Manual de selvicultura del
Pino radiata en Galicia
Índice
ÍNDICE

 

5. LA SANIDAD DEL PINO INSIGNE

5.1 LA PROBLEMÁTICA SANITARIA DE ESTE PINO EN EL MUNDO

Desde finales del siglo pasado en que los grandes trabajos de repoblación forestal se inician en diversas partes del mundo, fueron muchas las especies de pinos que se ensayaron, en distintas condiciones ambientales, con la finalidad de obtener mejores producciones de madera para usos diversos.

Pinus radiata es una de estas especies introducidas en países templados de los dos hemisferios que alcanzó una gran difusión por su alta capacidad productiva y su buena plasticidad para adaptarse a las diversas condiciones ambientales. Unida a su buena capacidad de adaptación y a su excelente productividad, este pino presenta el gran inconveniente de ser objeto del ataque de agentes patógenos muy diversos que pueden llegar a producir fuertes impactos en sus masas.

Esta contraposición entre la sensibilidad de esta especie a diversos agentes patógenos y sus buenas producciones madereras le han convertido en un buen referente en el seguimiento de los daños, en las pérdidas de producción causadas por estos y en la aplicación de sistemas de protección sanitaria.

Es posible que la sensibilidad que presentan actualmente las masas de este pino sea un proceso normal y lógico, común a otras especies vegetales, por ser manejadas extensa e intensamente en plantaciones con turnos más o menos largos en los que están expuestas a condiciones ambientales y agentes patógenos diferentes de los que le afectaban en su área natural.

Con el rápido aumento de las masas de este pino se dio la oportunidad a muy diversos patógenos de desarrollarse con éxito sobre ellas y causarle importantes daños; en muchos casos la acción de estos patógenos está favorecida por agentes ambientales que actuando sobre el pino facilitan la entrada de aquellos y su desarrollo posterior sobre la planta.

Pinar sin problemas sanitarios y en buena estación. Metidas anuales de 2 metros

Pinar sin problemas sanitarios y en buena estación. Metidas anuales de 2 metros

Todo este complejo proceso tiene un fácil aliado en el transvase de semillas realizado en la búsqueda de mejores rendimientos con esta especie; es al vivero a donde llegan las semillas que pueden ser portadoras de agentes patógenos procedentes de otros países y que por esa vía entran y se multiplican. Los viveros forestales son un extraordinario caldo de cultivo en los que se dan las condiciones ideales para el desarrollo de algunos de ellos. Posteriormente la planta infectada en vivero es el mejor vehículo para propagar estas patologías a lo largo del territorio.

Por su parte, las técnicas de selvicultura están también incidiendo en la sanidad de esta especie. Ejemplos abundantes se encuentran en repoblaciones realizadas en condiciones edáficas poco idóneas para los requerimientos de este pino, con preparaciones del suelo inadecuadas que favorecen el posterior desarrollo de patógenos en raíz. También se observan masas afectadas por patógenos cuya incidencia está favorecida en ocasiones por una alta densidad del arbolado y en otras por la aplicación de deficientes técnicas o de inadecuadas herramientas de poda.

Ante un panorama de riesgo de pérdida de las buenas producciones de este pino y dada la eficaz respuesta a los tratamientos sanitarios, se está produciendo un rápido cambio en la mentalidad de los selvicultores en relación con la oportunidad del empleo de sistemas de protección; en ese sentido las masas de esta conífera fueron las primeras en ser tratadas de forma sistemática con productos anticriptogámicos para poder mantener sus buenas producciones en los grandes bosques artificiales creados en países como Nueva Zelanda.

En ese país, con una economía forestal que gravita sobre esta especie, el ataque del hongo Dothistroma pini (D. septospora) produce intensas defoliaciones que llevan parejas pérdidas importantes de producción de madera; el tratamiento preventivo de la enfermedad de la banda roja, causada por este hongo, permite mantener el volumen y calidad de sus producciones madereras en contraposición con aquellos en los que no se aplican estos sistemas de protección.

La preocupación por preservar un buen estado sanitario para esta especie hace que en los países más avanzados en su utilización se mantenga una atención constante ante los posibles agentes que puedan ser introducidos del exterior; en Francia en el año 1998 se destruyeron más de trescientas hectáreas de P. attenuata x radiata procedente de Chile a causa de que esas masas eran las portadoras del hongo patógeno Lecanosticta acicola. El control preventivo mediante sistemas de cuarentena es el más eficaz pero también estos controles son permeables a algunos de estos problemas; un ejemplo de este tipo de control es el realizado en E.E.U.U., en donde, a pesar de la estricta vigilancia establecida, llegaron a entrar patógenos que hoy amenazan seriamente algunas de sus producciones forestales más importantes.

En Nueva Zelanda se considera que de 160 especies de insectos, que viven en planta forestal y en la madera, y que llegan procedentes de otros países, 38 de ellos fueron encontrados sobre P. radiata. Al mismo tiempo se sabe que hay en el mundo más de 400 especies de patógenos potenciales para este pino que no están presentes en Nueva Zelanda, lo que supone un grave riesgo para la capacidad comercial de esta especie. La entrada anual de hongos e insectos forestales que se instalan en ese país, contabilizados desde 1950, es de una media de 2,2 insectos y de 2,4 hongos.

Unido a todo esto está el hecho de que después de algún tiempo las grandes producciones obtenidas con esta especie, en turnos relativamente cortos, pueden llegar a causar deficiencias en algún oligoelemento como el Zn, Mg, Cu, que pueden llevar a disminuir la productividad en turnos posteriores, (como empieza a suceder en Nueva Zelanda y en Chile) y a producir estados de decaimiento en las plantas, desencadenando con ello procesos patológicos de mayor alcance.

Este estado de aparente decaimiento se viene detectando en las masas viejas peninsulares de este pino con la presencia de conocidos patógenos de equilibrio, cuya trascendencia no está todavía clara, pero que son buenos indicadores del estado sanitario deficiente; al mismo tiempo nuevos patógenos están actuando sobre el sistema foliar y otros sobre el tronco causando pérdidas de crecimiento en el primer caso y daños considerables en la calidad de la madera en el segundo.

A pesar de esta situación de riesgo con que se presenta este pino por su sensibilidad a diversos patógenos, los selvicultores siguen opinando que es una especie de alto rendimiento si se le sabe manejar adecuadamente.

 

 

5.2 LA EVOLUCIÓN HISTÓRICA DE LA PATOLOGÍA DEL PINUS RADIATA EN GALICIA

Señala Rafael Areses en su libro Parques y Jardines de la provincia de Pontevedra que en 1909 había en la entrada del castillo de Monterreal en Baiona un buen ejemplar de Pinus radiata que rondaría los cuarenta años de edad y que junto con otro existente en Redondela eran los primeros ejemplares introducidos en Galicia.

En proyectos de repoblación realizados a partir de 1918 por este mismo autor, aparece esta especie como una de las exóticas a ensayar. Años después ya comenta que los resultados que se están obteniendo son muy buenos.

A partir de 1925 se inicia la plantación de este pino en áreas próximas a la costa en los primeros ensayos realizados dentro de los planes de repoblación de la Diputación de Pontevedra que animaba Daniel de la Sota con la finalidad de obtener materiales celulósicos.

En 1931 Echeverría y De Pedro presentan los primeros datos dasométricos obtenidos de éstas plantaciones con producciones anuales de madera que superaban en las mejores calidades los 30 m3/ha y año, producción a la que hoy nos parecería imposible llegar. Ya en esa época nos dicen estos autores que: "….en las cumbres, exposiciones azotadas por los temporales y suelo de escaso fondo y pobre, vegeta raquíticamente y se convierte en blanco de los ataques de insectos y, en especial, de enfermedades criptogámicas".

En 1942 publica J. Benito Martínez un trabajo sobre las micosis de este pino en Guipúzcoa y comenta en la introducción: "…es un hecho innegable la aclimatación de pino insigne en el norte de España. Sin embargo, hay algunas zonas en las que, por diversas causas, esta especie no vegeta bien. Prueba de ello son las epifitias que viene sufriendo, unas de carácter benigno, que solamente retrasan su desarrollo, y otras de carácter más grave, que llegan incluso hasta producir la muerte de bosquetes enteros".

Veinte años después la expansión de esta especie es ya importante en Pontevedra ocupando extensas zonas de nuestra área costera, área que muestra grandes homologías climáticas con la costa californiana de donde esta especie es originaria.

En los años setenta se inicia en Pontevedra una clara regresión en el área ocupada por este pino por causas sanitarias no bien definidas pero que desplazaron a esta especie en favor del Pinus pinaster y posteriormente del Eucaliptus globulus, mejor adaptadas a las condiciones ambientales. Por el contrario en las áreas más septentrionales y del interior de Galicia se inician las plantaciones a gran escala con esta especie en la década de los setenta y otra fuerte expansión se lleva acabo en la década de los noventa al amparo de la reforestación de tierras agrarias con resultados desiguales dada la naturaleza de los terrenos a plantar.

En el Centro de Investigacións Forestais de Lourizán se desarrollan una larga serie de trabajos sobre la sanidad de este pino que forman la base de la exposición que contiene este manual.

En 1974 se detectó la entrada y el desarrollo del hongo Dothistroma pini (D. septospora) causante de la enfermedad de la banda roja que produce fuertes defoliaciones.

Hacia 1997 se detectó en vivero la presencia de otro patógeno próximo al primero que se denomina Lecanosticta acicola y que causa la enfermedad de la hoja acastañada; esta enfermedad pudo ser introducida con planta procedente de América, pasando este patógeno en poco tiempo a causar daños, por el momento limitados, en las masas jóvenes.

En 1998 se tienen noticias de la posible presencia de Fusarium subglutinans vard. pini en viveros situados fuera de Galicia; de confirmarse esta noticia se estaría ante otra grave enfermedad, el chancro rosado, que obligaría a prestar una mayor atención a su protección sanitaria.

Se considera que una vía rápida de entrada de estos patógenos pudo ser a través de la importación de semilla y de material vegetal, realizadas por los viveristas particulares y aún por organismos oficiales. Estas importaciones de procedencias norteamericana, chilena o neozelandesa se realizaron en busca de mejoras rápidas de este pino sin que mediara un plan de mejora genética bien definido donde la sanidad tendría que jugar el papel que le corresponde.

Las masas adultas de pino insigne han mantenido en Galicia altas densidades debido a los marcos de plantación, que llegaron a ser de 2x 1,5 m, y a que en general adolecen de tratamientos selvícolas; estas circunstancias han contribuido a debilitar la planta y han propiciado el desarrollo de agentes patógenos favorecidos por las condiciones de humedad y temperatura creadas en el interior de estas masas en las que se forma un importante tapiz de acículas caídas que no se degradan y que retienen la humedad.

Hasta hace poco tiempo, no se practicó la poda y cuando se hizo, se realizó con fines de desbroce, se aplicaron malas técnicas que llevaron a la producción de heridas y daños por los que penetran fácilmente algunos agentes patógenos, como son Sphaeropsis sapinea y Lachnellula sp., que llegan a producir el deterioro de la madera a medio y largo plazo.

Las ayudas oficiales para la repoblación forestal de tierras agrarias desencadenó una fiebre de plantar y una nueva expansión de P. radiata en terrenos agrícolas excedentarios y en áreas de matorral sin que mediara un conocimiento suficiente en temas como: la preparación del suelo, la calidad de la planta, los sistemas y densidades de plantación, las labores intermedias, dentro de un nuevo marco de actuación. Esta falta de ideas claras en el manejo de esta especie produjeron en las nuevas plantaciones estados de decaimiento o debilidad que propiciaron fuertes ataques de hongos patógenos como Armillaria sp. o de insectos como Hylobius abietis relacionados con estas primeras situaciones de las plantas y que resultan ser buenos indicadores de que algo se hizo inadecuadamente en la preparación del suelo.

Otros ataques causados por insectos tales como, Tomicus piniperda o la conocida Procesionaria o por hongos como Dothistroma septospora son de otra índole y su presencia será debida más a condiciones climáticas o a la calidad genética de la planta que a la instalación de las plantaciones. Una de las grandes cuestiones que se plantean estriba en saber si la productividad de este pino decreció en los últimos años. En ese sentido en parcelas con 36 años situadas en zonas próximas a la costa en las que se constata, a través de inventarios, que el crecimiento corriente medido en los últimos cinco años es menor que el crecimiento medio de la masa existente, lo que indica que la productividad de este pino mermó en los últimos años, producción que ronda los 8 m3/ ha y año, muy alejada de aquella de 30 m3 que Echeverría y De Pedro habían obtenido en 1931 para una condiciones similares de estación.

En conjunto las masas gallegas de P. radiata presentan en la actualidad un estado sanitario deficiente; desde los primeros años de la plantación hasta que la masa se cierra se observan fuertes defoliaciones en planta distribuidas irregularmente, acompañada con la muerte súbita de otros pies debido a razones varias; cuando estas masas llegan a la edad de adultas los daños parecen estabilizarse debido a que los pinos más afectados por las patologías quedan dominados o han muerto y los dominantes son los resistentes a las enfermedades foliares y enmascaran parcialmente el estado sanitario.

Dentro de esta visión rápida se constata en algunas masas, tratadas a turnos de treinta años o más, ejemplares de buenas dimensiones inservibles para madera de sierra a causa de los daños causados en sus fustes por agentes patógenos xilófagos Lachnellula sp. que le producen importantes chancros y que devalúan su producción.

Como muestra orientativa del estado de muchas masas de este pino en Galicia se puede citar los resultados obtenidos en reconocimientos de rodales adultos, 25 a 30 años de edad, en los términos municipales de Guitiriz y Vilalba en la provincia de Lugo. En estas parcelas, repobladas con densidades mayores de 3.000 plantas por hectárea, sólo un 16% / 17% de las instaladas inicialmente han llegado a producir madera con valor comercial. Además, la madera producida es de muy baja calidad por la presencia de numerosos nudos y también por la presencia de chancros.

Todo este conjunto de problemas no pasan desapercibidos para el propietario particular que observa con atención sus bosques y que por ello está dispuesto a cuidarlos aplicando las técnicas oportunas. Al mismo tiempo, el selvicultor se desalienta ante los múltiples problemas que plantea esta especie y las dificultades que encuentra para solucionarlos.

 

5. LA SANIDAD DEL PINO INSIGNE

5.3 LOS AGENTES QUE AFECTAN EN LA ACTUALIDAD A ESTAS MASAS

Con el fin de darle al selvicultor una idea, lo más clara y sencilla posible, de los agentes patógenos que afectan a este pino se ha establecido una clasificación en dos grandes grupos dependiendo de que estos agentes sean seres vivos o no.

Los primeros se denominan agentes bióticos, por tener vida, (insectos, hongos, bacterias, virus) y los segundos agentes abióticos, por no tener vida propia, (la luz, la temperatura, la humedad del suelo, la contaminación ambiental, las deficiencias nutricionales, las labores culturales). Los primeros causan enfermedades o plagas mientras que los segundos pueden causar fisiopatías o desordenes.

El primer escollo con el que se tropieza para saber si un pino está afectado o no por uno de estos agentes es conocer la forma y aspecto del mismo en su estado ideal, en su estado sano. Las anormalidades en su funcionamiento y en su estructura son síntomas que reflejan el estado fisiológico especial por el que está pasando la planta como consecuencia de los efectos producidos por la presencia activa del patógeno y los daños producidos por el mismo en distintas partes del árbol.

El conocer las causas que originan el problema que sufre una planta o una plantación no siempre es sencillo ya que las plantas no hablan, no se quejan, solamente muestran síntomas y los síntomas no siempre son fácilmente detectables. Al mismo tiempo, los síntomas pueden ser idénticos para causas diferentes por lo que no es suficiente el conocimiento de estos para justificar las razones que producen la anomalía.

Una vez aclarada esa idea es necesario saber qué parte del árbol está afectada y de qué forma se presenta el daño; para ello habrá que observar con atención varios ejemplares afectados y no afectados que permitan describir la situación por comparación y transferir de la forma más exacta posible esta información al especialista en el tema cuando se le consulte.

La sintomatología del daño pueden ser una buena información para ayudar a detectar el agente causante del mismo; normalmente se planteará la dificultad de saber si ese daño es causado por un agente primario o es una consecuencia de otras causas que están afectando a la planta con anterioridad a la presencia de ese agente detectado.

Los efectos causados por agentes abióticos son fácilmente percibidos a través de su sintomatología, ya que se conocen sus manifestaciones en el medio natural. En este sentido los efectos causados por las actividades humanas al igual que los producidos por el granizo, la sequía o los rayos son fácilmente identificables.

Los síntomas producidos por agentes bióticos son más complejos y en muchos casos resulta muy difícil detectar la relación causa - efecto en un determinado período de tiempo. Los efectos causados por un ataque de Heterobasidium, Armillaria o Leptographyum están ocultos, en su desarrollo, hasta que ya no tienen remedio.

El conocimiento de la identidad de los agentes bióticos se complica con frecuencia dado que su origen puede ser muy diverso. Los agentes autóctonos suelen ser conocidos, como el caso de la procesionaria, pero los foráneos o alóctonos son desconocidos, tal y como pasa con Lecanosticta. Al mismo tiempo estos agentes pueden afectar en distintas situaciones selvícolas o en diferentes momentos de la vida de la planta y no siempre su presencia es visible.

5.3.1 Agentes abióticos

De los agentes abióticos que se vienen estudiando como causantes de daños en las masas de Pinus radiata en Galicia se consideran como más importantes:

  • La contaminación ambiental

  • La humedad edáfica excesiva

  • Las deficiencias minerales en los suelo

  • El granizo

  • Las heladas fuera de estación

  • Las inadecuadas técnicas selvícolas de implantación y de mantenimiento de las masas La contaminación ambiental

La contaminación ambiental

La contaminación ambiental está causada por la presencia en el aire, el agua o en los suelos de elementos tóxicos o dañinos para la fisiología de este pino y producidos por las actividades fabriles y otras actividades humanas como el tráfico o la calefacción.

Estos elementos, en forma sólida, líquida o gaseosa, son contaminantes dependiendo de la cantidad emitida, del momento climático en el que se producen y del propio estado de la planta receptora.

La experiencia en este campo indica que las quemaduras que presentan las acículas de este pino en determinadas circunstancias ambientales son causadas por los componentes de azufre (S) que emiten las chimeneas de las grandes y medianas industrias así como las calefacciones de las ciudades cuando utilizan combustibles fósiles como el carbón y los derivados del petróleo. Este azufre en presencia de agua reacciona y produce óxidos que queman a las células de las plantas produciendo la necrosis de los tejidos. Estos daños son muy visibles en planta adulta pero donde mejor se perciben es en planta de vivero.

Los daños producidos por esta causa son más o menos visibles en las acículas de este pino dependiendo de la situación relativa de las masas en relación con los focos emisores y el momento del año. Las condiciones climáticas y topográficas influyen decisivamente en la distribución de daños; en días de nieblas con inversión de temperaturas la incidencia de estos efectos se incrementa ya que con esta situación climática se produce una mayor precipitación del penacho de humo que transporta estas sustancias. Estos elementos se acumulan en las partes bajas del territorio, en donde se estancan estas nieblas, permitiendo que sean absorbidos durante más tiem-po a través de los estomas de la planta que al metabolizarlos en el interior de la misma dañan los tejidos y producen el daño.

A más de estos factores ajenos al foco emisor, la magnitud de los daños depende de la intensidad de la inmisión y de la duración de la misma; por esa razón un episodio de emisión corto pero intenso puede producir más daños que uno largo y suave.

Cuando los daños son intensos por la cercanía del foco emisor, la altura de la chimenea y la concentración del contaminante, las acículas se secan en poco tiempo y la planta puede llegar a morir dependiendo del momento del año en que se produce la emisión.

Otras factorías pueden emitir flúor (Fl) en los procesos de electrólisis del aluminio y en los procesos de ferroaleación entre otros; este elemento resulta enormemente dañino para esta especie causándole la seca de las puntas de las acículas y produciéndole una debilitación de su crecimiento llegando a crear fuertes defoliaciones y hasta la muerte de la planta. El Fl penetra por los estomas pero no es utilizado por la planta que lo almacena en las extremidades de las hojas a las que seca. Cuando este proceso alcanza un determinado nivel se pueden observar fuertes defoliaciones y pérdida de crecimientos que acaban con la vida de la planta.

Otro contaminante importante es el ozono producido por la combustión de automóviles y otras máquinas que lanzan NO2 conjuntamente con hidrocarburos mal quemados; la reacción de estos en presencia de rayos ultravioletas de la luz solar produce concentraciones de ozono. Durante los períodos de calma y con inversión térmica las concentraciones del contaminante se sitúan en las capas bajas a nivel del suelo y entonces daña a las plantas. Las proximidades de los grandes núcleos y los bordes de las grandes vías de comunicación son los lugares donde se observa mejor estos daños, pero en muchos casos los niveles altos de ozono, en las capas bajas no tiene relación con la circulación o con la actividad de una determinada parte del territorio ya que las emisiones pueden proceder de áreas alejadas.

Los problemas de contaminación por partículas sólidas son causados por elementos finos que pueden producir taponamientos de los estomas y la consiguiente anabiosis. La planta al no poder respirar sufre la muerte de las células afectadas. Los causantes de estas contaminaciones son las canteras de caolines, cementeras, parques de cerámicas y otras similares que en días secos permiten que el viento transporte estas partículas finas.

En algunos casos un tipo similar de problema se da en la quema incompleta de aceites pesados produciendo restos de carburos que caen sobre las hojas causando un doble daño por anabiosis (asfixia) y por intoxicación celular.

El impacto de los daños en el crecimiento de estas plantas por contaminación ambiental en Galicia está sin evaluar. Solamente se tiene una clara referencia de los efectos en planta de vivero por destruir la calidad comercial de la misma y, por lo tanto, afectándole a su valor de venta.

La humedad edáfica excesiva

Las raíces de las plantas, como organismos vivos, necesitan de oxígeno en el suelo para poder vivir. El pino insigne, al igual que otros, es altamente sensible a la asfixia radicular causada por altos niveles de agua en los suelos que eliminan la presencia del oxígeno; es frecuente que este proceso se produzca en las zonas bajas de los montes en los que capas de suelo impermeable impiden el drenaje de las aguas superficiales que se mantienen estancadas en períodos más o menos prolongados de tiempo.

La escasez de agua en el suelo produce efectos de reducción del crecimiento y de pérdida de actividad, pero raramente muerte o daño irreparable de la planta; en muchos casos el mantenimiento de estas condiciones de sequía a lo largo de períodos más o menos largos puede llevar a debilitar la planta presentándose posteriores ataques de otros agentes como pueden ser los insectos escolítidos.

Las deficiencias minerales

En los suelos de Galicia como en otras partes se pueden presentar deficiencias de algunos elementos minerales (macroelementos u oligoelementos) que pueden afectar al crecimiento y a la estabilidad de las plantas.

Si la planta está micorrizada estas deficiencias son poco importantes ya que las demandas son muy pequeñas para la cantidad de suelo capaz de explorar el sistema radical de estos pinos. La mejor experiencia se encuentra en las escombreras de la mina de As Pontes donde la planta es capaz de vegetar bien con una mínima disponibilidad de nutrientes pero con la presencia de micorrizas activas en cantidad suficiente en sus sistemas radicales.

El determinar que elemento es el que falta es realmente difícil si no se acude a un análisis foliar ya que mediante un análisis químico del suelo no obtendríamos una clara respuesta al suministro de estos elementos en la planta.

Para un diagnóstico de campo se puede tener como norma que en caso de presentarse una deficiencia se observará una coloración foliar anormal con una distribución que tenderá a ser uniforme y simétrica; estas coloraciones que pueden ser amarillentas, rojizas o verde desvaído, se presentarán en las acículas de este pino de forma definida en los extremos de la misma o en su totalidad.

Siguiendo una descripción del Forest Research Institute de Nueva Zelanda se puede identificar en una primera aproximación las deficiencias por las coloraciones y por las deformaciones de los crecimientos que presentan:

Deficiencia en nitrógeno

La clorosis es uniforme sobre la totalidad del árbol con pequeñas diferencias hacia la copa. Las acículas son más cortas de lo normal y presentan un color verde amarillento distribuido uniformemente por ellas. Estas sintomatologías también pueden estar relacionadas con condiciones edáficas caracterizadas por humedad alta en el suelo en los meses de invierno.

Deficiencia en fósforo

Las puntas de las acículas del año se presentan, a mediados del verano, con un color amarillento. En planta joven esta sintomatología se presenta en la parte baja del árbol. La unión o pegado entre acículas se debe a esta deficiencia pero también puede estar relacionada con la deficiencia en boro y en cobre.

Deficiencia en magnesio

Desde la mitad hacia arriba de la copa se presentan las acículas del último año con un color amarillo dorado. Este daño se nota más en primavera.

Deficiencia de potasio

Esta deficiencia es similar a la de magnesio pero se desarrolla antes en el año; es más visible en la parte baja de la copa y la clorosis, más que dorado, es un verdadero amarilleamiento.

Deficiencia en cobre

La deficiencia en este oligoelemento se observa fácilmente por las deformaciones de ro retorcimientos que presentan los crecimientos terminales de la planta joven.

La mejor diferenciación de visu entre una deficiencia y una enfermedad estará en la simetría de la distribución de la sintomatología de la primera y en la irregularidad de esta en la segunda.

Esta teórica y clara diferenciación desaparece cuando un proceso patológico se engarza con una deficiencia o un daño por exceso o defecto de agua en el suelo, tal y como se comentócomentamos en relación con el nitrógeno.

Daños por herbicidas

El uso de herbicidas en el bosque es cada día más importante para el control del matorral o de plantas leñosas no deseables. Los herbicidas, como productos químicos tóxicos para las plantas y muy volátiles, pueden causar daños puntuales muy llamativos en masas de estos pinos cuando se utilizan con poco cuidado.

Dependiendo de que ese herbicida sea de contacto u hormonal los efectos en la planta se presentarán en forma de secas, más o menos parciales, o afectarán a la totalidad de la misma presentando clorosis de los crecimientos terminales, secas parciales de las acículas y deformación de los crecimientos, llegando en muchos casos a la muerte de la planta. La gravedad de los daños depende de las dosis recibidas y de la tolerancia de la especie a ese herbicida.

Las clorosis y otros síntomas causadas por herbicidas pueden ser irregulares en su distribución presentando ramas próximas que tengan diferentes grados de afectación. Cuando el herbicida es de contacto e inhibe la formación de clorofila se pueden observar daños en bandas con coloraciones casi blancas que pueden tener estas formas por actuar sobre la planta cuando la acícula esta creciendo.

Daños causados por agentes climáticos

El granizo es uno de los agentes climáticos que causa mayores daños a este pino; estos daños se originan al golpear los trozos de hielo contra las ramas y el tronco de las plantas y producir heridas irregulares con los bordes levantados al separarse la corteza del floema. Las dimensiones de estas heridas varían con el tamaño del granizo, con la edad de la corteza que protege a la planta y con la época del año en que se produce la precipitación.

Daños por granizo en tronco

Daños por granizo en tronco

Estas heridas se producen con cierta normalidad en un lateral de la planta a causa de la inclinación de la trayectoria de los proyectiles por la incidencia del viento que acompaña a este fenómeno climático.

Las heridas cicatrizan con mayor o menor rapidez dependiendo de sus dimensiones y de la actividad vegetativa de la planta; si el tiempo de cicatrización se alarga estas heridas se convierten en un camino fácil para la penetración de otros agentes bióticos que entrando por esas roturas colonizan los tejidos y llegan a producir la muerte de la planta.

En los meses de mayo a junio, cuando el crecimiento vegetativo es mayor, el granizo levanta con gran facilidad la corteza de la planta produciendo heridas muy visibles que dejan al descubierto el xilema y que tardan en cicatrizar varios días en las zonas de ramillas y tallos jóvenes, dando tiempo a que se infecten con un hongo como Sphaeropsis sapinea que comentaremos posteriormente.

heridas producidas por granizo en ramillas

Heridas producidas por granizo en ramillas

En los primeros años de vida de la planta es normal el daño de helada causado por el descenso de temperaturas; si las temperaturas bajan bastante de los 0 0C cuando la planta está activa y presenta tejidos tiernos llenos de agua estos son destruidos. El aumento del volumen del agua en el interior de la planta produce la rotura de los órganos conductores de savia. Este tipo de daño se da con frecuencia en los viveros, y con menos frecuencia en los repoblados jóvenes. Las plantas jóvenes presentan tejidos tiernos en formación, llenos de agua, que a causa de las necrosis producidas pueden quedar destruidos. En algunos casos estos daños no se presentan solamente en la parte aérea ya que el sistema radical puede estar afectado por las bajas temperaturas y producir la muerte de raicillas.

Daños por helada en planta de vivero

Daños por helada en planta de vivero

El mismo fenómeno de helada se puede dar en plantas adultas de pino insigne cuando las temperaturas caen por debajo de los -20 0C, como sucedió en varias ocasiones en Guipúzcoa, fenómeno que impide la plantación industrial de este pino en la mayor parte de Europa.

Daños causados en la instalación de la planta

Este tipo de daño es muy común en las plantaciones forestales pero la gran diversidad de los mismos y la posible relación con otras causas de tipo sanitario hacen que sea difícil su clara identificación.

A lo largo del estudio de diversos patógenos se comentará la interferencia que estos daños presentan con otras causas producidas por labores selvícolas o por las condiciones iniciales de la planta instalada.

5.3.2 Agentes bióticos

Dentro de los agentes bióticos (con vida) se hará referencia a los hongos y a los insectos, capaces de causar daños de importancia a esta especie en las masas gallegas.

Para facilitar el seguimiento de estas indicaciones clasificaremos a estos agentes en tres grandes grupos en relación con el tipo de daños que ocasionan en sus ataques a la planta de acuerdo con el siguiente orden: Ataques foliares, ataques en raíz y ataques en madera.

5.3.2.1 Las enfermedades (causadas por hongos)

Las defoliaciones causadas por cualquier agente patógeno en una planta producen daños que inciden directamente en su capacidad de fotosíntesis o sea en su capacidad de elaborar alimento; dado que las coníferas no producen más de una emisión de acículas dentro de cada período vegetativo, los daños de este tipo son más peligrosos en este grupo de especies forestales que en frondosas. Cuando la defoliación se reitera en años sucesivos y esta defoliación alcanza porcentajes altos, la planta se debilita y puede llegar a morir.

La banda roja

Dentro de los hongos patógenos que atacan a las acículas hay que destacar por la importancia y persistencia de sus daños Dothistroma pini (D. septospora) causante de la enfermedad de la banda roja; sé denominada así a esta enfermedad por las manchas amarillo y rojizo que forman sobre las acículas de este pino al matar el hongo las células de las mismas; sobre estas manchas de células muertas hacen su aparición a los pocos meses unas fructificaciones negruzcas e irregulares del hongo que se hacen visibles en otoño y primavera dependiendo de las condiciones ambientales.

La apertura de estas fructificaciones se realiza coincidiendo con la emisión de las nuevas acículas; con la apertura de las fructificaciones salen los conidios y aún cuando la acícula infectada cae al suelo puede desde allí hacer que estos conidios asciendan hasta las acículas sanas con las corrientes de vapor de agua en los días húmedos y cálidos de finales de primavera o de otoño.

La entrada del patógeno en la planta es a través de los estomas de las acículas; los conidios de este hongo se sitúan en la superficie de la acícula y germinan dando lugar a un micelio que, atraído por las sustancias químicas que segregan los estomas, penetra en ellos y coloniza los tejidos.

Este patógeno fue estudiado en Galicia y en España por primera vez en 1974, en los viveros de Río do Sol (Coristanco), y desde entonces se observa como este pino viene sufriendo fuertes defoliaciones, que reducen el crecimiento de la planta y que pueden llegar a producir su muerte.

Acícula afectada por Dothistroma septospora

Acícula afectada por Dothistroma septospora

La incidencia de esta enfermedad es quizá la causante principal de la reducción de producción de este pino en Galicia.

La mayor o menor presencia de esta enfermedad depende fundamentalmente de las condiciones climatológicas del año anterior; en condiciones cálidas y húmedas es cuando tiene lugar la infección produciendo sus daños después de cuatro a doce semanas de que tenga lugar la misma, según sean las condiciones ambientales.

Los daños producen una defoliación mayor o menor de la planta; en los casos de daños intensos la planta solamente dispondrá de acículas del último año con lo que su capacidad de elaborar sustancias nutritivas se verá fuertemente disminuido.

Esta pérdida de capacidad nutritiva se refleja en que las acículas del último año son de menor longitud y que por esas razones los crecimientos en volumen de la planta disminuyen.

Rodal de pino insigne afectado por banda roja

Rodal de pino insigne afectado por banda roja

A partir de 1995 se detectó la presencia en Galicia de la fase perfecta de este hongo denominada Schirria pini que hace suponer que este patógeno se asentó definitivamente en nuestras masas de P. radiata y que sigue siendo un grave peligro para el mantenimiento de estas producciones.

La hoja acastañada

Esta enfermedad procede de los Estados Unidos de América en donde se le conoce como brown spot, que en España se traduce de forma literal por entender que representa bien la sintomatología de la misma.

El agente patógeno causante de esta enfermedad es un hongo que se denomina Lecanosticta acicola, pariente próximo del Dothistroma que acabamos de estudiar. Como muchos otros hongos patógenos éste tiene otra forma perfecta de presentarse que se considera más virulenta y que es conocida como Schirria acicola.

Los primeros daños detectados causados por este patógeno en Galicia han sido en viveros en los que produjo defoliación y muerte de la planta. Al mismo tiempo, en el País Vasco, los daños ya se presentan en plantaciones jóvenes causando fuertes defoliaciones y muerte de planta en forma importante. En plantaciones observadas en Terra Chá se detectó la presencia de este patógeno lo que hace suponer que en un futuro próximo pueda estar presente en una gran parte de las plantaciones gallegas.

Acículas con daños por

Acículas con daños por "hoja acastañada"

Todo este grupo de hongos patógenos, muy próximos taxonómicamente entre ellos y por lo mismo complicados de diferenciar por el selvicultor, se tratarán dentro del concepto general de enfermedad de la banda roja.

Esta especie de pino presenta unas cuantas variedades con claras diferencias en su morfología (aspecto externo). Estas diferencias también se reflejan en relación con la resistencia del pino a estas enfermedades; este fenómeno del comportamiento diferencial que se observa con gran frecuencia en el monte es útil para entender la importancia de la diversidad genética en las masas forestales para evitar importantes daños a causa de agentes patógenos de este tipo.

En general, el ataque de la enfermedad de la banda roja presenta el daño en el tercio inferior del árbol siendo muy visible esta sintomatología en árboles jóvenes. Ello es debido a que en esa zona es donde la planta tiene una mayor cantidad de acículas y éstas están más próximas al suelo, donde la humedad y el inóculo son más abundantes para facilitar la propagación del hongo.

Normalmente esta enfermedad es muy visible a finales de invierno (en lugares de veranos húmedos estos síntomas se observan desde principio del otoño), cuando las acículas atacadas muestran esta coloración tan llamativa y al mismo tiempo con variaciones importantes dependiendo del grado de ataque y de la resistencia de la planta.

Al brotar las nuevas acículas este daño queda enmascarado por el verdor de los nuevos crecimientos y porque las acículas más afectadas se desprenden. Este cambio lleva a pensar al selvicultor que el problema está superado y que por lo tanto no tiene importancia. Si se observa con detenimiento una ramilla atacada por este patógeno se podrá observar la presencia o no de acículas de los diversos años y la variación de la longitud de estas.

Si una ramilla de este pino tiene acículas de al menos tres años y las longitudes de éstas llegan a los 12 - 15 cm. se puede decir que la planta no está afectada por esta enfermedad, y se considera un pino sano. Si se observa que el pino sólo tiene acículas del último crecimiento y con dimensiones en longitud de 5 - 6 cm., lo que sucede es que la planta ha perdido gran parte de su capacidad de fotosíntesis y por lo tanto del motor para elaborar sus alimentos y crecer. Esta pérdida de crecimiento no se observa en los anillos de crecimiento en el mismo año pero sí a partir del siguiente.

En trabajos realizados en el Centro de Lourizán se llegó a la conclusión de que pinos con una defoliación entre un 26 y un 50% podían tener pérdidas de crecimiento en volumen del orden de un 71%; con defoliación de más de un 75% estas pérdidas son de tal importancia que se detiene el crecimiento y con él llega la muerte de la planta. En esta pérdida de crecimiento en volumen es preciso decir que es más importante la reducción del crecimiento en diámetro que en altura, lo que induce a error en la apreciación de este efecto al selvicultor.

Ya se comentó que algunas variedades de este pino pueden presentar resistencia a esta enfermedad por lo que hay masas atacadas con una gran variedad de intensidad de daños en las plantas, lo que supone que en muchos casos el bosque no deje ver al árbol y no se aprecie bien lo que allí está sucediendo.

Rodal con banda roja

Rodal con banda roja

El ataque de enfermedades de esta naturaleza durante un período de tiempo suficientemente largo podrían inducir a una selección natural del P. radiata debido al comportamiento de las variedades mejor adaptadas al ataque de este patógeno; los árboles más sensibles a la enfermedad acaban siendo dominados en la masa y llegan a desaparecer de la misma, mientras que los resistentes que perduran hasta el completar el turno pueden producir semilla para su regeneración.

Este comportamiento ante la enfermedad puede ser la razón por la que algunos autores consideren que este pino se hace resistente a esta micosis con la edad; en ese sentido algunos mejoradores pueden cometer errores en la selección de planta atendiendo a los caracteres morfológicos de pinos adultos que pudieron no pasar por el ataque en otros momentos de su vida o que estén situados en condiciones ambientales poco favorables para el desarrollo del patógeno.

Cuando el ataque es muy virulento puede producirse una fase de clorosis muy intensa, lo que puede confundirse con fuertes deficiencias minerales o daños de otro tipo, pero en la acícula desprendida se observa la fructificación del patógeno.

Dado que los daños de este patógeno llegan a ser tan importantes, en otros países como Nueva Zelanda, se están tratando sistemáticamente sus masas con productos anticriptogámicos para evitar el decaimiento de la planta y las pérdidas de producción.

Estos tratamientos se realizan con oxicloruro de cobre a razón de 4 kg. por hectárea de materia activa. El sistema de aplicación de este producto depende fundamentalmente del tamaño de la planta pudiendo realizarse con mochilas de motor o difusores atomizadores acoplados a un tractor, cuando la planta es menor de cuatro metros de altura, y con tratamientos aéreos, cuando supera estas dimensiones.

La época de aplicación de estos tratamientos es al final de la primavera cuando la nueva acícula está formándose y está expuesta a la infección, o en el principio de otoño cuando hay una segunda posible difusión de conidios que al contacto con el anticriptogámico quedan destruidos.

El tratamiento preventivo más eficaz debe realizarse en vivero para que la planta llegue limpia al monte y en los primeros años de vida esté protegida de este patógeno. Una vez plantada si se le aplica un tratamiento cada tres años a partir del tercero puede lograrse mantener limpia de esta enfermedad en la parte más productiva de su turno. A más de la lucha química, se puede emplear la mejora genética consistente en seleccionar árboles resistentes a esta enfermedad; sin embargo, el peligro de esta forma de luchar contra la enfermedad trae consigo un empobrecimiento genético de la especie y con ello generar otros riesgos sanitarios.

De la planta traída a Galicia procedente de otros países por diversos viveros no se tienen noticias de que esté seleccionada para este fin. En plantaciones visitadas no se ha observado que presenten especial resistencia ante esta enfermedad. La práctica de adecuadas labores selvícolas (desbroces, podas y entresacas) puede aminorar la velocidad de propagación del patógeno al evitar que las condiciones de humedad y temperatura en que se desarrolla sean favorecidas por la densidad de vegetación.

En este sentido es importante realizar las plantaciones con un marco adecuado, evitando las grandes densidades para que el aire circule entre los arboles y aminore la acumulación de humedad; las labores de desbroce también favorecen este drenaje del aire, cuando la planta alcanza un mínimo desarrollo, que puede estar en torno a los 10 cm. de diámetro, es conveniente iniciar los trabajos de poda para evitar que las ramas se sitúen cerca del suelo y sean fácilmente infectadas por este patógeno.

De todas las formas hay que insistir en que la primera labor de protección de la planta contra este grupo de patógenos debe ser realizada en el vivero y en los primeros años de plantación. La utilización sistemática de productos como el cobre y el benomilo permiten obtener planta en buenas condiciones sanitarias. En la actualidad el tratamiento sistemático con anticriptogámicos de este pino es una práctica bastante extendida entre los viveristas gallegos. Se debe exigir planta tratada para evitar que llegue infectada a la plantación.

El chancro del pino

Cuando se mencionó más arriba los daños por granizo se hizo referencia a la entrada de un hongo patógeno por esas heridas; este patógeno se denomina Sphaeropsis sapinea (Granulodiplodia pinea) y penetra en los tejidos de éste y de otros pinos colonizando y destruyendo las acículas, las ramillas y aún las piñas.

Este hongo conocido en España desde hace más de sesenta años y estudiado extensamente por J. B. Martínez presenta cada día una mayor incidencia en las masas adultas del este pino insigne. Esta incidencia puede estar asociada a otros problemas de tipo ambiental o por decaimiento de estas masas debido a múltiples razones. De los agentes abióticos que ayudan a la penetración de este hongo el más espectacular es el granizo que dependiendo de su intensidad y tamaño permite que la entrada del patógeno sea muy rápida y la invasión de los tejidos se realice en poco tiempo causando la muerte de la planta y la destrucción de grandes rodales de la misma en un plazo de tiempo muy corto.

Pies afectados por el chancro del pino

Pies afectados por el chancro del pino

La planta afectada adquiere en sus acículas un color castaño rojizo muy peculiar (véase foto) y en pocos días puede morir. En los ramillos se presentan unos pequeños chancros resultantes de la penetración del hongo por las heridas causadas por el impacto del granizo.

En Galicia este tipo de daño está presente pero en menos intensidad que en otras zonas de la península como puede ser el caso del País Vasco donde los fenómenos del granizo son más frecuentes.

En caso de ataque menos intenso se puede observar como el pino afectado presenta ramillas secas que mantiene las acículas con un color castaño menos oscuro por producirse la muerte de las mismas de forma más lenta. Las ramillas así afectadas mantienen las acículas con un tamaño más corto y con forma de plumero o pincel.

En este caso los daños son menores pero llegan a producir un desgaste en la planta que en relación con la masa es importante por que la debilita, de ahí que su presencia resulte un buen indicador de que esa masa no está vegetando bien.

Otra característica importante de esta patología es que este hongo penetra con gran facilidad por las heridas de poda y produce daños en la madera cuya importancia aún se está estudiando, pero que al menos requieren una especial atención por parte de los selvicultores con relación a la técnica de poda y al momento de realizarla. En los tejidos atacados se observa el avance de este hongo por los canales resiníferos y en poco tiempo se presentan al exterior las fructificaciones del mismo; estas fructificaciones tienen un color oscuro brillante con formas muy regulares que recuerdan a un grano de café en tamaño pequeño. Este patógeno llega a penetrar en la madera colonizando la albura y produciendo el azulado de la misma.

Ramillas secas y con forma de plumero o pincel producidas por el chancro del pino

Ramillas secas y con forma de plumero o pincel producidas por el chancro del pino

Otros hongos defoliadores se presentan con mucha frecuencia en nuestros pinos pero la importancia de sus ataques son menores, ya que representan en la mayoría de los casos agentes que viven sobre materiales debilitados por otras causas como pueden ser la falta de luz o el exceso de humedad que se presentan en masas muy densas. Hongos como Lophodermium sediciosum, Naemacyclus niveus, Pestallotia funerea, enmascaran otras patologías y llegan a proliferar en grandes cantidades tanto en las acículas en el árbol, como en las caídas en el suelo. En el primer caso pueden producir intensas defoliaciones que afectan a la salud de este pino de forma visible.

Armillaria

En los últimos años se han observado importantes daños en rodales de pino insigne, causados por hongos del género Armillaria. Este patógeno tiene diversas especies que están presentes en el ataque a este pino produciendo su muerte tanto en los primeros años de vida como en masas adultas.

Los síntomas del ataque vienen definidos por la muerte aislada de árboles que en un corto período de tiempo pasan de un color verde a un amarillo pajizo y posteriormente a un castaño propio de un árbol seco repentinamente. En esta evolución mantiene las acículas hasta el último momento en que la planta ya es atacada intensamente por insectos corticales.

Este proceso de secado rápido se debe a que este hongo penetra por la raíz, invade los tejidos a nivel del cambium de la misma, por donde circula la savia, hasta llegar al pie del árbol y allí rodea al fuste y produce el corte total del flujo de alimento a la parte aérea. El árbol se seca en poco tiempo después de consumir las reservas almacenadas en sus tejidos.

Decaimiento foliar con el ataque de Armillaria

Decaimiento foliar con el ataque de Armillaria

Cuando el ataque es detectado externamente es fácil observar en el pie de la planta la presencia del micelio del hongo formando un fieltro blanquecino que coloniza los tejidos por debajo de la corteza.; un golpe con un instrumento duro que permitirá hacer saltar esa corteza y poner a la vista el micelio mencionado.

Estos ataques son cada día más abundantes y se atribuyen a dos causas principales. En primer lugar, dado que este tipo de hongos son propios de los suelos forestales por vivir de materia orgánica en descomposición, es fácil que árboles afectados por otros agentes primarios que los debilitan sean atacados y destruidos por este patógeno secundario.

Micelio del hongo Armillaria

Micelio del hongo Armillaria

En este caso el ataque es posiblemente poco importante y se reduce a las plantas afectadas con anterioridad por la acción de otros agentes patógenos o por las condiciones ambientales poco adecuadas para el sistema radical.

En segundo lugar, están las causas producidas por los sistemas selvícolas utilizados en la preparación del suelo y en el método de plantación. En estos casos el patógeno Armillaria está presente por que en las labores de preparación del suelo se enterró abundante materia orgánica en forma de restos leñosos que permiten el desarrollo de estos hongos y la colonización de los sistemas radicales de los pinos existentes en su entorno; este hongo, alimentado por esa reserva de madera, forma unos cordones miceliares denominados rizomorfos que crecen a razón de unos dos metros por año y que son capaces de avanzar formando una mancha que puede llegar a alcanzar importantes dimensiones dependiendo de las reservas de materia que tengan en su recorrido.

Se ha comprobado que las labores continuas del terreno, cuando están mal efectuadas o no se ajustan a los requerimientos del suelo, (véase foto) ayudan a crear canales de almacenamiento de agua y también a situar la materia vegetal muerta, como las raíces de los helechos, en esas vías de fácil acceso, ayudando así al paso de este patógeno desde un pino enfermo al vecino sano. Es muy frecuente en plantaciones de más de tres años el observar la muerte en formación lineal de planta instalada después de realizar labores de subsolado.

Riesgo de propagación de Armillaria: restos leñosos enterrados y preparación lineal continua del suelo

Riesgo de propagación de Armillaria: restos leñosos enterrados y preparación lineal continua del suelo

En suelos con humedad estacional alta, al realizar la plantación en hoyos y dejar una cubeta en su entorno permite una mayor que acumulación de agua, con lo que provoca una falta de oxígeno y la consiguiente muerte de raíces y el debilitamiento del pino. De esta forma se prepara el camino para la entrada de este patógeno que penetra inicialmente como un saprófito en las mismas y pasa a ser parásito causando la muerte de la planta.

La lucha contra esta enfermedad es más preventiva que curativa ya que si las labores son profundas y la planta enraíza a esos niveles es muy difícil cortar la marcha del patógeno. En este sentido, los tratamientos anticriptogámicos ensayados por nosotros no han dado el resultado que las casas comerciales dan por obtenidos en viñedos y frutales.

En el caso de ataque en plantaciones en los primeros años de vida recomendamos que se arranque la planta afectada y se mantenga abierto el hoyo para evitar que el patógeno siga avanzando. La adición de cal viva puede ayudar a limpiar de restos del patógeno la tierra del hoyo.

La selección de la especie forestal adecuada y una preparación del terreno acorde para el lugar es la mejor forma de prevenir la proliferación de estos ataques.

La enfermedad del corro

Otro patógeno de raíz que afecta al pino insigne es Leptographium gallaeciae. Este hongo es un patógeno ocasional que está presente en nuestros suelos forestales en donde se encuentra controlado por otros hongos fitófagos que mantienen un equilibrio ecológico entre ellos; este equilibrio ecológico se rompe cuando se producen altas temperaturas en ese medio a causa de una fuente de calor intensa que afecta a las raíces de los pinos; en estas condiciones los controladores de este patógeno, más sensibles al calor, le permiten que avance más rápidamente que ellos para colonizar las raíces dañadas.

En estas condiciones, el hongo penetra por el sistema radical y llega hasta el tronco de la planta colonizando la madera; los pinos mueren lentamente en formaciones en corros y producen en la madera afectada un claro síntoma de tinciones negruzcas muy características.

Lo más frecuente es que este daño esté relacionado con las hogueras hechas entre el arbolado con la finalidad de eliminar los restos de poda y otros materiales leñosos que dificultaban tareas como la recogida de matorral y mantillo para la agricultura o que eran realizadas por el miedo a posteriores ataques de insectos y aún del fuego; por diversos estudios se sabe que este pino es menos sensible a esta enfermedad que el Pinus pinaster, en el que produce importantísimos daños con la destrucción en gran medida del valor de la madera, pero también es verdad que estas hogueras se realizan con más frecuencia en montes privados en los que este pino no abundaba hasta hace poco tiempo.

La lucha contra esta enfermedad debe basarse en informar al propietario sobre el riesgo. Esta labor realizada por varias instituciones desde hace más de diez años está dando sus frutos, por lo que cada vez son menos los daños causados por la realización de esta práctica. Las dificultades y el coste de eliminar los restos de poda y de cortas intermedias llevó a realizar este tipo de hogueras en los claros de las masas pero el efecto seguía siendo efectivo ya por que las raíces llegan a distancias próximas a los veinte metros. De todas formas es importante evitar este sistema de eliminaciónlimpieza de restos mediante hogueras dadoya que la enfermedad se produce si se lleva acabo esta labor y casi siempre afecta a masasplantaciones adultas en los últimos años del turno por lo en las que que el valor de las pérdidas es más elevado.

El mejor sistema de sustitución de la quema en hoguera para la eliminación de los restos de poda o de cortas es la utilización de desbrozadoras potentes que destruyan estos materiales y faciliten su incorporación al suelo como un substrato.

Heterobasidion annosum (Fomes anosus) es otro patógeno de raíz que con menos frecuencia fue detectado como causante de la muerte de este pino, pero es posible que en los montes plantados sobre viejos pinares observemos cada vez más la presencia de esta enfermedad.

Este hongo es difícil de detectar por su acción lenta de destrucción del duramen de la planta ya que no refleja ningún síntoma externo hasta que el daño está muy avanzado; el hongo penetra por el sistema radical y avanza hacia el pie de la planta en donde coloniza su duramen y destruye la madera.

Cuando esta planta enferma es sometida a fuertes vientos o al peso de la nieve se puede observar que las más afectadas caen debido a que gran parte de su sistema radical está podrido y deja de sujetarla, presentando entonces a la vista los daños que antes no eran visibles.

Raíz afectada por Fomes

Raíz afectada por Fomes

Las fructificaciones de este hongo son carpóforos duros en forma de conchas irregulares de color blanquecino en su parte inferior (himenio) y castaños oscuros en la superior. Se presentan en los pies de estas plantas y adheridos a las raíces, escondidos bajo el mantillo y en la tierra. Es frecuente encontrar estas fructificaciones desarrollándose sobre las raíces en galerías de ratones que viven en el entorno del pie del pino.

Los tratamientos contra esta enfermedad no son curativos, por lo que antes comentamos en la dificultad de detectarla; un tratamiento preventivo es aplicado en otros países donde este problema tiene mayor incidencia. Este tratamiento consiste en aplicar un hongo micófago (que come a otros hongos) en los tocones de la planta recién cortada. El tratamiento se aplica en forma de pintura que impide la entrada del patógeno por la vía más fácil para él, que son los tocones recién cortados, por los que llega hasta las raíces y desde ahí a las otras plantas con cuyos sistemas radicales estas están injertadas.

Como este no es el caso por el momento, si conviene decir a los selvicultores que presten atención a plantaciones realizadas sobre antiguos pinares de P. pinaster por si en ellos estuviera presente esta enfermedad, ya que en ese caso se transmitiría fácilmente a las nuevas plantaciones de P. radiata.

De igual forma se tendría que llamar la atención en los tratamientos selvícolas contra los daños producidos en la base de los pinos que se mantienen en pie por arrastre de madera ya que por esas heridas también penetra con facilidad este patógeno.

5.3.2.2 Las plagas

Procesionaria

De los insectos que causan daños a este pino, son los defoliadores los que adquieren una mayor importancia y, dentro de ellos, hay que destacar la procesionaria o lagarta. Este insecto, Thaumatopoea pityocampa, es muy bien conocido por los selvicultores que saben de la atracción que este pino ejerce sobre él.

Se puede considerar que el ciclo de este insecto empieza con la emergencia de los adultos del suelo en forma de polilla y volando por la noche. En ese momento es relativamente fácil prever la intensidad del ataque mediante la caza y conteo de los machos atraídos con feromonas sexuales.

Después de aparearse, las hembras realizan las puestas; estas puestas las sitúan en las acículas a comienzo de verano y eclosionan hacia el mes de agosto, dando lugar a una colonia de orugas que tejen un bolsón en el que se protegen.

Pino atacado por Procesionaria

Pino atacado por Procesionaria

La presencia de los bolsones blanquecinos colgados en sus ramas a lo largo del invierno no pasa desapercibidas para el selvicultor que observa cómo crecen a lo largo del otoño e invierno mudando su capa externa de quitina. Llegados los primeros meses del año y dependiendo de las temperaturas encontraremos sus procesiones pasando de un pino a otro o para realizar su enterramiento.

Este insecto muy presente en Galicia en el área meridional o en las zonas de costa es fácilmente controlable tanto por medios químicos como biológicos.

Los tratamientos deberían realizarse a mediados de verano en el momento de la eclosión de las puestas cuando los daños son mínimos y el insecto es muy sensible a los diversos tratamientos.

Lymantria dispar

Otro fuerte defoliador del pino insigne, aunque no tan frecuente como el anterior, es Lymantria dispar. Este insecto es un lepidóptero muy visible por los daños que causa y por que tiene en su estado larvario avanzado la forma de una oruga peluda de un tono rojizo con puntos azules de los que salen pelos larguísimos.

Sus daños se presentan de forma rápida y dada la voracidad de este insecto se puede quedar sin comida en poco tiempo causando la destrucción de la colonia. Cuando el ataque es fuerte la planta de pino queda sin acículas y el aspecto es similar al causado por un incendio que afectara a la masa; en esas condiciones el pino dada su incapacidad para rebrotar, muere en poco tiempo.

El combate de este insecto no es un problema frecuente en Galicia ya que este ataque no se presenta con mucha abundancia y sus apariciones son esporádicas en distintas partes del territorio. Al ser tan errática su aparición es difícil plantear un control biológico con feromonas (hormonas sexuales) para cazar los machos o con microorganismos como Bacillus thuringiensis realizados en primavera cuando las orugas son muy pequeñas y no se percibe su ataque.

Al tener que actuar de forma rápida por lo inesperado del ataque, lo que se practica es una lucha química con formulaciones líquidas a ultra bajo volumen con Diflubenzuron ULV 45% disuelto en gasóleo en dosis del 5% y con un gasto de dos litros de caldo por hectárea.

Hylobius abetis

Este insecto curculionido provisto de una especie de trompa, se encuentra atacando a todas las resinosas; su ataque es más frecuente en las repoblaciones durante los primeros años de la plantación.

En los últimos años este ataque viene causando importantes problemas en este pino cuando las plantaciones se realizan sobre antiguos pinares o en sus proximidades.

El insecto se cría en forma larvaria en el suelo donde los adultos hacen su puesta y se alimentan de las raíces. En la fase adulta los daños pueden estar en la base de la planta pero enseguida suben al tronco y a las ramillas donde producen fuertes daños en la corteza.

La mayor actividad de este insecto es en primavera cuando se detectan plantas jóvenes secándose paulatinamente. La presencia del insecto no siempre es fácil de observar sobre la planta atacada, por lo que sus daños son la mejor forma de detectar la presencia del mismo.

Las labores preventivas de este ataque consisten en la eliminación de las cepas de los árboles cortados con la finalidad de destruir el ciclo del insecto en el suelo.

Si el ataque se produce se puede tratar mediante troncos cebos de madera tratados previamente con un insecticida organoclorado. En plantaciones nuevas donde se sospecha que pueda producirse el ataque se puede tratar la planta antes de plantar introduciendo la parte aérea en una solución de insecticida organoclorado teniendo cuidado de no tocar las raíces.

Rhyacionia buoliana

Este insecto es un lepidóptero cuya forma adulta es una polilla de tamaño pequeño que vuela en los meses de junio o julio. En su fase larvaria es una oruga que penetra en las yemas terminales y laterales del pino y las destruye.

Ataque de Rhyacionaria

Ataque de Rhyacionaria

Los daños causados por este insecto en el pino insigne son intensos en plantaciones jóvenes en partes de Galicia, pero se encuentra difundido por la casi totalidad del territorio en ataques individuales. En los últimos años se viene observando un incremento de su ataque en las plantaciones jóvenes. Estos daños son importantes cuando deforman la guía terminal y producen la bifurcación de la planta que la deja destruida parcialmente para la producción de madera de calidad.

El combate de esta plaga se realiza con dificultad por estar introducida en su fase larvaria en el interior de las yemas y ser muy corto el período de vuelo de los adultos.

Para su combate se emplean trampas con feromonas sexuales con resultados pobres, al menos en nuestras condiciones climáticas, mientras que el uso de Dimetoato a razón de 2 c. c. por litro de agua da buenos resultados.

Tomicus piniperda

Este insecto conocido como el podador es un coleóptero del grupo de los escolítidos que frecuentemente encontramos en P. radiata sobre masas adultas, pero en menor medida en masas jóvenes. Ataca a los brotes terminales del árbol a los que perfora mediante una galería medular longitudinal que produce la desecación de los mismos. Estas desecaciones se observan fácilmente al final del verano y durante el otoño. En el tronco del pino y en las ramas gruesas se encuentran exudaciones de resina que nos indican la presencia del insecto formando las galerías maternas. Los daños de este insecto están en muchos casos relacionados con el ataque de hongos xilófagos y con la proximidad de acumulaciones de madera o material leñoso. Los métodos de lucha son similares a los empleados con otros insectos xilófagos de este tipo.

Penetración del Tomicus piniperda por el brote terminal

Penetración del Tomicus piniperda por el brote terminal

 

 

5.2 MICORRIZAS

Las micorrizas son asociaciones que se forman en las plantas superiores entre unos determinados hongos y las raíces de las mismas. Estas micorrizas aportan una ayuda importante a la planta tanto en la obtención de alimentos, como en la absorción de agua y aún en el combate contra otros agentes que pretenden penetrar por el sistema radical.

En los trabajos en viveros y en plantaciones, con pino insigne esta y otras especies, se ha llegado a la conclusión de que la relación entre el estado sanitario de la planta y el nivel de micorrización que esta tiene en su sistema radical es muy importante; de tal forma es esto así que los montes más productores van acompañados de una flora micorrícica que refleja esa calidad.

La introducción de P. radiata en áreas que no están infectadas de forma natural con hongos micorrícicos obligan a utilizar planta que haya adquirido un buen desarrollo micorrícico en sus raíces durante su estancia en vivero, ya que de otra forma es difícil que esta planta prospere bien en los primeros años de plantación.

La planta producida en contenedor presenta normalmente una clara deficiencia en micorrizas por estar creciendo sobre sustratos estériles exentos de la presencia de estos hongos. Todo lo contrario sucede con la planta producida a raíz desnuda que recibe las aportaciones de los hongos existentes en vivero. En la actualidad algunos viveros inoculan sus suelos con hongos micorrícicos del tipo Pysolithus tintorius y otros lo hacen en mezcla con los substratos que usan.

Existe un listado importante de hongos superiores que micorrizan esta especie pero a lo largo de la vida de la misma se presentan diferentes asociaciones fúngicas que indican que fuertes cambios ocurren en la fisiología de la planta y, por lo tanto, en sus demandas nutricionales en cada estación forestal y para cada edad.

La gran confusión se genera cuando se observan algunos cepellones con abundantes formaciones de tipo micorrícico que no son en nada positivas. La presencia de algunas micorrizas como Telephora terrestris no sólo no es positiva para el desarrollo de la planta, sino que llega a ser un patógeno que puede ahogarla por estrangulamiento a nivel del cuello de la misma, a pesar de aparecer asociada al sistema radical.

Tanto los sistemas de plantación, como las densidades de las masas y los tratamientos selvícolas posteriores inciden en la presencia de estos hongos. En este sentido, las coníferas también se diferencian fuertemente de las frondosas por sus requerimientos de energía solar, por la diferente interferencia de la luz que llega al suelo, por las temperaturas que se generan bajo estas masas, por el aprovechamiento de la precipitación horizontal y, en mayor medida, por la capacidad del árbol de elaborar sustancias nutritivas en los momentos distintos del año.

La expresión más tangible de la presencia de estos hongos micorrícicos en nuestros montes viene dada por las setas. No todas las setas pertenecen a hongos micorrícicos ya que en muchos casos pueden ser saprófitos o patógenos pero su conocimiento nos ayudará a definir la calidad de estación forestal y la sanidad de la masa.

De forma muy sencilla se quiere dejar constancia de la importancia que la producción de setas pueden aportar a una mayor rentabilidad de estas masas de P. radiata. De los datos obtenidos en trabajos realizados en esta temática se puede decir que con la recogida de setas se puede incrementar la productividad de una masa de este pino en un 30% cuando en ese monte se encuentran Boletus edulis, Lactarius deliciosus, Cantharellus cibarius o Hidnum repandum.

 

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