Manual de selvicultura del
Pino radiata en Galicia
Índice
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4. TRATAMIENTOS SELVÍCOLAS

Se denominan tratamientos selvícolas o cuidados culturales al conjunto de intervenciones que deben realizarse a lo largo del turno de producción sobre una masa forestal para alcanzar unos objetivos determinados. En Galicia los tratamientos que reciben los montes o plantaciones de Pinus radiata tienen como objetivo principal la obtención de madera de calidad válida para sierra y desenrollo, ya que ésta es la que resulta más rentable para el propietario. Para ello es necesario obtener árboles de suficiente altura, con troncos de elevado diámetro, limpios de nudos y libres de defectos.

Además, los tratamientos que se precisan para conseguir estos productos también van a generar una proporción de madera de menor diámetro procedente de las claras o cortas intermedias y de los raberones de las cortas finales, cuyo destino será la producción de astilla para la industria del tablero y para la de la pasta para papel.

La selvicultura del pino insigne exige la realización de determinados tratamientos para que la masa tenga unas condiciones óptimas de crecimiento. Ahora bien, el valor final de la madera condiciona todo el conjunto de operaciones que es preciso realizar a lo largo del turno de producción. La planificación, la posibilidad de utilizar medios mecanizados y la concentración de operaciones son aspectos fundamentales para rentabilizar las inversiones, siempre sometidas a riesgos difíciles de anticipar.

 

 

4.1 CICLOS SELVÍCOLAS DE UN PINAR MODELO

Los tratamientos selvícolas pueden variar considerablemente, incluso cuando se refieran a un mismo objetivo principal. Las condiciones de cada monte, las circunstancias del propietario y las peculiaridades del mercado de la madera tienen gran incidencia en la selvicultura. Existen, por tanto, tratamientos selvícolas que tienden a disponer la masa en condiciones para su corta final a temprana edad, y otros más progresivos que plantean numerosas intervenciones de claras y podas a lo largo del ciclo productivo.

En los cuadros siguientes se muestran los ciclos selvícolas de dos modelos de una plantación de pino insigne para producir madera de calidad. Estos esquemas se corresponden con tratamientos adecuados para parcelas forestales frecuentes en Galicia, situadas en buenas estaciones forestales y de acuerdo con las actuales condiciones del mercado de la madera. Otros modelos más progresivos, con más intervenciones, requerirían montes de gran superficie donde sea posible hacer rentables las cortas intermedias, ya que éstas tienen elevados costes de aprovechamiento por unidad de volumen. Ambos modelos están concebidos para montes regulares, es decir, masas con pies de la misma edad y homogéneos, esto es, poblados con una sola especie arbórea, en este caso pino insigne.

En el cuadro se presentan las labores que deberían llevarse a cabo para completar adecuadamente dicho ciclo, desde la plantación hasta la corta final a los 25 - 35 años, proponiendo una determinada evolución del número de pies por hectárea y estimando el volumen obtenido a lo largo del turno productivo. Se ha preferido ofrecer intervalos, y no valores fijos, de la edad a la que debería realizarse cada intervención y del volumen que es posible obtener, atendiendo a las diferencias de productividad (calidades de estación) que puedan encontrarse en montes distintos. Se pretende con ello que el modelo sea lo suficientemente flexible, sin perder claridad.

Como regla general se podrían indicar que aquellos terrenos con buena calidad de estación -suelos profundos, ausencia de heladas, lluvia bien repartida a lo largo del año y pendientes que posibilitan la mecanización de los trabajos- admitirían una selvicultura intensiva: turnos de corta reducidos, densidades iniciales entre 800 - 1.000 pies por hectárea, dos o tres cortas de aclareo y podas fuertes a temprana edad. Por el contrario, las plantaciones efectuadas en terrenos con calidades de estación regulares o malas requerirían una selvicultura más progresiva: turnos de corta más largos, mayores densidades de plantación, intervenciones de aclareo y poda menos intensivas … Dentro de estos criterios generales la experiencia, la habilidad y los conocimientos del selvicultor son los que a la postre determinarán el modelo de selvicultura más adecuado en cada monte.

CICLO SELVÍCOLA I: CALIDAD DE ESTACIÓN BUENA, PRODUCCIÓN ALREDEDOR DE 18 m3/ha. y año TURNO DE CORTA DE 25 años
EDAD años TRABAJO SELVÍCOLA Nº PIES/HA. VOLUMEN EXTRAIDO m3 c. c./ha. DESTINO DE LA MADERA
0 plantación a 4x3 m. 833 ----- -----
1 - 4 desbroces 833 ----- -----
5 - 7 primer aclareo sobre árboles dominados con defectos 700 10 no comercial, se astilla y se deja en monte
5 - 7* primera poda hasta 2,5 m. sobre 700 pies/ha. 700 ----- -----
7 - 10 desbroces 700 ----- -----
10 - 12 1ª clara; se extraen 200 pies/ha. 500 40 astillado
10 - 12 poda alta a 5,5 - 6 m. sobre 500 pies/ha. 500 ----- -----
12 - 15 desbroces 500 ----- -----
15 - 18 2ª clara; se extraen 250 pies/ha. 250 105 60% sierra 40% astillado
25 corta final 0 295 30% chapa 40% sierra 30% astillado
* El momento de la primera poda así como el del primer aclareo lo condiciona el diámetro del tronco sobre el primer verticilo de ramas (D.S.V.) que ha de ser entre 8 y 10 cm


CICLO SELVÍCOLA II: CALIDAD DE ESTACIÓN MEDIA, PRODUCCIÓN ALREDEDOR DE 14 m3/ha. y año TURNO DE CORTA DE 35 años
EDAD años TRABAJO SELVÍCOLA Nº PIES/HA. VOLUMEN EXTRAIDO m3 c. c./ha. DESTINO DE LA MADERA
0 plantación a 3,5x2,5 m. 1.142 ----- -----
1 - 5 desbroces 1.142 ----- -----
5 - 10 primer aclareo sobre árboles defectuosos * 950 15 no comercial
5 - 10 primera poda hasta 2,5 m. sobre 950 pies/ha. * 950 ----- -----
10 - 12 desbroces 950 ----- -----
10 - 15 primera clara de 300 pies/ha. * 650 50 astillado
10 - 15 poda alta a 5,5 sobre 650 pies/ha. 650 ----- -----
15 - 20 desbroces 650 ----- -----
20 - 25 segunda clara de 350 pies/ha. 300 95 40% sierra 60% astillado
25 - 30 desbroces 300 ----- -----
35 corta final 0 330 30% chapa 40% sierra 30% astillado
* El momento de la primera poda señala el diámetro del tronco sobre el primer verticilo de ramas (D.S.V.) que ha de ser entre 8 y 10 cm

 

 

4.2 PRINCIPALES TRATAMIENTOS SELVÍCOLAS

4.2.1 Desbroces

Los desbroces consisten en la eliminación de la vegetación natural que va a competir con el repoblado por el agua, la luz y los nutrientes, sobre todo en los primeros años después de la instalación de la planta. Para que el crecimiento de los jóvenes pinos no quede seriamente afectado por la vegetación competente, es necesario realizar las oportunas labores de desbroce. Un buen control del sotobosque puede suponer ganancias de entre un 50 y un 300% en el crecimiento del pinar a la edad de 11 años, como así lo han demostrado experiencias neozelandesas.

En los esquemas anteriores se proponen una serie de desbroces a distintas edades. En la práctica, la realización de unos u otros dependerá de las condiciones particulares de cada monte, pudiéndose omitir algunas de estas labores si el desarrollo de la vegetación competente es escasa.

El riesgo de incendios también influirá en su frecuencia, debiendo concentrarse las labores, en este caso, en los puntos estratégicos de la explotación (perímetro, bordes de caminos, sendas de paso, cortafuegos ...).

Siempre que sea posible, se intentará obtener una vegetación herbácea bajo el arbolado. Ello facilita el movimiento en el monte, aminora el riesgo de incendios y su control es sencillo y económico. Por otro lado, después de las primeras edades, ejerce menor competencia que el matorral.

Desbroces manuales

Si las condiciones del terreno no permiten la mecanización de los trabajos se deberán efectuar desbroces manuales. Estos se efectuarán, dada su carestía, en una pequeña superficie alrededor de cada pino para eliminar y controlar la competencia directa. Esta labor se realiza normalmente con hoces, o con azadas si el desbroce va acompañado de una pequeña remoción de las capas superficiales del suelo.

En el caso de que se haya realizado un desbroce químico antes de la plantación, pueden no ser necesarios los desbroces manuales posteriores.

Desbroces mecanizados

Los marcos de plantación recomendados en este manual permiten acudir siempre a labores mecanizadas, de elevado rendimiento. Dentro de la amplia gama de máquinas desbrozadoras existentes en el mercado, en Galicia se están utilizando desbrozadoras de cadenas de eje vertical, accionadas mediante un tractor de orugas o de ruedas o desbrozadoras de martillo de acero endurecido con eje horizontal. El empleo de escarificador o rotavátor presenta casi siempre el peligro de posibles daños en las raíces más superficiales del arbolado, donde se concentra el mayor número de micorrizas y la mayor capacidad de absorción de nutrientes.

Además, con dichos marcos, si el terreno lo permite se podrán realizar desbroces en las dos direcciones de las calles de la plantación. Las entrecalles quedarían sin desbrozar, completándose la labor manualmente con motodesbrozadoras de mochila, al menos en aquellos sitios en los que por el desarrollo de la vegetación o por su importancia estratégica se requiriese.

Desbroces químicos

Son una interesante alternativa a los desbroces manuales o mecanizados por su mayor efectividad. Mientras los desbroces tradicionales sólo eliminan las partes aéreas de la vegetación, los tratamientos con fitocidas eliminan toda la planta impidiendo su reproducción, prolongando así sus efectos.

El tipo de sotobosque determinará en cada caso la clase de producto a emplear así como sus dosis. Las especies leñosas requieren fitocidas sistémicos, que se absorben por las partes aéreas del vegetal, movilizándose después a raíces y yemas. Las herbáceas y los helechos pueden eliminarse también con productos de absorción radical, que permanecen activos en el suelo durante largos espacios de tiempo.

Para la mayoría de las herbáceas y matorrales existentes en los montes gallegos (toxo, xesta, silva, queiruga) los fitocidas a base de glifosato son recomendables. Son de penetración foliar, actúan con rapidez y no contaminan al ser biodegradables al contacto con el suelo. La pudrición posterior al tratamiento de las raíces de matorrales y herbáceas produce una red de canalillos que mejoran notablemente la estructura y aireación del suelo.

La aplicación debe efectuarse por personal especializado. Para evitar daños a la repoblación es preciso proteger las plantas de pino insigne e impedir que el fitocida toque las acículas de los pinos. El efecto más prolongado se consigue cuando se tratan los brotes tiernos del matorral, es decir, cuando se ha efectuado un desbroce con alguna anterioridad.

El fitocida puede aplicarse con mochila manual dotada de boquillas difusoras, difusores de mochila con motor, difusores de ultra bajo volumen e incluso con cisternas con boquillas difusoras movidas mediante tractor. Las dosis habituales para productos con 30% - 40% de glifosato varían entre 3 a 6 litros de producto comercial por hectárea. El tratamiento de una hectárea requiere de 20 a 50 litros de disolución. El coste aproximado de la operación es de 20.000 a 50.000 pts./ha.

Como referencia genérica para el empleo de fitocidas se incluye un cuadro extraído de "El uso de herbicidas en el bosque" (Willianson y P. B. Lane. Forestry Comission. 1989) cuya lectura es recomendable para profundizar en el conocimiento de los fitocidas.

Esquema de uso de fitocidas en el monte

  • ANTES DE PLANTAR>

    • Primavera
      • ATRAZINA
      • ATRAZINA/DALAPON
      • CIANAZINA/ATRACINA
      • TERBUTHYLAZINA/ATRAZINA

    • Verano-Otoño

      • GLIFOSFATO
    • Invierno

      • PROPIZAMIDA

  • DESPUÉS DE PLANTAR

    • Primavera, árboles latentes

      • Abetos y pinos
        • Gramíneas finas solamente
          • ATRAZINA
        • Gramíneas bastas o rizomatosas
          • HEXAZINONA
          • ATRACINA/DALAPON
          • CIANAZINA/ATRACINA
          • TERBUTHYLAZINA/ATRAZINA
        • Gramíneas y malezas
          • HEXAZINONA
          • TERBUTHYLAZINA/ATRAZINA
      • Otras coníferas y latifolias
        • Gramíneas
          • ATRACINA/DALAPON
          • CIANAZINA/ATRACINA
          • TERBUTHYLAZINA/ATRAZINA
        • Gramíneas y malezas herbáceas
          • TERBUTHYLAZINA/ATRAZINA

    • Primavera, árboles activos

      • ATRACINA/DALAPON
      • TERBUTHYLAZINA/ATRAZINA
      • GLIFOSFATO

    • Otoño, árboles latentes

      • Abetos y pinos
        • GLIFOSFATO
      • Otras coníferas latifolias
        • GLIFOSFATO

    • Invierno (Oct-Dic incluido también Enero en tierras altas)

      • PROPIZAMIDA

4.2.2 Podas

El pino insigne es un árbol que tiene gran tendencia a mantener las ramas en el tronco incluso mucho después de que éstas hayan muerto, lo que ocurre rápidamente cuando crece en espesura. Si no es así, las ramas permanecen verdes durante muchos años, alcanzando gran diámetro y desarrollo. Cuando las ramas secas permanecen en el tronco se formarán nudos muertos o saltadizos que inutilizan la madera para el aserrío o desenrollo. Las ramas verdes generan grandes nudos vivos que impiden determinados usos estructurales de la madera, depreciando su valor.

Así pues, el principal objetivo que se persigue con la poda es conseguir la mayor cantidad posible de madera libre de nudos, ya que las trozas podadas son de mejor calidad y alcanzan precios mucho mayores. No obstante, la práctica de la poda en esta especie es un tratamiento relativamente reciente del que no se dipone aún de suficiente información en relación con los daños que pueden producir agentes patógenos introducidos a través de las heridas de poda. La época del año y los sistemas de poda pueden ser factores notables en la aparición de estos daños, por lo que un mejor conocimiento de estos problemas en Galicia es necesario para mejorar la práctica de la poda.

Un árbol podado contiene en su interior una parte de madera de inferior calidad, donde se encuentran los nudos y sus cicatrices de oclusión, rodeada de madera sin nudos, de superior valor. Se pretende, por tanto, minimizar el tamaño del núcleo defectuoso, aplicando podas en el momento adecuado. Para ello, habrá que concentrar dichas labores en la parte baja-media del tronco, donde se produce la madera más gruesa y de mejor calidad. Es preciso saber que en la madera de los seis primeros metros del tronco de un pino insigne se concentra el 70% del valor total del árbol.

Las podas también constituyen una eficaz labor de prevención contra incendios, ya que rompen la continuidad entre las ramas de los árboles y el matorral. Además facilitan las tareas de penetración de los equipos de extinción, así como las de desbroce y los restantes cuidados selvícolas.

Igualmente, las podas producen un favorable efecto de aireación basal de los árboles, lo que limita el desarrollo de hongos que provocan enfermedades. Una buena aireación de la masa previene la propagación de la banda roja, enfermedad muy común en las masas de pino insigne.

La rentabilidad de la inversión que supone una poda va a depender de la calidad, y por tanto del precio, de la madera que se vaya a obtener, por lo que resulta imprescindible combinar esta tarea con la realización de claras que favorezcan un mejor desarrollo y crecimiento diametral de los árboles de porvenir que han sido paulatinamente seleccionados.

Periodicidad y organización

Las técnicas actuales de poda en plantaciones de pino insigne se basan en elegir el momento de efectuar la operación en función del diámetro alcanzado en el verticilo donde se insertan las ramas que se deben podar (D.S.V.) y no por la edad. Así, se pretende que el grosor del núcleo defectuoso dentro de los árboles sea aproximadamente el mismo a diferentes alturas del tronco, e incluso de unos pies a otros.

Para determinar el momento idóneo y la altura de poda los estudios realizados en Nueva Zelanda y Chile sobre poda del pino insigne aportan varias reglas generales de gran importancia:

a) Las podas a mayor altura de seis metros son desaconsejables. Su elevado coste no compensa el volumen de madera sin nudos que se va a generar.

b) El momento de la poda viene marcado por el diámetro del verticilo de ramas podado (D.S.V.). Este diámetro ha de ser entre 8 y 10 cm.

c) A partir de un D.S.V. mayor de 15 - 18 cm. la poda es inútil.

d) Es desaconsejable en cada poda eliminar más de 1/3 de la masa foliar del pino.

e) La época de poda más recomendable para el pino insigne es a comienzos de primavera.

Por otra parte, la poda es una operación delicada cuya ejecución requiere operarios especializados y herramientas adecuadas. Una mala poda puede hacer inútil el trabajo o provocar graves daños al árbol. La adecuada cicatrización de las heridas es fundamental para el buen desarrollo del árbol, y esto se consigue con un corte limpio en la posición idónea. En la cicatrización también influye la rapidez con la que la madera vuelve a cubrir la herida, para ello es obligado efectuar un aclareo de pies inmediatamente después de la poda; de esta forma se provocará un crecimiento diametral de los pies que se han podado. Se contarán aquellos pies que no son de porvenir y que, por tanto, no han sido podados.

Organización de la poda

    a) La primera poda deber ser una poda baja, entre los 5 y 10 años de edad, hasta la altura que alcanza un operario con una herramienta, entre 2 y 2,5 metros. Ello supone que los árboles tengan al menos 5 - 6 metros de altura y un D.S.V. ya referido de 8 - 10 cm. sobre verticilos. En esta primera labor se podarán los pies mejor desarrollados y conformados. Para ello, antes de comenzar la operación se señalarán los pies defectuosos o mal conformados que van a ser extraídos y se podará el resto, es decir, los dominantes y codominantes, sanos, con una única guía, y con la parte inferior del tronco derecha y vertical. El grosor de las ramas inferiores puede ayudar para efectuar la selección eligiéndose para podar aquellos árboles de ramas más finas.
    Cuando la densidad del arbolado es baja y los pies de calidad muy homogénea, la primera poda puede efectuarse sobre todos los pies. Sucede en ocasiones que la masa alcanza un D.S.V. de 8 a 10 cm. a muy temprana edad, o que los pies son muy ramosos. En estas ocasiones procede efectuar una poda baja, altura inferior a 2 metros, sobre la totalidad del arbolado.

    b) Entre los 10 y los 15 años se debe realizar una segunda poda, que será alta, hasta una altura de 5,5 - 6 m., estableciendo el momento preciso para su realización a partir del criterio anteriormente descrito. Es decir, se confirmará que el diámetro en los verticilos que se van a podar en esta segunda operación sea de 8 - 12 cm. Por lo general, esto se corresponde con un diámetro normal del árbol de unos 16 - 20 cm. Los árboles que serán objeto de esta segunda poda, se seleccionarán siguiendo los mismos criterios anteriores. Con esta segunda poda se pretende conseguir una nueva troza de madera limpia de nudos, apta para el aserrado o el desenrollo. Al igual que en la poda baja, la poda alta debe ser acompañada de una corta de aclareo para favorecer el crecimiento en diámetro. Sólo se deben podar los árboles de porvenir.

Puede aprovecharse esta segunda operación para extraer los brotes adventicios o epicórmicos, provocados por la puesta en luz de los troncos tras la primera intervención.

En muchas ocasiones hay un porcentaje de árboles que no cumplen los criterios de poda a la misma edad que el resto de la masa. Estos árboles de menor desarrollo, si son seleccionados, podrían podarse en su momento en una operación extra.

La eliminación de las ramas procedentes de la poda es una operación imprescindible que encarece la operación. Cuando la repoblación es alineada, las ramas procedentes de dos filas de árboles se situarán en una misma calle y, una vez finalizado el trabajo de poda, se darán unos pases de desbrozadora de cadenas para triturar este material y así facilitar su descomposición e incorporación al suelo. Cuando esta operación no se puede realizar, lo más recomendable es amontonar las ramas y luego sacarlas del monte y quemarlas en sitio apropiado. La acumulación de restos de poda en el monte eleva el riesgo de incendios y se convierte en un foco de plagas y enfermedades.

Es conveniente que el propietario selvicultor obtenga un certificado de poda en el que se refleje que la operación ha sido realizada. Esta operación en la que debe registrarse la localización de la masa, el número de pies podados, la altura de la poda, el diámetro sobre los verticilos y la edad de la masa, ha de ser efectuada por un técnico forestal competente para que el certificado tenga un respaldo profesional.

Técnica de la poda y herramientas adecuadas

Las ramas del pino insigne suelen formar un ángulo de unos 450 con el tronco, y se unen al mismo mediante un engrosamiento o cuello en el punto de inserción. La poda correcta consistirá en realizar un corte limpio, lo más cercano al tronco pero sin dañar el cuello y procurando no dejar muñón. De esta manera se facilita la cicatrización, evitando la estrada de agentes patógenos.

Corte idóneo de la rama. Diámetro sobre verticilo podado (D.S.V.)
Corte idóneo de la rama. Diámetro sobre verticilo podado (D.S.V.) AA: Lugar de corte idóneo
D.S.V.: Diámetro sobre verticilo podado Corte idóneo de la rama. Diámetro sobre verticilo podado (D.S.V.)

La poda se llevará a cabo preferentemente con tijeras de poda, cizallas o serruchos que permiten realizar cortes limpios y precisos. Estas herramientas, manuales o mecánicas, pueden montarse sobre pértigas telescópicas para facilitar la poda alta. En su defecto, se pueden utilizar escaleras ligeras, de madera o de aluminio, que se sujetan al tronco y permiten al operario alcanzar la altura de trabajo idónea.

Podadora eléctrica

Podadora eléctrica

Tijera podadora

Tijera podadora

En la actualidad comienzan a introducirse en el mercado nuevas herramientas de poda con mayor facilidad de manejo y mejor corte. Para la poda baja y sobre ramas finas (menores de 4 cm. de diámetro) las tijeras eléctricas -la energía la suministran baterías que el operario lleva en un cinturón- son de fácil manejo y el corte es muy preciso. Para la poda alta, las sierras de lámina, montadas en pértigas con un alcance de hasta tres metros desde el suelo, e impulsadas por un pequeño motor de combustión que se lleva a la espalda y dotadas de transmisión hidráulica, parecen ser la solución más apropiada para los montes gallegos. Estas herramientas cortan cualquier diámetro de rama, son muy precisas y el corte es perfecto.

Podadora neumática

Podadora neumática

Para los brotes adventicios basta con el manejo de cuchillos de mano o navajas bien afiladas o tijeras de jardín.

En todas estas labores se requiere el uso de casco, gafas protectoras, guantes y calzado adecuado.

Defectos de la poda

  • El primer defecto a considerar es el derivado de una excesiva altura de poda. La eliminación de un gran volumen de ramas y acículas puede ocasionar un desequilibrio entre la parte aérea y radical del árbol, disminuyendo considerablemente su vigor, y exponiéndole a unas condiciones de enorme debilidad frente a plagas y enfermedades. Además, una poda excesiva puede ocasionar la aparición de brotes bajos en el tronco (chupones), que si no se eliminan a tiempo disminuyen considerablemente la calidad y el valor de la madera.

  • La ejecución defectuosa del corte produce numerosos daños y heridas en el arbolado y facilita la entrada de plagas y enfermedades arruinando la operación. Los defectos más frecuentes en Galicia son derivados de utilizar herramientas inadecuadas como, por ejemplo, el hacha, la motosierra o la hoz. Su utilización provoca la aparición de muñones, que generan madera con nudos saltadizos, desgarros y heridas en el tronco, cortes muy romos que impiden una correcta cicatrización de la herida de poda y pudriciones en la madera (en el capítulo VI. se amplía esta información.

    Poda defectuosa con herramienta inadecuada

    Poda defectuosa con herramienta inadecuada


  • El corte de ramas gruesas puede provocar desgarros en la corteza y heridas profundas si no se realiza en dos tiempos. Primero se hace un corte para disminuir el peso de la rama y después se hace el corte a ras del tronco.

  • La poda de todos los pies es, normalmente, innecesaria, pues esta operación selvícola va destinada exclusivamente a la mejora de los pinos que van a dar lugar a la producción de madera de sierra y a la formación de trozas para el desenrollo, que son aquellos que se reservarán para la corta final. La poda de los pies que vayan a ser extraídos en claras a los pocos años es un gasto extra, no es justificable salvo en aquellos casos en los que interese como prevención contra incendios (perímetro de la finca, lindes de caminos, etc.).

    Defectos más comunes en la poda
    Defectos más comunes en la poda MUÑONES
    DAÑOS AL CAMBIUM Defectos más comunes en la poda
    Defectos más comunes en la poda DESGARROS EN RAMAS
    BROTES EPICÓRNICOS EN EL FUSTE Defectos más comunes en la poda

  • La deficiente selección de los pies que se deben podar es un defecto corriente que acarrea graves pérdidas en el valor de la madera destinada a la corta final.

    (Il. sup.) Poda tardía: gran porcentaje de madera con nudos. <br> (Il. inf.) Poda a la edad correcta: nudos concentrados en el núcleo central del tronco. Buen porcentaje de madera sin nudos.

    Poda tardía: gran porcentaje de madera con nudos.

    Poda a la edad correcta: nudos concentrados en el núcleo central del tronco. Buen porcentaje de madera sin nudos.

    (Il. sup.) Poda tardía: gran porcentaje de madera con nudos. <br> (Il. inf.) Poda a la edad correcta: nudos concentrados en el núcleo central del tronco. Buen porcentaje de madera sin nudos.
  • Es corriente también que se retrase en exceso este tratamiento. Ello implica la reducción del porcentaje de madera limpia producida, y un mayor diámetro de las ramas a extraer. Ambas circunstancias son perjudiciales para el selvicultor.

    Poda defectuosa: mala cicatrización

    Poda defectuosa: mala cicatrización

Otros posibles problemas pueden aparecer al efectuar estas operaciones en épocas inadecuadas. En zonas con frecuentes e intensas heladas se evitará su realización en invierno.

4.2.3Cortas de mejora: clareos y claras

Los aclareos y las claras son cortas intermedias que se realizan a lo largo del ciclo productivo, y totalmente necesarias para el adecuado desarrollo de la masa arbolada que debe de llegar a la corta final. Estas cortas evitan la excesiva competencia por la luz, por el agua y por los nutrientes entre los árboles de una masa, favoreciendo su crecimiento en diámetro.

Se denomina clareos o aclareo a la operación de cortar y extraer los pies de la masa principal, en este caso pino insigne, que no tienen valor comercial. Coincide en muchas ocasiones con la primera clara.

Las claras son cortas de mejora en las que se obtiene madera con valor comercial y que persiguen rebajar gradualmente la densidad. Se extraen aquellos pies más desfavorecidos en su crecimiento, que de otra manera morirían antes de ser aprovechados, y evitando a su vez que compitan con los mejor formados y desarrollados. De esta manera se concentra todo el potencial productivo y todos los cuidados selvícolas en los mejores pies, los más valiosos, que serán reservados para la corta final.

Resumiendo, los objetivos de los clareos y de las claras en los montes de pino insigne son:

  • Reducir gradualmente la densidad para evitar la competencia entre los pies favoreciendo el crecimiento en diámetro de los pies que permanecen en la masa.

  • Seleccionar los árboles de mejor calidad, es decir, los de porvenir, concentrando en ellos la producción y las mejoras.

  • Mantener el vigor y la sanidad de la masa, eliminando los árboles defectuosos y generando un ambiente adecuado en el interior del monte.

  • Obtener aprovechamientos en momentos intermedios del ciclo productivo, consiguiendo que ayuden a financiar el resto de los trabajos.

  • Disminuir el riesgo de incendios forestales.

Una masa de pino insigne muy densa, es decir, poco o nada aclarada, no cumplirá con los objetivos de producción de madera de calidad que el selvicultor debe proponerse. Por su parte, una masa adecuadamente aclarada será una masa menos propensa a que se extiendan plagas y enfermedades en el arbolado. Se reducirá la contaminación de esporas por contacto de copas y la población de perforadores, al eliminarse los pies débiles, enfermos o muertos. También mejorará la nutrición de la masa que queda en pie, por aumento de la insolación e incorporación de restos orgánicos.

En definitiva, con las claras se consigue mejorar y, sobre todo, revalorizar la masa, a la vez que se obtienen ingresos previos a la corta final.

Periodicidad de las claras

Según los ciclos selvícolas para el pino insigne anteriormente indicados, se propone la realización de dos claras, una primera entre los 5 y 10 años, y una segunda a los 15 - 25 años, es decir con una periodicidad nunca menor de 5 años.

En la mayor parte de las explotaciones, en especial las de pequeñas dimensiones, no será aconsejable realizar una tercera clara (que debería efectuarse después de los 25 años), por lo que se mantendrá la densidad tras la segunda clara hasta la corta final.

No es posible indicar el momento idóneo de realización de las cortas intermedias. Éste está condicionado por la calidad del sitio, el marco de plantación, los objetivos de producción y el turno final. La experiencia del selvicultor es determinante, por ello es muy aconsejable recurrir a expertos forestales tanto para estimar el momento de hacer las cortas, como para señalar los pies a extraer.

No obstante, se pueden indicar algunas reglas básicas:

  • El momento de la clara puede estimarse observando el grado de trabazón de las ramas de unos pies con otros. Lo ideal sería mantener una espesura completa, es decir, las ramas altas deberían mantener constantemente la tangencia de las copas; ello obligaría a estar continuamente cortando un reducido número de pies haciendo inviable económicamente la operación. Solventaremos este problema utilizando planta de calidad, densidades bajas que nos retrasen la competencia entre pies y concentraremos las operaciones en dos o tres cortas a lo largo del turno de producción.

  • Las claras deben eliminar los pies defectuosos: torcidos, bifurcados, dominados, secos o con heridas en el fuste presentes en la masa.

  • Debe procurarse un reparto homogéneo de los pies en la superficie del terreno.

  • Si el destino final es la producción de madera de sierra y desenrrollo, los pies reservados para la corta final no deben sobrepasar los 300 por hectárea.

Señalamiento y estimación del volumen a extraer en la clara

Siguiendo los criterios comentados en el apartado anterior, la selección de los pies que se deben cortar en las claras es una operación muy importante. El señalamiento consistirá en marcarlos con pintura (resistente al agua y de colores llamativos, como rojo, amarillo o blanco), o mediante un pequeño raspado o chaspe con hacha en la corteza, tanto en la base como a 1-1,5 m de altura en el tronco.

La estimación del volumen se realizará pie a pie con la ayuda de tarifas de cubicación, para lo cual será necesario medir el diámetro de los árboles señalados a la altura del pecho, y una muestra aleatoria de alturas obtenida con un hipsómetro. En montes regulares bastará con medir la altura de uno de cada diez árboles, siguiendo las líneas de plantación y sorteando el primer árbol que se va a medir, para conseguir una muestra aleatoria de alturas con representación en todas las clases diamétricas.

Un técnico competente en medición y valoración de madera puede resultar de inestimable ayuda.

Señalamiento de una clara. Árboles a cortar

Señalamiento de una clara. Árboles a cortar

Defectos en las claras

  • El error más común consiste en no realizarlas. Existe la creencia de que es más beneficioso disponer de un gran número de pies por hectárea. En las masas de pino insigne esta situación acarrea un doble y grave perjuicio para el propietario. Por un lado, resulta imposible producir madera de grandes dimensiones; por otro, se favorece el ataque de numerosos patógenos que encuentran en las masas muy densas un hábitat beneficioso.

  • El retraso excesivo en la ejecución de las claras da lugar a la aparición de riesgos para la estabilidad de la masa, ya que los árboles no cortados resultarán demasiado esbeltos, muy altos y con una copa muy reducida, y serán incapaces de reaccionar de forma adecuada ante la apertura de un nuevo espacio vital. La masa resultante de una clara muy tardía quedará, entonces, muy expuesta a los derribos por el viento.

    Clara tardía: descompensación entre altura y diámetro. Riesgo de rotura por viento

    Clara tardía: descompensación entre altura y diámetro. Riesgo de rotura por viento

  • Otro error muy frecuente es la mala selección de los pinos que se deben extraer en las claras. No se deben señalar para cortar en las claras los árboles de mayor diámetro, más desarrollados y vigorosos, aunque éstos puedan dar lugar a unos mayores ingresos en el momento de la clara. Con esta operación se estarían dejando en el monte los peores pies. que mantendrán sus malas condiciones de crecimiento y porte durante toda su vida. El pino insigne precisa grandes cantidades de luz para su correcto desarrollo en todas las edades y para ello es necesario mantener masas de similar altura y con pies que no se hagan competencia.

  • El mismo efecto resulta cuando el propietario necesita un ingreso monetario y se realiza, en cualquier momento, una falsa clara de los pies de mayores dimensiones. En ambos casos, esa temprana eliminación de los mejores pies para criar los peor conformados es un mal negocio para el propietario.

 

 

4.3 EL MONTE ADULTO: RECOMENDACIONES SOBRE SU TRATAMIENTO

Los tratamientos que se han propuesto son aplicables en los casos de masas de nueva creación y cuya selvicultura se dirija hacia el objetivo principal de producir madera de sierra o de desenrollo. Dicho esquema debería modificarse si el propietario ya cuenta con una masa establecida que no responde a las características propuestas, es decir, si no se utilizaron marcos de plantación correctos o se han sobrepasado las edades a las cuales se proponen realizar las claras o las podas.

En algunos de estos casos será posible, con pequeñas modificaciones, adecuar las condiciones de densidad de la masa ya creada a lo propuesto en el ciclo modelo, en especial cuando hayan transcurrido pocos años desde la plantación. En otras ocasiones, en especial en montes de edad avanzada y muy densos, en los que nunca se han aplicado tratamientos selvícolas, será muy difícil o imposible acomodar los tratamientos selvícolas a las consideraciones expuestas. En estos casos, nunca se deberían realizar claras intensas (de cortas de gran número de pinos), ya que entonces los árboles que quedarían en pie serían muy altos y delgados, y se pondría en peligro su estabilidad frente a derribos por el viento. Por tanto, el posible acercamiento a las condiciones ideales deberá ser siempre gradual, y nunca se intentará adecuar bruscamente, en una sola intervención o clara, la densidad real a la propuesta.

Como recomendación general y a título meramente orientativo, no se debería nunca extraer en una sola clara un porcentaje de pies por hectárea superior al 40 - 45% de los existentes. Otra manera de asegurar que no van a existir riesgos de derribos de los pinos que van a quedar en pie es comprobar que la relación entre su altura y diámetro (medidos en las mismas unidades) no supere el valor de 80.

También es aconsejable que la separación entre dos claras consecutivas no sea superior a 5 años. Además, entre la última clara y la corta final debe de transcurrir un período de tiempo suficiente (al menos 8 ó 10 años) para que los árboles que se hayan dejado puedan crecer en diámetro de forma adecuada. En caso contrario no se va a obtener un beneficio suficiente en los pinos que se dejen como definitivos, por lo que si se pretende efectuar la corta final en menos de ese tiempo será preferible no realizar una clara.

Por otra parte, si han transcurrido pocos años desde la plantación se puede rebajar la densidad realizando clareos, que son labores consistentes en la eliminación de una serie de pies, pero cuando todavía no son comerciales. Por tanto, se persiguen con ellos los mismos objetivos que con las claras, pero generalmente será imposible vender los productos que se obtengan. Tales clareos pueden ser sistemáticos, por ejemplo extrayendo una de cada tres o cuatro filas, o bien selectivos, eligiendo los pinos de peor forma y desarrollo. Frecuentemente se realiza algo intermedio, es decir se eliminan algunas filas de pies de forma sistemática (por ejemplo, una de cada diez), y se eligen posteriormente otros dos o tres pinos, de mal porte o crecimiento, entre los que han quedado en cada entrecalle.

Respecto a las podas y con carácter general se puede afirmar que no es aconsejable realizar podas cuando el diámetro del verticilo a podar supere los 20 cm. En tal caso carece de sentido realizar esta operación, ya que entonces las ramas habrán alcanzado gran grosor, tardarán mucho tiempo en cicatrizar las heridas de la poda y no se conseguirá más que una pequeña proporción de madera limpia de nudo por lo que no resultará rentable podar.

 

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