran densidad con pies altos y delgados. En estas circunstancias la copa está poco desarrollada, es estrecha y limitada a la parte superior del árbol. En consecuencia se produce un estancamiento de la masa y las guías se secan con frecuencia. En estas condiciones una acelerada puesta en luz aumenta el riesgo de descopes, al combar el árbol con la nieve, en invierno, o con el peso de la masa foliar derivada de la puesta en luz.

Es frecuente que al iniciar las operaciones de clareos nos encontremos con densidades del orden de 20000 a 30000 pies/ha o más, que después de sucesivos clareos, con extracciones del 50%, llevamos a densidades de 2000 a 2500 pies/ha.

Con estas intensidades de corta se controla bastante bien la aparición de brotes chupones, a los que tiene gran tendencia el rebollo tras la puesta en luz.

Las claras afectarán a los pies deformes, torcidos y puntisecos, y a árboles lobo; serán mixtas y se debe prevenir la aparición de un subpiso inferior de rebrotes, favoreciendo el pastoreo posterior a la corta y actuando preferiblemente en agosto-septiembre, para que el rebrote inducido se hiele en invierno.

Muchas zonas de rebollar presentan cada vez mayor importancia cinegética de caza mayor, y es muy recomendable reducir las fuertes espesuras de las masas y la apertura de clareos, para favorecer la transitabilidad y la existencia de pasto.

Las escasas plantaciones de esta especie suelen realizarlas los Servicios de Medio Ambiente y tienen un objetivo protector o restaurador. Se pueden realizar con unas densidades de 2000 pies/ha (2 x 2,5 m), con planta de una o dos savias, preferentemente en envase, o bien mediante siembra de bellota en casillas. Se pueden plantear repoblaciones mixtas, pie a pie, con coníferas, como pino silvestre , en proporción de frondosa-conífera tres a uno.

Monte alto de rebollo con pies añosos de gran diámetro. (Vilariño de Conxo, Ourense)

 

 

6.10 Castanea sativa y Castanea x hybrida Castaño. Castiñeiro

El castaño está presente en casi todas las provincias españolas, siendo una especie bastante abundante en el Noroeste de la Península. En Galicia se extiende por toda la región, aunque su presencia ha descendido mucho debido a la enfermedad de la tinta, abundando más en el norte, centro y montañas orientales.

El castaño se desarrolla bien en climas de tipo templado. Puede soportar fríos invernales acusados pero es muy sensible a las heladas tardías (primaverales), sobre todo en las laderas de solana, donde la brotación es más temprana.

Exige una precipitación mínima de 600 mm/año, con más de 100 mm en verano, siendo recomendable en las zonas de verano más seco elegir para la plantación las zonas de suelo más fresco, aunque para lograr buenos rendimientos en producción de madera son necesarios valores de precipitación bastante superiores. Se desarrolla desde el nivel del mar hasta cotas de 1200 - 1300 m. El castaño híbrido tiene requerimientos climáticos bastante más estrictos, ya que tolera mucho peor la sequedad estival y las heladas primaverales.

Se desarrolla bien en suelos ligeramente ácidos (pH entre 4,5 y 6,5) formados a partir de diferentes materiales (granitos, esquistos, areniscas), sueltos, profundos (al menos 50 cm), ricos en nutrientes pero sin acumulaciones excesivas de sales solubles. Puede tolerar condiciones edáficas muy desviadas del óptimo a costa de una reducción en sus crecimientos.

Se considera una especie calcífuga, si bien se desarrolla con frecuencia en suelos sobre calizas, pero que están muy descalcificados por las elevadas precipitaciones. Es sensible a la asfixia radicular, requiriendo suelos porosos y no resistiendo en absoluto el encharcamiento. En los pesados es imprescindible la presencia de un elevado contenido de elementos gruesos.

Es especie de media sombra y precisa cierto abrigo en las primeras edades, sobre todo en estaciones muy frías o cálidas.

Es un árbol corpulento, de 25 a 35 m de altura y que llega a alcanzar diámetros extraordinarios. El sistema radical robusto, con raíz principal y secundarias profundizantes.

La regeneración es buena por semilla, aunque normalmente no se ha practicado en España. Rebrota muy bien de cepa, lo que permite su aprovechamiento en monte bajo. Los individuos procedentes de semilla comienzan a fructificar alrededor de los 25 años de edad, haciéndolo más temprano los brotes de cepa (a partir de los 10 - 20 años).

Puede alcanzar varios siglos de edad. Aún después de ahuecarse el tronco, por efecto de pudriciones, conserva la capacidad de regeneración vegetativa, rebrotando vigorosamente tras los recepes.

El crecimiento es rápido o muy rápido en los brotes de cepa, con metidas anuales de hasta 1,5 m/año, más lento en pies procedentes de semilla. Los rendimientos medios para Galicia son del orden de 7 a 10 m3/ha/ año. Para castaño híbrido los rendimientos pueden ser mayores, del orden de los 10-13 m3/ha/ año.

La madera es de color marrón amarillento, de aspecto semejante a la del roble, pero sin las líneas brillantes, el lustre, el tono oscuro y la densidad que caracteriza a aquella. Es madera poco dura, elástica y flexible. Es menos resistente que la de roble, pero más fácil de trabajar y más estable. Se sierra, raja, pule, clava, atornilla, lija y tiñe bien. Se curva mal en verde, pero bien en seco. Exige un secado lento y cuidadoso, por su tendencia a deformarse y agrietarse. La madera recién apeada tiene una densidad de 850 kg/m3 y secada al aire se reduce a 600 kg/m3. Resiste al ataque de los hongos, pero la albura es sensible a los insectos. El grano es medio y la fibra en general es recta, pero también puede aparecer en espiral (con las fibras en forma de hélice alrededor del tronco), lo que ocasiona pulidos defectuosos.

Al igual que en el fresno y los robles, los poros de la madera forman anillos que dan un veteado flameado muy característico en el corte tangencial, apreciado por su valor decorativo. Para estas maderas es conveniente un crecimiento diametral lento, ya que así resultan más ligeras, fáciles de trabajar y aptas para carpintería y ebanistería, que son los destinos en los que más se valora.

Es una madera muy apreciada. Por su resistencia a la intemperie se utiliza en exteriores, por ejemplo para postes o estacas. Se ha usado mucho para construcción de estructuras, en cubiertas de edificaciones, y en construcción naval. Se emplea como madera maciza o como chapa de recubrimiento en carpintería, ebanistería y suelos de madera. También se utiliza en tonelería, por ser poco porosa, y sirve para apeas y madera de raja. Frecuentemente presenta pocos defectos: acebolladuras y pudriciones. La acebolladura (agrietamiento del tronco en forma circular) inutiliza la madera y suele encontrarse en la base del fuste, que toma forma de botella. Las pudriciones pueden originarse por la mala cicatrización de heridas en el tronco y ramas.

En general, la madera del castaño "bravo" o silvestre es de mejor calidad que la del injertado, y la de un árbol joven es más dura y resistente que la de uno maduro. La leña de castaño es un combustible mediocre (arde lentamente y mal, produciendo mucha ceniza) y produce carbón vegetal de mala calidad.

Selvicultura:

El castaño es un árbol muy apreciado en el medio rural gallego, al haber proporcionado tradicionalmente fruto y madera de gran utilidad. Es una de las pocas especies forestales que se cultivan desde tiempos antiguos, conservándose numerosas y excelentes variedades de fruto. Es un árbol característico del paisaje rural próximo a muchos núcleos habitados.

Fustal de castaño híbrido de excelente porte en Noia (A Coruña)

La enfermedad de la tinta ha provocado una importante regresión de los sotos de castaños en la Galicia costera, especialmente en la mitad meridional. Los híbridos entre el castaño europeo y especies asiáticas son más resistentes a esta enfermedad, por lo que su interés selvícola actual es indudable.

Antes de plantar es de la mayor importancia conocer el objetivo fundamental que tendrá la plantación: producción de fruto o de madera. En el primer caso se requieren marcos amplios y cuidados más intensivos, por lo que el monte deberá ser accesible y preferentemente mecanizable. En montes alejados, de elevada pendiente, o cuando el propietario no puede abordar cuidados anuales es preferible decantarse por el castañar productor de madera.

Otra circunstancia fundamental es el conocimiento de la presencia o ausencia de los hongos causantes de la enfermedad de la tinta en el área que se pretende repoblar. En caso afirmativo habrá que decantarse por el castaño híbrido. En general las zonas por debajo de 600 metros de altitud están frecuentemente afectadas, estando libres las de cotas superiores, si bien existen excepciones a esta regla general.

A la hora de emplear el castaño híbrido debe tenerse presente que existen numerosos clones de características bastante diferentes en cuanto a su aptitud para producir madera o fruto o para servir como portainjertos. Para producción de madera interesan los clones vigorosos, con tendencia a crecer bien en altura y sin ramificarse.

Los clones de castaño híbrido se comercializan en vivero como planta procedente de acodo o de cultivo in vitro. Las primeras suelen estar muy descompensadas entre la parte aérea y la radical (muy reducida), por lo que fallan con frecuencia. El precio es además extraordinariamente alto en relación con el de otras especies frondosas.

Usando castaño híbrido en plantaciones para producir madera los marcos recomendables son de 3,5 x 3,5 a 4 x 4 m, ya que de ser más amplios se dificulta la obtención de fustes con buenas formas y los marcos menores encarecen considerablemente las repoblaciones.

La planta de castaño del país no tiene por qué alcanzar precios tan altos, ya que se cultiva en general a raíz desnuda, de forma similar a cualquier otra especie. Esto anima a considerar densidades de unos 1600 pies/ha en plantaciones de madera. La de una savia y talla media es más rústica que la de dos savias y presenta crecimientos iniciales mayores, sobre todo en los peores lugares.

La repoblación de castaño encuentra su peor enemigo en la vegetación herbácea, especialmente en terrenos agrícolas abandonados, siendo necesario en este caso aplicar desbroces químicos.

El castaño recién plantado sufre mucho con la sequía estival, siendo recomendables los riegos en las plantaciones accesibles y de pequeña superficie.

La presencia de helecho, zarza o retamas puede ser interesante para dar algo de sombra y evitar las frecuentes quemaduras solares en la base del tallo. El uso de protectores de efecto invernadero también puede ayudar en estos casos.

En plantaciones no demasiado exitosas las plantas desarrollan formas muy ramificadas y pierden la hoja prematuramente, siendo conveniente en estos casos el recepado o corta de las plantas por la base. Como consecuencia los castaños rebrotan con notable vigor y rectitud.

Suele ser necesario recurrir a las tallas de formación y a la poda para la obtención de fustes rectos, sin horquillas y libres de nudos. Se pueden practicar tres tallas de formación a partir de los 4 ó 5 años, no siendo conveniente empezar antes, porque el castaño no habrá desarrollado todavía dominancia apical.

En las plantaciones de producción de madera se puede plantear el objetivo de obtener diámetros de 35 - 40 cm con turno de 35 a 45 años. Se llegará a la corta final con una densidad de 200 - 250 pies/ha, que habrán sido designados previamente como árboles de porvenir, de forma que las operaciones posteriores de clara y poda les beneficiarán directamente. Esa designación se produce a los 18 ó 20 años, en el momento de realizar la primera clara.

Lo normal es efectuar un clareo previo a las claras. El clareo será fuerte y de tipo mixto o por lo alto, actuando sobre pies dominantes pero de mala forma y muy competitivos. A la vez se realiza la primera poda. Normalmente los productos obtenidos no son comercializables pero su realización retarda el momento de la primera clara y permite que los productos de ésta sí lo sean.

Si es previsible que los árboles puedan ser afectados por el chancro se deberán tomar las siguientes precauciones para evitar la expansión de la enfermedad:

  1. Cuando hay chancro en zonas próximas, la realización de operaciones selvícolas se hará preferiblemente en agosto, con tiempo seco y sin viento.
  2. Cuando el chancro afecta a nuestra plantación se seguirán las siguientes pautas:
    • Marcar con pintura los pies afectados, que serán extraídos cuanto antes de la parcela para quemarlos.
    • Realizar las cortas con tiempo seco y no ventoso.
    • Evitar daños a los árboles que quedan en pie.
    • Desinfección de las herramientas de corte con alcohol o lejía diluida.

En el esquema siguiente se muestra una posible evolución de la densidad del arbolado y operaciones a realizar. Se obtiene una producción de 8 a 9 m3/ha/ año a la edad de corta final, en estaciones de buena calidad para el castaño del país (terrenos agrícolas abandonados, por ejemplo).

En los montes de castaño ya existentes pueden distinguirse los montes bajos de producción de madera, característicos de Asturias y de algunas zonas de Cataluña y los montes de producción de fruto o soutos, extendidos sobre todo por Galicia, Extremadura y Norte de Portugal.

Muchos soutos se encuentran en un importante estado de abandono, invadidos por el matorral y con la parte mansa muy degradada por falta de renovación de la copa. En este caso es frecuente que los rebrotes procedentes de la parte brava (por debajo del injerto) compitan intensamente y lleguen a hacerse dominantes.

Para recuperar estos soutos puede recurrirse a la extraordinaria capacidad de rebrote de cepa de los castaños, lo que permite renovar individuos muy viejos y con pudriciones muy extendidas. Nuevas plantaciones e injertos con variedades tradicionales de castaña son actuaciones también interesantes. Conviene fijar de antemano si el souto a recuperar se pretende dedicar a fruto o a madera.

En los montes bajos el principal problema es la ausencia de clareos y claras, lo que limita enormemente el desarrollo en diámetro de los brotes. Interesa, en estos casos, orientar la producción hacia madera de buena calidad, destinada a parquet, ebanistería y chapa.

La ausencia de cuidados selvícolas en montes bajos da lugar a densidades muy elevadas, con muchos brotes por cepa, que consecuentemente tienen reducido diámetro.

Con buenas prácticas selvícolas, que incluyen selección de un único brote por cepa, clareos y tres operaciones de clara, que reducen la densidad a unos 700 pies/ha, ese objetivo puede conseguirse con turnos de corta de tan solo 40 años.

 

 

6.11 OTRAS FRONDOSAS

Existen otras muchas especies frondosas que tienen importancia forestal o pueden emplearse en repoblación en el norte de España, pero que no se van a tratar de forma pormenorizada.

La plantación y cultivo de chopos, denominada populicultura, tiene bastante relevancia en las riberas de los ríos de Castilla, Aragón o Cataluña, empleando principalmente clones de Populus x euramericana. En cambio, en Galicia y otras regiones atlánticas de características similares, la populicultura se reduce a plantaciones esporádicas en prados y algunas riberas del clon I - 214, con crecimientos en general desfavorables.

Los clones de la populicultura tradicional (clones de Populus x euroamericana) son en general muy exigentes en fertilidad de suelo y humedad edáfica, no siendo apropiado su uso en suelos con pH < 5,8 y precisando un volumen de suelo lo más elevado posible para su crecimiento. Sus plantaciones se centran en vegas de ríos, con valles abiertos que determinan extensas zonas de capa freática alta, sin encharcamiento continuado.

En Galicia, generalmente con suelos lavados, elevada pluviosidad anual y dominancia de orografía ondulada, con presencia frecuente de valles encajados, no se dan las condiciones idóneas para la populicultura tradicional. Se plantea, por tanto, el problema de la elección de los clones más apropiados para su uso en una populicultura de media montaña en contraposición a la tradicional y que posibilitaría soluciones productivas a corto plazo, alternativas al pino insigne y los eucaliptos resistentes al frío.

Si bien las experiencias prácticas son muy limitadas pueden hacerse algunas consideraciones basadas en las prácticas forestales en países vecinos. Se puede considerar una primera división entre las estaciones de valle y las de fuera de valle. Las estaciones de valle presentan suelos más ácidos y de menor fertilidad que los de la populicultura tradicional, considerándose apropiados aquí los clones interamericanos (cruce de Populus trichocarpa x Populus deltoides), entre los que destacan el Hunnegem, Beaupre y Raspalje. En estas estaciones, si la acidez es moderada y los suelos tienen cierta fertilidad se pueden emplear clones euramericanos (cruce de Populus nigra x Populus deltoides) como: Luisa Avanzo, I - 214, e I - 45/51.

Las estaciones fuera de valle en la mayoría de los casos no son favorables a los chopos y sólo los suelos con elevada reserva de agua útil son apropiados. En estos casos se podrán usar clones interamericanos, estando descartados los clones euramericanos.

Las plantaciones de los chopos se hacen a espaciamiento definitivo debido a la gran exigencia en luz de estas especies siendo apropiados los marcos de 5 x 5 ó 6 x 6 m.

Las plantaciones se efectúan con barrena helicoidal o retroexcavadora empleando plantones de una o dos savias de 2 - 3 m o de dos savias de 6 - 8 m.

Dentro de las operaciones culturales la poda es necesaria para poder obtener madera de buena calidad para su uso en desenrollo. La edad de corta en la populicultura intensiva tradicional es de 12 - 15 años.

Dentro de los chopos, en Galicia, tiene interés el chopo temblón (Populus tremula), que aparece de forma natural disperso por los bosques de toda la cornisa cantábrica. Su interés radica en que es un árbol muy resistente al frío y soporta, a diferencia de otros chopos, suelos pesados e hidromorfos. Su crecimiento es bueno y presenta un porte forestal muy adecuado. Es una alternativa interesante para suelos húmedos en altitudes hasta los 1500 m.

Sin duda el haya (Fagus sylvatica) es una de las especies más representativas de las áreas de montaña de la España atlántica, si bien su presencia es muy escasa en Galicia, correspondiendo al límite occidental de su área de distribución. En Galicia las escasas plantaciones son llevadas a cabo por la Administración Forestal y tienen fines ecológicos y paisajísticos, debido al carácter protector de este árbol.

El haya es una especie típica de sombra que necesita cierta humedad atmosférica y de suelo para poder vegetar. Es una especie adaptable, que alcanza su mejor desarrollo sobre suelos calcáreos frescos y profundos, pero tolera los suelos ácidos, comportándose en ocasiones como especie colonizadora. No tolera los suelos encharcados. Tiene una madera de bastante calidad que se usa frecuentemente en ebanistería. Las edades de corta son altas, entre 100 - 150 años según calidades de estación.

 

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